“El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana,
el mes próximo y el año que viene,
y de explicar después por qué no ha ocurrido”.
Winston Churchill,
No cabe duda de que estamos viviendo tiempos inéditos. Por una parte, en lo nacional, estamos en los albores de un antes impensable segundo mandato de un gobierno de corte progresista. Hubo por mucho tiempo dos obstáculos infranqueables para que algo así ocurriera.
En el ámbito interno, el PRI, el omnipotente y omnipresente partidazo – ¿Recuerdan la frase “gánale al PRI”? – y en el ámbito externo, la guerra fría. Nuestros vecinos del norte estaban siempre atentos a evitar que la “conjura comunista” infectara a cualquier país de su esfera de influencia, con mayor razón al país que consideran su traspatio, México.
La verdad es que eso del “comunismo” solo era el petate del muerto que aplicaban a cualquier intento de reivindicación social, sin importar si realmente hubiera algo de comunista o no, en dicha reivindicación, a final de cuentas, lo que al imperio del norte y sus halcones solo les ha importado son sus intereses comerciales.
En fin, lo cierto es que lo que hoy vivimos era todavía impensable a finales de los ochenta, como quedó demostrado con el último gran fraude, el del 1988, – personalmente considero la elección del 2006 como elección de Estado más que un gran fraude – y con la invasión a Panamá por parte de los norteamericanos en 1989; y sin embargo, al menos en lo interno, ese mismo hecho fue el parteaguas que nos llevó a conquistar la democracia tan largamente perseguida.
Pero como quedo evidenciado en la elección del 2000 con el triunfo de Fox, tener elecciones libres no es suficiente, la oligarquía no va a ceder sus espacios de poder, así como así, y es precisamente la guerra soterrada que hemos vivido desde el triunfo electoral de López Obrador en el 2018.
Ahora, con el triunfo ampliamente consolidado y ratificado en la figura de la doctora Claudia Sheinbaum, el régimen tiene un espacio de maniobra un poco más amplio que en el 2018, pero no por ello vamos a echar las campanas al vuelo, los retos todavía son muchos, y de muy difícil solución.
Empezando por el tema de la seguridad que, desgraciadamente, sigue siendo la principal asignatura pendiente para el gobierno de la 4T. Hay que reconocerlo, la estrategia de abrazos no balazos, se quedó corta.
Puedo concordar que la acción directa para resolver las causas sociales que generan el capital humano con el que opera la delincuencia organizada es una buena estrategia, pero lo es a largo plazo; hizo falta un acompañamiento de combate legal más riguroso y de corto plazo en contra de dichas organizaciones.
Y que conste que no me refiero a enviar más soldados y policías a la guerra, al estilo Calderón, sino a una estrategia basada en golpes selectos de inteligencia a figuras clave que redundara en la desarticulación paulatina de las estructuras criminales.
Por el momento, parece ser que la estrategia de seguridad de la presidenta y su equipo va caminando en ese sentido, ojalá que así continue; sin embargo, esto que parece un avance positivo, podría verse empañado por esa sombra de incertidumbre que representa un gobierno del inestable Trump.
Realmente no se puede saber qué es lo que va a hacer el señor Trump en este tema, pues precisamente, el sujeto es conocido por su imprevisibilidad. Lo que si sabemos, y no es algo de buen agüero, es que las personas que estarán a cargo de los temas de seguridad nacional, narcotráfico e inmigración, son reconocidos halcones militaristas.
Además, por si no fuera suficiente, tanto Trump, como los acólitos que lo acompañaran en su gobierno, no esconden el racismo que es uno de los ejes principales del movimiento MAGA. Va a tener que tejer muy fino la presidenta para sortear las amenazas del hombre naranja.
Igual de complicado será el tema de la inmigración ilegal, que, lo mismo que el tema de las drogas, para Trump y los seguidores de su culto, todo se reduce a una actividad criminal operada por extranjeros que quieren hundir a su país, vaya, hasta se están comiendo los perros y los gatos de los pobres blancos anglosajones y protestantes.
Para el mitómano en jefe, la inmigración ilegal no es resultado del fracaso del sistema neoliberal impuesto a todo el continente por su propio gobierno, no, para él se trata de una invasión de criminales y violadores convictos orquestada deliberadamente para socavar el nivel de vida de los norteamericanos. Contra esa idea tendrá que lidiar la doctora Sheinbaum, a la vez que le debe dar un cariz humanista e internacional al problema.
Otro de los grandes retos que habrá de enfrentar la presidenta es el que respecta al de la salud de l@s mexican@s. Durante el gobierno de Lopez Obrador ocurrieron dos sucesos que, considero, no fueron lo suficientemente explicados.
Por una parte, el bloqueo y resistencia cuasi criminal por parte de los grandes intereses farmacéuticos, y por otro, el desbordado optimismo del propio presidente al comprometerse a tener un sistema al nivel de Dinamarca.
“Hay oposición y resistencia por los grupos de interés creados y el objetivo es que el 1 de diciembre habrá un sistema de salud pública distinto, eficiente, con medicamentos y atención médica de calidad y gratuito” declaraba el señor López en noviembre del 2020.
Eventualmente la gigante farmacéutica PISA hubo de recibir una multa millonaria y su inhabilitación como proveedor del gobierno federal por sus evidentes fallos y corruptelas, en paralelo, también hubo denuncias penales en contra de algunos directivos de hospitales, que, coludidos con esta y otras distribuidoras colaboraron a crear ese ambiente de desabasto de medicinas.
Sin embargo, en la narrativa de los principales medios de comunicación se les dio mayor preponderancia a los errores de logística del gobierno federal, aunado a la postura del presidente de declarar al sistema de salud a la altura de la mencionada nación.
Está muy bien tener la aspiración de que nuestro sistema de salud llegue a tener ese nivel, pero hay que reconocer que aún tenemos mucho camino por recorrer.
Lo increíble del caso, es que no son pocos los prianistas que desean fervientemente que a la doctora Sheinbaum le vaya mal, sin ponerse a pensar que si a ella le va mal, a México también. Desde luego que a ellos y sus intereses, eso poco les importa.
Yo por mi parte le deseo a todo México, y en especial a quienes lean estas líneas, un 2025 sobrecargado de salud, prosperidad y ¡mucho bienestar!
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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