“Ya hay quienes justifican de nuevo la corrupción con tal de vencer al populismo”
-Javier Corral Jurado, frase pronunciada en su último informe de gobierno.
De Javier Corral Jurado, exgobernador de nuestro Estado, se pueden decir muchas cosas menos que pasa desapercibido.
Demostró ser una persona sobresaliente desde sus mocedades; concretamente, a los 11 años, creó un periódico estudiantil, llamado El Chisme, por el cual, a la postre, habría de recibir el Premio Internacional de Periodismo directamente de las manos del entonces Vice Presidente Walter Mondale.
De ahí paso a reportear, siendo apenas adolescente, para los principales periódicos de Ciudad Juárez, que por aquel entonces eran el Fronterizo, El Diario de Juárez y el Norte, llegando, con apenas 16 años, a fungir como secretario general de la Asociación Estatal de Periodistas Chihuahuenses (AEPCH).
También tuvo su paso noticioso por las televisoras locales, empezando primero en el Canal 5 para, posteriormente, brincar al Canal 44 de la familia Cabada. Permanecería en este último medio hasta 1982, de donde saldría para hacer política de lleno por el entonces combativo Partido Acción Nacional.
En el inter fue coordinador editorial y subdirector en El Norte; fundador de la revista Semanario; se hizo acreedor a la Columna de Plata de la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez; Igualmente obtuvo el Premio Estatal de Periodismo por la APECH y el Premio Nacional de Periodismo otorgado por el Club de Periodistas de México. Todo lo anterior, antes de cumplir los 20 años.
A partir de 1982, se afilia al PAN. Algunas fuentes dicen que fue después de que, como reportero del 44, entrevistó a Pablo Emilio Madero. Lo cierto es que trabajó muy de cerca con la estrella en ascenso del panismo por aquellos años: Francisco Barrio.
La quiebra política del priismo era cada vez más evidente, especialmente después que se da la ruptura del gobierno de López Portillo con la clase empresarial a raíz de la expropiación de la banca. Es entonces que los barones del dinero deciden dar un escarmiento a la clase política oficial, apoyando al partido al PAN, que por tantos años había venido luchando por la democratización de la sociedad. A esa ola se subió Corral.
Le tocó vivir los últimos años de verdadera oposición del panismo, participando activamente durante las elecciones del llamado Verano Caliente del 86, llegando a ser, ya en 1992, diputado local. En ese momento, una nueva versión del PAN estaba naciendo, el PAN de las Concertacesiones de Fernández de Ceballos y Salinas.
A pesar de que el amasiato a nivel nacional entre el PRI y el PAN, era evidente, Javier siempre mantuvo una posición crítica, primero como diputado federal en 1997, y luego como Senador de la Republica a partir del 2000. Esa posición critica no fue solo en contra del PRI, sino también en contra personajes de su propio partido.
Memorables fueron las disputas que mantuvo con Vicente Fox y Felipe Calderón – a quien responsabilizó de la debacle del partido- por modificaciones a las leyes que Corral consideraba como atentatorias de la libertad de expresión o que beneficiaban de manera evidente a los monopolios de los medios de comunicación, léase Televisa y Televisión Azteca.
Esas posturas independientes, criticas y progresistas le valieron el acercamiento con la izquierda, por lo que, en las elecciones para gobernador del 2004, el PAN lo hizo en alianza con el PRD, entonces verdadero partido político, no el zurrón desfondado de sus últimas tristes horas.
También tendría un rompimiento con Ricardo Anaya, brazo ejecutor del aniquilamiento electoral del PAN durante la elección para dirigente nacional en el 2015. Finalmente, en el marco del Pacto Por México, mantendría posiciones divergentes a las oficiales del PAN, sosteniendo un encendido debate con el prominente panista Javier Lozano. A final de cuentas, solo Corral y Ruffo Appel, habrían de votar en contra de la reforma energética del fugado Peña Nieto.
Todavía logró obtener la candidatura a la gubernatura por el PAN en el 2016, no sin dificultades internas, ante un panismo ya muy deslavado, entregado a los negocios y acuerdos turbios con el entonces gobernador priista Cesar Duarte.
A pesar de que se veía difícil el triunfo, el hartazgo ante la corrupción descarada del Nuevo Priismo de Peña Nieto, representada en Chihuahua por Cesar Duarte, es que la sociedad le da un triunfo contundente. Paradójicamente, ahí empieza su caída.
Aquel gran tribuno que enfrentó con valentía y éxito a dos presidentes emanados de su propio partido, no comprendió lo que la sociedad esperaba de él. Su gobierno fue mas bien gris, desdibujado entre su afición al golf y sus paseos en la flotilla de aviones comprada por el exgobernador Duarte.
Como legislador fue el menos panista de todos, pero como titular del ejecutivo fue un panista más. Quizás, con la única salvedad de que no se le conocieron negocios particulares. No se hizo socio de ningún banco, ni tiene grandes ranchos con cientos o miles de cabezas de ganado.
El único acto trascendente que tuvo, fue haber logrado la encarcelación del exgobernador, y desenmascarado la red de complicidades y sobornos de la llamada Nomina Secreta. Gracias a eso sabemos que la actual gobernadora, Maru Campos, recibió alegremente dinero de Duarte. Lo mismo que Cruz Pérez Cuellar, Armando Cabada, y muchas otras figuras de la entonces “oposición” al PRI.
Yo no sé si el exgobernador Javier Corral incurrió en el delito que le imputa la Fiscalía Anticorrupción de nuestro Estado; dice el fiscal, Abelardo Valenzuela, que desvió noventa y tantos millones de pesos para pagarle a una consultora con la finalidad supuesta de hacer una reestructuración a la deuda del Estado. Personalmente no creo que se haya beneficiado de ese dinero si es que hubiera habido tal desfalco.
De lo que si estoy convencido es de que, como dice el clásico, en política, la forma es fondo, y en este caso, la otrora beneficiada del dinero de Duarte, la gobernadora Maru Campos, fue muy obvia en su intento de golpear a Corral. No se buscaba detener al exgobernador, como inocentemente lo declaran, sino golpearlo mediáticamente para minar la posibilidad de que tuviera una posición de relevancia en el próximo gabinete de Claudia Sheinbaum.
Creo que les saldrá el tiro por la culata porque Javier, en el Senado, es como pez en el agua.
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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