Estados Unidos está experimentando una serie de fenómenos climáticos adversos en los últimos meses, como poderosas tormentas invernales, históricas inundaciones y deslizamientos, así como olas de calor sin precedentes.
Estados Unidos (VOA) – A principios de mes, se registró una poderosa tormenta invernal en la zona de la Sierra de California, impactando las zonas del área de la Bahía de San Francisco y la Costa Central con lluvias de más de 2,5 centímetros (1 pulgada) en tan solo 25 minutos. Esa ha sido la tónica habitual en esta zona de Estados Unidos, cuyos residentes están acostumbrados a vivir en un clima templado y con escasas lluvias durante todo el año.
Lo mismo han experimentado en otras partes del “estado dorado” como se lo conoce a California, donde los fuertes aguaceros provocaron históricas inundaciones en San Diego o deslizamientos en Los Ángeles.
Al mismo tiempo, a finales de febrero, el país norteamericano experimentó un calor fuera de lo normal, alcanzando temperaturas que jamás se habían registrado en esta época del año. “Y lo que para mí es importante no es que nunca se hayan visto, sino que el largo plazo que se están tomando estas olas de calor es lo preocupante”, decía Diego Molina-Castrillón, responsable de programas del Instituto CLEO, una reconocida organización dedicada a la educación de la crisis climática y el activismo medioambiental.
Efectos climáticos “devastadores”
En ese entonces, el Servicio Meteorológico Nacional de EEUU (NWS, por sus siglas en inglés) advirtió que más de 250 millones de personas iban a sufrir el impacto del calor, pero lo que más preocupaba a los expertos climáticos era que en cuestión de horas algunas zonas pasaron de experimentar unas temperaturas récord para este período a un clima gélido. En Chicago, por ejemplo, se pasó de los 21 grados Celsius a los -12 grados Celsius en menos de 24 horas.
“Es muy preocupante y son los dos extremos, no solo estamos viendo jornadas de calor intensas, sino también efectos del invierno que llegan a ser devastadores”, apuntaba Robert Valencia, estratega climático enfocado en la comunidad hispana de la organización EarthJustice, otro organismo sin ánimo de lucro que promueve políticas para combatir el cambio climático, entre otras cosas.
Pero la situación, a juicio de los expertos, parece que podría empeorar a mediano plazo. “Para el 2100, las temperaturas más altas y las olas de calor más frecuentes e intensas se verán en todas las regiones de Estados Unidos”, agregaba Valencia al respecto.
¿A qué se deben estos cambios tan drásticos?
Estos episodios climáticos extremos serían consecuencia del efecto del hombre, especialmente con lo que tiene que ver con los gases invernadero. “Cuando nos referimos a los gases de efecto invernadero hablamos de muchas de las cosas que se utilizan desde el transporte hasta la agricultura”, dijo Ahira Sánchez-Lugo, climatóloga de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), durante una entrevista con la Voz de América.
En ese sentido, recordó que estos gases son importantes porque “es lo que mantiene que este planeta Tierra esté lo suficientemente cálido para poder sostener vida”, pero aclaró que la excesiva acción del hombre hace que se “esté interrumpiendo ese balance natural”.
“Imagínate la atmósfera que es como una sábana que arropa al planeta Tierra para mantenerlo lo suficientemente cálido para sostener vida. Y al nosotros añadir más gases invernadero, esa sábana se pone mucho más gruesa. Y eso retiene más calor. Un pequeño cambio en la temperatura a nivel global conlleva a grandes cambios en términos de los eventos extremos, agregó al respecto.
En ese sentido, Valencia recalcaba que esos efectos no únicamente se están registrando en EEUU, sino que es algo que “se ha visto a nivel global”. “Todo tiene que ver, desgraciadamente, con la quema de lo que en algunos países se como hidrocarburos, aunque nosotros lo llamamos combustibles fósiles. Viene siendo la misma fuente de contaminación con el fin de generar electricidad o para otros usos de medios de transporte, y esto es producto de una producción de dióxido de carbono, que es un gas de efecto invernadero”, agregaba.
¿Se está a tiempo de reducir el impacto medioambiental?
Desde las organizaciones climáticas aseguran que aún se está a tiempo de poder minimizar, en la medida de lo posible, los efectos negativos de la acción del hombre en el medio ambiente. “Una de las cosas a nivel individual es considerar cómo podemos reducir nuestro gasto de alimentos. La cantidad de alimento que se deshecha en EEUU, y que termina en los vertederos, acaba emanando todo este gas metano a niveles altísimos cuando empiezan a descomponerse”, decía Molina-Castrillón, de CLEO, convencido de que “es importante que la gente entienda que, a nivel individual, esa es una de las cosas que se pueden explorar”.
Por su parte, Robert Valencia, de EarthJustice, considera que se deberían explorar otras alternativas en la industria, como es el desarrollo de las energías limpias, cuyo impacto en el medioambiente es mínimo. “Se puede ir más allá de los combustibles fósiles, por ejemplo, despejando el camino hacia una energía limpia, pero también equitativa”, apuntaba.
¿Qué está haciendo el gobierno de EEUU?
La Casa Blanca ha llevado a cabo varias iniciativas para impulsar el desarrollo de una industria energética limpia y otras políticas para reducir el impacto negativo de la acción del hombre, especialmente con lo relacionado con los gases invernadero.
En enero de 2021, el presidente de EEUU, Joe Biden, firmó un decreto para que el país norteamericano regresara al Acuerdo de París, un acuerdo alcanzado durante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para reducir las emisiones de gases invernadero y otros objetivos, como el de no superar 1,5 grados Celsius de la temperatura global.
Sin embargo, su antecesor, Donald Trump, dio luz verde para que EEUU abandonara el tratado internacional en medio de la campaña electoral de ese entonces. Trump anunció su intención de retirar a Estados Unidos del pacto en junio de 2017, argumentando que su pertenencia socavaba la economía del país. Washington notificó oficialmente a la ONU su salida el 4 de noviembre de 2019, que tomó un año para entrar en vigor.
Estados Unidos fue el único país de los 197 signatarios que se había retirado del acuerdo.
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