Hace 20 años, en abril de 2005, el pueblo de México fue testigo de uno de los episodios más vergonzosos de la democracia contemporánea: el intento de desafuero contra el Lic. Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Este acto fue un intento burdo del régimen por frenar —a través de medios judiciales, y no por la vía democrática— a quien ya se perfilaba como una verdadera amenaza para el sistema de privilegios y corrupción que por décadas gobernó de espaldas al pueblo y sus necesidades.
Usando como pretexto una supuesta desobediencia judicial en el caso conocido como “El Encino”, el desafuero fue orquestado desde Los Pinos, con la abierta complicidad del PRI y del PAN, y con la participación subordinada del Poder Judicial, al servicio del Ejecutivo.
Fue, sin lugar a dudas, una muestra clara de cómo los intereses conservadores intentaron frenar el avance de un movimiento que emergía con fuerza y legitimidad. Un movimiento encabezado por un hombre que se atrevió a decir lo que nadie decía y a hacer lo que nadie se atrevía: gobernar para los pobres, con honestidad y una profunda convicción ética.
“Tengo la certeza absoluta de que no se me juzga por violar la ley, sino por mi manera de pensar y actuar, y por lo que pueda representar, junto con otros mexicanos, para el futuro de nuestra patria”, pronunció López Obrador en el Congreso de la Unión, marcando el inicio de una resistencia civil pacífica que transformaría la conciencia política y democrática del país.
El intento de desafuero no sólo fracasó: se convirtió en el catalizador de un movimiento social sin precedentes. Porque, a pesar de los ataques judiciales y los linchamientos mediáticos, lo que lograron fue encender la chispa de la organización popular. El pueblo vio, el pueblo sintió… y el pueblo despertó.
En 2006, se consumó el primer gran fraude electoral del siglo XXI. Millones de votos fueron alterados, manipulados o desaparecidos, imponiendo a un presidente espurio. Pero el movimiento no se detuvo; siguió avanzando con convicción, resistencia y esperanza.
En 2012, la historia volvió a repetirse: compra masiva de votos, manipulación mediática y una elección diseñada para favorecer al candidato del sistema. Pero una vez más, el pueblo no se rindió.
De esa larga historia de lucha nació el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), que no fue sólo una opción electoral, sino una fuerza ética, política y social construida desde abajo, por y para el pueblo.
Hoy, a dos décadas de aquel intento de desafuero, la Cuarta Transformación es una realidad. El gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo, ha llegado como resultado de esa lucha tenaz.
La historia ha comenzado a dar su veredicto. Aquellos que intentaron aplastar un movimiento legítimo hoy son juzgados por el pueblo… y lo serán también por la historia. Porque, como dijo Andrés Manuel en aquel discurso inolvidable:
“Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí, nos juzgue la historia.”
Y la historia ya comenzó a hablar.
Y ha dejado claro quién estuvo del lado del pueblo…
y quién del lado de los privilegios.

Leticia Ortega Máynez
Ingeniera apasionada por las matemáticas y la investigación. Con doctorado en Manchester, ha contribuido al procesamiento de imágenes médicas. Además, ha participado activamente en movimientos sociales y políticos, abogando por los más vulnerables. Actualmente es Diputada Local por el Distrito 02 en Ciudad Juárez.
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