La revolución global de comunicaciones que se extendió por el mundo en los últimos años no llegó a la pequeña aldea zapoteca Talea de Castro, ubicada en las montañas del sur de México, donde para hacer cualquier tipo de llamada había que caminar hasta una línea telefónica de la comunidad y pagar el equivalente a un día de salario por cinco minutos de conversación.
Pero todo esto cambió gracias a un ingenioso plan cuyos promotores esperan pueda conectar con el mundo a miles de pueblos pequeños de México que actualmente se encuentran aislados.
Utilizando receptores de radio, un computador portátil y tecnologías de interconectividad relativamente baratas, la gente de la aldea saltó al siglo XXI mediante la creación de lo que se podría llamar una mini compañía de telecomunicaciones capaz de manejar 11 llamadas de celulares simultáneas a un costo muy inferior al que antes solían pagar.
“Ha sido un proyecto que ha funcionado para mantener la comunicación, porque antes se podía comunicar muy poco, porque era muy caro”, dijo Keyla Ramírez Cruz, residente Talea, quien tiene un programa en la radio comunitaria y que coordina el nuevo sistema telefónico.
Antes de la creación del sistema, los 2.500 residentes del poblado hacían sus llamadas desde la “caseta”, una tienda con una línea telefónica fija y que pagaban una tarifa de más de un dólar por minuto. Había poca privacidad y las llamadas internacionales costaban más de un dólar por minuto.
Para las llamadas entrantes era peor: se requería de un mensajero que corriera para atender las llamadas y avisarle a la gente del pueblo cuando alguien los estaba buscando.
Ahora, casi nadie en el poblado utiliza la caseta.
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