De la misma forma en que las desigualdades en la distribución de vacunas ha determinado qué países reaccionan mejor a la pandemia, las desigualdades han ayudado a impulsar la epidemia del SIDA, 40 años después de la aparición de dicha enfermedad.
Nueva York (VOA) – La directora de ONUSIDA dijo el martes que las desigualdades son uno de los principales impulsores de la epidemia del VIH-SIDA, al igual que lo es con el COVID-19.
“Las desigualdades en el poder, el estatus, los derechos y la voz están impulsando la pandemia del VIH”, dijo Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA. “Las desigualdades matan”.
Desde que se notificaron los primeros casos hace 40 años, ONUSIDA dice que 77,5 millones de personas han sido infectadas por el VIH y casi 35 millones han muerto de SIDA.
Byanyima dijo en una reunión de alto nivel de la Asamblea General de la ONU que las naciones deben poner fin a las desigualdades que perpetúan el VIH-SIDA si quieren cumplir su objetivo de poner fin a la epidemia para 2030.
“Hoy nos estamos fijando metas ambiciosas y audaces para alcanzar el 95% de los que necesitan tratamiento y prevención del VIH “, dijo. “Para llegar allí, necesitamos volver a imaginar los servicios de atenci[on al VIH, haciéndolos de fácil acceso y diseñados en función de la vida de las personas”.
Byanyima dijo que la pandemia de COVID-19 ha demostrado cómo la voluntad política puede ayudar a impulsar la ciencia y que se debe hacer el mismo tipo de impulso para los tratamientos, la prevención, la atención y las vacunas contra el VIH-SIDA.
La Mensajera de la Paz de la ONU, Charlize Theron, se dirigió a la reunión en un mensaje de video el martes.
La actriz sudafricana dijo que a menudo son las personas más vulnerables las que tienen menos probabilidades de tener acceso a los servicios que necesitan.
“Porque el hecho es que si vives o mueres a causa del SIDA, con demasiada frecuencia lo determina quién eres, a quién amas y dónde vives”, dijo Theron.
Los estados miembros de la ONU adoptaron una declaración política sobre la ampliación del progreso para alcanzar la meta 2030, pero no estuvo exenta de controversias.
Justo antes de la adopción, el representante de Rusia intentó que la asamblea aceptara tres enmiendas, que habrían eliminado el lenguaje sobre el respeto de los derechos humanos de las personas que viven con el VIH-SIDA y el fin de las leyes discriminatorias y restrictivas basadas en el estado serológico de una persona.
Las enmiendas fueron rechazadas por abrumadora mayoría, y el proyecto de texto original, que fue el resultado de largas negociaciones y compromisos entre los estados miembros, fue adoptado con 165 votos a favor, cuatro en contra y ningún país se abstuvo.
Bielorrusia, Nicaragua y Siria se unieron a Rusia para votar en contra de la declaración.
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