Red de narcotráfico utilizaba extintores para contrabandear fentanilo y otras drogas desde México a EE. UU., según el Departamento de Justicia.
Los Ángeles, Ca. (ADN/Staff) – En una operación que parece sacada de una novela de suspenso, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos ha destapado un complejo esquema de contrabando de drogas que involucra el uso de extintores de incendios rellenados con fentanilo, metanfetaminas y heroína, cruzando clandestinamente desde México hacia Estados Unidos. Esta tarde, se lleva a cabo la audiencia de acusación formal para el último de los 17 individuos implicados, marcando un hito en la lucha contra el narcotráfico.
La investigación, denominada Operación “Smoke Jumpers”, ha durado dos años y ha permitido realizar 13 incautaciones significativas, que incluyen casi 681,000 píldoras de fentanilo, 3 kilogramos de fentanilo en polvo, 17 kilogramos de heroína y más de 10,000 píldoras de metanfetaminas. La acusación formal revela el ingenio criminal de utilizar extintores de incendio, disfrazados entre cargamentos de chatarra, como método de ocultación para estas sustancias mortales.
La fiscalía ha arrestado a nueve acusados, mientras que otros siete siguen prófugos, presumiblemente en México. Esta red no solo demuestra la sofisticación y la audacia de los traficantes de drogas sino también el inmenso peligro que representan para las comunidades a ambos lados de la frontera. La declaración del fiscal federal Martin Estrada subraya la indiferencia de los acusados ante el daño potencialmente letal de cada píldora de fentanilo distribuida.
La implicación de Carin Trucking, una empresa con sede en San Diego, en el esquema resalta cómo operaciones comerciales legítimas pueden ser cooptadas para fines nefastos. La investigación se centró en esta empresa tras el arresto de uno de los acusados, desentrañando un método de contrabando que involucra el cruce de drogas ocultas en extintores a través de la frontera, disfrazadas entre cargamentos de chatarra, para su posterior distribución.
Este caso no solo destaca el problema persistente del tráfico de drogas y la innovación constante en los métodos de contrabando sino también la colaboración internacional en la lucha contra estas redes criminales. La acusación formal incluye graves cargos de tráfico de drogas y conspiración para el lavado de dinero, con penas que pueden llegar a la cadena perpetua, demostrando la seriedad con la que las autoridades estadounidenses están abordando este asunto.
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