Incontables han sido las ocasiones en las que, de manera privada, diversas personas me han compartido algunos síntomas o molestias que llevan padeciendo desde hace días, o inclusive meses. Aunque los síntomas, la edad y sexo de las personas son distintas, todos coinciden en dos aspectos: uno, en que no han acudido al médico; y dos, en tener miedo de que pudieran tener alguna enfermedad grave.
Aunque estos últimos puntos parecieran contradictorios, son un reflejo de nuestra cultura y de nuestro sistema de salud.
Como hemos comentado en columnas anteriores, como “antes de gritar”, el sistema de salud mexicano está rebasado, siendo imposible que las instituciones de salud pública puedan satisfacer las necesidades de salud con el personal, la infraestructura y el presupuesto actual.
Esto quiere decir que, el personal de salud con el que se cuenta, debe atender a una vasta cantidad de pacientes, haciendo uso de un mobiliario y equipo que también son insuficientes para ofrecer los servicios requeridos. Impactando en situaciones, como en los largos tiempos de espera, para recibir una cita médica y para realizarse estudios médicos.
Ante esta situación, es común que las personas decidan “aguantar” sus síntomas hasta que desaparezcan, o sea urgente acudir a la institución de salud para recibir atención.
Otro camino que se suele tomar para actuar ante los largos tiempos de espera es acudir a un servicio de atención privada, recurriendo al gasto de bolsillo. El gasto de bolsillo es aquel que la persona destina para cubrir sus necesidades de salud y por lo general contempla gasto de consulta, estudios, medicinas, transporte, hospitalización y deducibles cuando es necesario.
Según la OCDE, México es uno de los países que más gasto de bolsillo asigna a la salud. Al no poder atender sus necesidades médicas a través de las instituciones públicas, un gran número de mexicanos acude al sector privado. De manera interesante, gran parte de esta población acude al médico privado hasta que los síntomas impactan de manera agresiva en su día a día; o bien, llevan un tiempo prolongado sin presentar mejoraría. Esto quiere decir que, también en esta opción, los pacientes acuden al médico cuando los síntomas han empeorado.
Lamentablemente, cuando la persona espera y acude a recibir atención médica hasta que los síntomas han agravado, se pueden causar problemas de salud mayores, los cuales pudieran requerir una atención médica especializada, tratamientos más largos, agresivos y caros.
Rápidamente podríamos catalogar esta decisión como un acto de irresponsabilidad por parte de los pacientes; pero, ¿qué pasa cuando su situación económica no les permite acudir al médico privado de manera oportuna? Si su derecho de recibir una atención médica de manera oportuna no puede ser satisfecho, ni respetado por las instituciones de salud pública, entonces, ¿qué otras opciones tienen los pacientes? ¿Los pacientes esperan por decisión o porque no tienen opción?
Definitivamente la respuesta dependerá de cada paciente y cada diagnóstico. Lo que si es seguro, es que si queremos crear mejoras a la atención médica, es necesario reflexionar sobre estas situaciones que se viven en nuestro país. Entendamos las distintas realidades que atraviesan los pacientes, y podremos generar soluciones que acaben con la eterna espera.
Lourdes Tejada
Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.