Esta semana, se acercaron a mi casa dos hombres que no había visto antes. Al escuchar ladrar a mis perros con cierta intensidad, decido abrir la puerta para encontrarme con dos hombres -quienes, al detectar que los estaba observando- con una sonrisa vaciladora decidieron explicarme que hacían frente de mi hogar.
Al pedirme ubicar la escalera frente a mi casa para poder acceder al techo el vecino, uno de los hombres -a quien repito, no había visto antes- agrega: “al cabo no está su esposo”. ¿Cómo? ¿Cómo sabe cuándo mi esposo está o no está en casa? ¿Qué tiene eso que ver con el hecho de poder ubicar la escalera? ¿Qué diferencia hace el que mi esposo esté o no? Y, ¿por qué es necesario traerlo al tema? Ese comentario fue más que incómodo.
Justo después de escuchar la frase, no pude evitar recordar las experiencias que amistades o compañeros lamentablemente han tenido con el robo de su casa. No solo porque, efectivamente, mi esposo no se encontraba en casa en ese momento; sino porque estoy consciente del -lamentable- contexto en el que vivo y los riesgos que corro aun estando en casa. Y sobre todo, estoy consciente de que esos riesgos cambian, y en ocasiones, aumentan simplemente por el hecho de ser mujer.
Tan solo basta consultar los datos del Observatorio Ciudadano de Prevención, Seguridad y Justicia del estado de Chihuahua, para conocer que de enero a julio se ha presentado una frecuencia mensual de mínimo 64 robos a casa habitación en nuestra ciudad; destacando el mes de marzo con 94, el mes de mayo con 105 y los meses de junio y julio con 90 respectivamente.
Aquí es necesario resaltar que estas cifras son la sumatoria de los casos de robo con y sin violencia.
Tal vez estas cifras no parezcan tan altas o alarmantes para algunos, pero estamos hablando de familias que -con o sin violencia- sufrieron un daño a su patrimonio y un impacto en su salud emocional -y física-; sobre todo aquellas personas que estaban dentro del hogar al presentarse el suceso.
Al toparse con situaciones que nos hagan incómodos, o nos parezcan sospechosas, siempre es necesario actuar y llamar a alguien -un vecino o incluso la policía- para expresarle la situación. Desde hace varios años, ya no basta con mantenerse informados, ahora hay que estar alertas.
Alerta incluso dentro de tu casa, donde por más rejas y bardas que pongas, un simple “al cabo no está su esposo” te hace sentir que nunca podrás estar totalmente protegida.
Lourdes Tejada
Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.