El cambio político en México, la apertura de su sistema, la inacabada y siempre amenazada democratización de sus instituciones; tienen su origen en la construcción de ciudadanía y para ello la aportación de mexicanos como Carlos Castillo Peraza ha resultado fundamental.
El gran mérito de Castillo Peraza fue probablemente el haber conjugado las ideas con la acción. Prolífico intelectual, católico, periodista, convencido panista; pudo en su momento vencer las inercias y resistencias de las posiciones tanto de extrema derecha como de extrema izquierda y del entonces autoritarismo priista.
Su orientativa labor en la divulgación de las ideas, su trabajo desde las bases del PAN, su gran capacidad de negociación, el manejo ético de su vida pública y privada, su congruencia ideológica y práctica, así como su oficio político fueron invaluables para que en México se organizaran elecciones creíbles y se respetara por fin la voluntad popular ejercida en las urnas.
Luego de las elecciones presidenciales de 1988, Castillo Peraza sería parte de aquel gabinete alternativo de Maquío Clouthier. Ante el fraude electoral, Acción Nacional vivía momentos de definición, dentro del partido muchos se resistían a entablar el diálogo con el gobierno.
El gobierno salinista, ilegítimo, pero gobierno al fin, negoció con el PAN las primeras e incipientes reformas tendientes a respetar el sufragio popular. Es así que poco a poco se comenzaron a reconocer los triunfos panistas en algunos estados y ayuntamientos importantes, Castillo Peraza sería actor destacado en dichas negociaciones con el régimen priista.
Pero para el también yucateco, no se trataba de simples transacciones políticas; se trataba de dar paso a garantizar un padrón de electores confiable, al sufragio efectivo a través de una credencial para votar, a la organización de auténticas elecciones por parte de un organismo imparcial y a un financiamiento y acceso a medios más equitativo entre los partidos políticos.
Aunque, como se acredita en su vasta obra y en sus discursos, lo más importante para él era el ejercicio de ciudadanía del que cada vez más mexicanos eran conscientes y dispuestos a ejercerla, con libertad y con responsabilidad. Si algunos le pudieran acusar de pragmático o concertacionista nadie podrá negar que, a diferencia de otros, fue un pragmatismo sustancial y con causa.
A principios de 1993 Castillo Peraza asume la presidencia nacional del PAN e inicia una andanada de triunfos electorales para este partido, una verdadera revolución ciudadana iba a conformar lo que por años serían bastiones panistas en muchos municipios importantes.
En 1995 firma con Ernesto Zedillo y con otros grandes intelectuales; Porfirio Muñoz Ledo entonces presidente nacional del PRD y María de los Ángeles Moreno entonces presidenta nacional del PRI; Los Compromisos para un Acuerdo Político Nacional que sería un paso determinante para el fin del presidencialismo sin contrapesos y para la alternancia política del año 2000.
Aquí diría: Somos conscientes de que la democracia no es garantía contra el error posible, sino seguridad de que el error cometido será rectificado. Lejos de buscar el poder por el poder, para él la victoria en las urnas era consecuencia de “la victoria cultural”; el uso de la ciudadanía, la crítica acompañada de propuesta, el programa sobre los nombres y hombres, la autoridad moral.
Optó por no reelegirse y entregó la presidencia del PAN con más estados y municipios gobernados por Acción Nacional que sus antecesores, buscó que los gobiernos blanquiazules se diferenciaran de los tricolores a los que tanto señalaron y promovió los valores panistas en razón de hacerlos un medio para transformar el sistema.
Considerado un fuerte aspirante a la Presidencia de la República hacia el año 2000 y pudiendo optar por alguna curul plurinominal en el congreso, se aventura a competir por la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal en 1997. Al principio bien posicionado, es relegado al tercer lugar en los resultados electorales en la Ciudad de México, hasta hoy bastión de la izquierda.
La dolorosa derrota en la Ciudad de México le abría el camino al otro fuerte aspirante presidencial blanquiazul Vicente Fox, en quien Castillo Peraza veía los riesgos, cuando no advertía, de llegar al poder bajo el pragmatismo ramplón, sin un modelo consolidado de gobierno y sin la suficiente claridad en la visión de Estado.
“No son ni deben ser distintas la moral en el poder y la moral en la oposición. El sometimiento de la política a la ética es una radical afirmación del partido. A ella nos hemos atenido y nos seguiremos ateniendo…” . Así advertía sobre la doble moral tan proclive a suceder ya en el poder.
“No soy hijo de panistas, no soy panista de invernadero, aprendí al PAN en la calle, soy panista como ustedes, panista silvestre, panista del engrudo, panista de la barda, panista del volante, de la casilla y de la candidatura entre los tiros de la policía. No me fui en el tiempo difícil y no llegué en el tiempo de las victorias fáciles, aquí he estado con ustedes todo el tiempo… . Al año de este discurso renunciaría a su militancia en Acción Nacional, su muerte física se daría en septiembre del año 2000.
Sin duda un mexicano que con sus ideas y acción organizativa contribuyó al bien de la Nación, a formar ciudadanos libres y comprometidos con el cambio social. Larga vida a Carlos Castillo Peraza.
“La integridad de los justos les sirve de guía; pero la perversidad de los pérfidos los arruina.”
(Proverbios 11:3)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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