El hijo de un venerado presidente de México afirmó que su padre, Lázaro Cárdenas del Río, famoso por nacionalizar la industria petrolera, estaría muy molesto ante la actual propuesta de reforma energética.
De hecho, ambos bandos en el acalorado debate sobre la iniciativa para abrir la industria petrolera de México al capital privado han aprovechado en sus posturas la imagen de Cárdenas, guardadas las proporciones el equivalente mexicano a Franklin D. Roosevelt.
El presidente Enrique Peña Nieto ha emprendido una intensa campaña de anuncios por televisión en los que se destacan las imágenes de Cárdenas del Río, que expropió las empresas petroleras extranjeras y nacionalizó la industria cuando fue mandatario de 1934 a 1940.
Así como el presidente Franklin D. Roosevelt es famoso en Estados Unidos por contribuir a que el país saliera de la depresión mediante su programa de obras públicas conocido como “New Deal”, Lázaro Cárdenas es recordado por entregar tierras a los campesinos y enfrentar a las petroleras internacionales que se llevaban en otros tiempos la mayor parte de la renta del crudo mexicano.
El hijo de Cárdenas del Río, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, y otros políticos izquierdistas afirman que el gobierno pretende reprivatizar la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
Peña Nieto rechaza lo rechaza, y destaca que la actual propuesta de reforma sólo permite a las empresas privadas tener contratos de utilidad compartida, más no les cede la propiedad del petróleo que es de la nación.
Sin embargo, Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del principal partido de izquierda, dijo el viernes que el gobierno insultaba con su proceder la memoria de su padre.
“Resulta falaz y ofensiva la utilización que el gobierno está haciendo de la figura de Lázaro Cárdenas para justificar e impulsar ante el pueblo de México su antipatriótica y entreguista propuesta de reforma energética”, escribió el viernes en un editorial difundido en primera plana en el diario La Jornada.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano reconoce que Pemex tiene problemas, pero afirmó que la privatización no es la respuesta. El gobierno de Peña Nieto afirmó que no tenía comentarios sobre las discrepancias.
La expropiación petrolera que dispuso Cárdenas del Río fue la decisión más popular de un presidente mexicano en el siglo XX, y la nacionalización conserva una inmensa popularidad en México.
De acuerdo con una encuesta entre 2.400 mexicanos que difundió en 2012 el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), 65% expresó su rechazo la participación del capital extranjero en la industria petrolera del país.
El sondeo tuvo un margen de error de dos puntos porcentuales, según el CIDE, un centro privado de estudios, con sede en la Ciudad de México.
Así las cosas, Peña Nieto literalmente reclutó a Lázaro Cárdenas en la batalla cuesta arriba para lograr un cambio de actitud.
En un mensaje televisivo, un narrador destaca las virtudes de la reforma ante la baja de la extracción petrolera en México y la incapacidad de Pemex para explorar reservas en aguas profundas, mientras se muestran imágenes de fondo de Cárdenas del Río en la década de 1930.
Lázaro Cárdenas del Río no es precisamente un ícono fotogénico. En un paralelismo con D. Roosevelt que utilizaba una silla de ruedas, Cárdenas del Río tenía un defecto físico: la falta casi completa de mentón.
Como sea, la imagen de Cárdenas del Río destaca en los mensajes del gobierno y en los de la izquierda, que se opone a las reformas.
Peña Nieto apela a la precisión histórica mientras impulsa su reforma: Cárdenas del Río permitió a compañías privadas trabajar bajo contrato en la industria petrolera incluso después de la nacionalización.
El gobierno hace hincapié en que sólo quiere eliminar la prohibición total a la participación del capital privado en las actividades de perforación y refinación que se insertó en la constitución a principios de la década de 1960.
Pero esta explicación no pone fin a las objeciones. Elena Poniatowska, quizá la escritora viva más famosa de México, dijo a la prensa local que “en mi opinión, yo creo que (Peña Nieto) no tiene porqué invocarlo (a Cárdenas del Río) tampoco. Yo creo que se quiere apoyar en él y que eso es legítimo, si él lo quiere hacer, pero no creo que sea válido”.
Como sucede con frecuencia, la realidad ha pasado a segundo plano con respecto a la percepción y el efecto.
“Yo creo que ha sido una operación política bastante hábil del gobierno de Peña Nieto, el apropiarse del mito digamos de Cárdenas, que es un mito que se supone que pertenece sólo a la izquierda”, dijo el analista político Roger Bartra.
“Estamos hablando de un mito y todo este problema de la modernización de Pemex se topa con el mito de que el petróleo es parte de esa sustancia esencial de lo mexicano”, apuntó.
Sin embargo, se han vuelto evidentes las grietas en el mito: la extracción petrolera ha declinado 25% en la última década; México importa gran parte de la gasolina y gas natural que consume, y el país podría convertirse en importador de energía si las cosas siguen igual.
“Si la izquierda insiste en un debate del tipo mitológico pues yo creo que va a perder”, expresó Bartra.
AP
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