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    noviembre 21, 2024 | 1:58

    ¿40 millones son muchos o pocos?

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    Definitivamente muchos. Pero en este caso, solo uno constituye ya una verdadera tragedia y un profundo fracaso como sociedad y humanidad.No son hombres ni mujeres atados a gruesas cadenas y pesados grilletes, no se ofertan en las plazas públicas, ni hay leyes o decretos en los cuales se establezca que no son objeto de pleno derechos humanos, sociales, cívicos y laborales. Si bien, mundialmente fue abolida la propiedad legal de otra persona, en 94 países, el 49%; no existe la manera de procesar o castigar a quien esclavice a otra persona. 

    Canadá, Perú, Chile, Sudáfrica, Madagascar, China o España, son solo algunos ejemplos de países en los cuales no se contempla como delito la esclavitud, sencillamente porque al ser abolida de manera mundial sus códigos penales no la contemplan, la única forma de ser procesados estos abusos es de manera indirecta, a través de otros delitos como la trata de personas. 

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    La esclavitud existe, no es un mito es una realidad palpable y dolorosa para millones de seres humanos en el mundo. 

    La trata humana, el matrimonio forzado, la esclavitud sexual, laboral y el trabajo infantil son las principales modalidades de esclavitud en el S. XXI, las que como siempre a lo largo de su historia, se cierne sobre los más vulnerables. 

    Por más inverosímil que pueda parecer, en extensas regiones de África, principalmente en Chad, Níger y República Centroafricana existen bandas que se dedican a secuestrar adolescentes y jóvenes para venderlos por 200 dólares y luego ser revendidos por 400.

    Las nuevas formas de esclavitud suponen situaciones de lo más abyectas e inimaginables posibles. Las personas que sufren de esta condición de manera temporal o permanente se ven sometidas a múltiples explotaciones, ya sea de carácter sexual, trabajo forzado, mendicidad y servidumbre hasta robo de órganos.

    La esclavitud en el S. XXI es un tabú tan grande que, a pesar de estar a la vista de todos, es casi invisible para gobiernos y sociedad. Recuerdo un restaurante chino en la ciudad de Barcelona, el cual nunca tenía atención al público, cuando algún cliente ocasional llegaba le decían que por el momento no había servicio, en realidad, el restaurante era el frente de una gran bodega con sótano en la cual los vecinos sospechaban se fabricaba ropa, pues por las tardes y noches, era grande el trajín de grandes rollos de tela, cajas, insumos que ingresaban y que salían en grandes bolsas negras de plástico directo al “top manta” que es la forma en se conoce a los vendedores ambulantes y sin permiso que en cuestión de minutos montan sobre una manta una venta relámpago de ropa de imitación de las grandes tiendas. 

    Jamás ninguno de los vecinos llegó nunca a ver a ningún empleado en ese sótano, solo el sonido de las máquinas llegaba al exterior, la misma policía decía que seguramente en el lugar había un gran número de trabajadores chinos ilegales, pero que “así eran ellos” haciendo referencia a las condiciones de semi esclavitud bajo las cual se produce en las zonas más pobres de China. Pasando lamentablemente por alto los graves indicios de una actividad criminal bajo un argumento racista y político económico de un régimen. 

    Fábricas de producción barata e ingente, enormes barcos pesqueros que pasan largos periodos en altamar tocando tierra una o dos veces por año, minas de oro, diamantes y carbón, plataformas petroleras y extensos cultivos legales e ilegales, son algunas de las principales actividades en las que se utiliza mano de obra vendida, comprada. Esclavizada.

    Pero estas actividades por su complejidad, tamaño y lo apartadas que están del ojo público y del control gubernamental, han favorecido el florecimiento de estas prácticas inhumanas, que contrario de lo que pueda pensarse, la esclavitud convive con nosotros en diversas formas, bajo formas de mendicidad, de trabajo infantil, explotación sexual, doméstica.

    De los más de 40 millones de esclavos modernos que existen hoy en día, se estima que poco más de la mitad, 21 millones de ellos se encuentran en el ámbito laboral, el 15% corresponde al tráfico y explotación sexual y 11% de víctimas son niñas y niños. Del total del universo de personas explotadas sexualmente, el 98% son mujeres y niñas. 

    Es tan grande el negocio del tráfico, trata y esclavitud humana, que en poco tiempo ha dejado muy atrás toda actividad ilícita como armas y drogas. 

    De acuerdo a la ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) los trabajos forzosos generan beneficios ilegales por valor de 150.000 millones de dólares al año.

    La explotación sexual genera unos 21 mil 800 dólares de media para los traficantes por cada víctima y en el caso de la explotación a menores las ganancias son mayores ya que la media es de 30 mil dólares al año por cada víctima. 

    Si usted ha llegado hasta aquí, seguramente usted está pensando en los países con mayor pobreza y atraso en África y Asia, pero no es así, en Norteamérica y Europa también hay esclavitud y América Latina no ha escapado de esa situación. 

    De hecho, detrás de la migración hacia Estados Unidos y Europa, más allá de las mafias subyace un tema de esclavismo moderno.

    En México las estimaciones varían sobre el número de personas víctimas de la esclavitud, pero la cifra va de 270 mil a 300 mil. Muchos de ellos tomados por el narcotráfico, cautivos cuidando plantíos de mariguana y amapola o en laboratorios de metanfetaminas no muy lejos de aquí, en el sur del estado, en la sierra de Chihuahua. Otros a todo lo largo del país dominado por el crimen organizado en el campo, la sierra, selva, ciudades o prostíbulos. 

    En ningún momento en la historia como hoy el número de esclavos había sido tan alto, la esclavitud está escondida frente a nuestros ojos, pero para poder visibilizarla es necesario tomar conciencia y fortalecer a los Estados en materia de protección a los derechos humanos en especial en materia de género e infancia, pues esta problemática afecta de manera desproporcionada a mujeres y niñas.

    Pero más allá de la importancia de encuadrar este crimen de manera amplia en todos los códigos penales del mundo, lo que se hace imperante es retomar la conciencia de humano. El renacer de una cosmovisión y corriente de pensamiento que privilegie el ser humano y la vida por encima de todas las cosas. 

    Es necesaria una revolución de la conciencia. No será posible superar la degradación humana sin educación para todos y el aprovechamiento de la tecnología. El sentido de humanidad y comunidad es lo que ha permitido en otras épocas sacar de la oscuridad a nuestra especie y será lo que nos permita hacerlo otra vez. 

    Conciencia y corazón es lo que hace falta para ver en otro ser humano un igual, un alma, un semejante y no una mercancía intercambiable. Son más de 40 millones y no son invisibles, puede ser tu vecino, tu hermano. Puedes ser tú. 

    Claudia Vazquez Fuentes
    Claudia Vázquez Fuentes

    Analista Geopolítica.

    Maestra en Estudios Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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