Decía mi abuelita, que Dios la tenga en su santo reino… ¡Chiquillo del demonio!, te estoy viendo… te voy a dejar, nomás para ver hasta dónde llegas.
Era una expresión intimidante. Nunca querrías llegar más allá, para descubrir que pasaba en los límites aquellos a dónde podrías llegar.
Seguramente no pasaba nada, pero cuando decía ¡a ver hasta dónde llegas! Suponías lo peor.
Uno tenía, “temor de Dios”, de los abuelos y los papás.
Una simple mirada bastaba para retraer cualquier intención.
Y se fueron perdiendo esos temores, que forjaban la personalidad de uno para acercarlo al bien más que al mal.
Hoy podemos ver como nuestro alcalde poseído por el mal de hybris y devorado por la codicia, hace y deshace sin que haya poder humano sobre la tierra que lo pueda detener.
Es intocable
Pero el colmo de la indecencia llega al momento de sugerir que un regidor bajo su férula, se comprometa a generar los convenios y contratos de dinero para beneficio de la televisora de su propiedad, intentando evadir el evidente conflicto de intereses a que alude la ley.
Es posible que se salga con la suya, pues como ya dije, no hay poder que lo detenga.
Tiene como comparsa al mismísimo gobernador y por consecuencia al fiscal general que hacen la mirada hacia otro lado para dejarlo hacer sus negocios chuecos.
Ojalá los diputados en el congreso pongan cartas en el asunto.
Raúl Ruiz
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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