Hola Tania:
Tú no me conoces pero vivimos en la misma ciudad, estudiamos en la misma facultad y técnicamente nos dedicamos a lo mismo: Medios.
Pude haberte hecho llegar esta carta de manera privada a través de algún conocido en común pero he decidido hacerla pública porque creó que alberga el sentir de varias personas con las que he conversado respecto a tu situación.
Como miles de cibernautas, fui presa de las opiniones y emociones encontradas que tú y tu compañero provocaron el pasado lunes.
Cuando vi el primer vídeo, en donde Enrique, al que tampoco conozco personalmente, sentí unas terribles ganas de golpearle los bajos. No siento recelo en admitirlo, es natural, siempre (o casi siempre) nuestra naturaleza humana nos mueve a querer proteger por inercia al que evidentemente tiene una desventaja. Sentí asco, y hasta me identifiqué contigo.
Resistir lo que nos hace sentir incómodas es algo que está en nuestra mente, implantado por la cultura machista en la que vivimos. Es histórico; antes, cuando las mujeres se enojaban o simplemente se quejaban de cualquier situación, eran consideradas como histéricas y llevadas al psiquiatra. Puedes buscar información al respecto del tratamiento de la histeria.
Es de esa forma como tú y como muchas más que yo también he soportado cientos de comportamientos inapropiados, por culpa de ese maldito chip social.
Como hace algunas semanas cuando un conocido tocaba mi pierna debajo de la mesa en una conferencia alegando “jugar a excitarme” y yo no puede decirle que se detuviera ni mostrar abiertamente mi incomodidad, porque el chip me decía que “así me llevaba” con él y que eso era culpa mía. (Claro que jamás yo le toque o le hice alguna insinuación sexual explícita).
Hasta después entendí que estaba enojada con justa razón, y me lamenté, como otras veces en otros episodios, de no haber sido capaz de proteger de mi misma en el momento indicado.
Yo no soy tan bonita como tú, pero igual en la calle los hombres me han llevado a los extremos de bajarme del transporte llorando de rabia, o tener que inventar teléfonos para que me dejen en paz. No es cosa de “feminazis”, te lo juro, es algo tristemente cotidiano.
Empecé de reportera a los 19, trataba con muchos hombres, aprendí a hablar su idioma, sé “defenderme” del doble sentido y lo hago siempre que debo hacerlo, con ello consigo un trato sexual menos hostil (cuando una mujer responde, deja de ser divertido hacerla sonrojar), hasta me he hecho de buenos amigos.
Dicho todo esto, quiero que entiendas que tu caso es de importancia vital, y no “viral”.
Por eso, cuando apareciste en el video riéndote, diciendo que todo estaba bien y que el único objetivo era llamar la atención, me sentí enojada, burlada, como alguien que se estaba riendo de una herida.
Y diciendo esto quiero exponente lo siguiente, hay de dos sopas:
La primera es que de verdad te hayan obligado a desdecirte con alguna argucia, haciéndote perder no solo tu dignidad, sino también tu credibilidad. Eres una víctima y quiero reiterarte mi apoyo, y además instarte a hablar, aún tienes los reflectores sobre ti, difícilmente te harían daño al exponer la verdad y estoy segura que somos muchos los que te ayudaríamos de mil maneras a buscar justicia. No solo eso, Tania, sino que serías la inspiración de miles de mujeres que a diario son acosadas sexualmente, incluso de formas más crueles e Intolerables que en tu caso, y estoy segura que en el ámbito laboral (si acaso eso te detiene) dudo que alguien te cierre las puertas (quizá hasta provocarías un efecto contrario).
Habla Tania, no te calles.
La otra, es que todo haya sido montado como un juego y que tu post anterior argumentando que te amedrentaron haya sido una mentira para dejar al ciberespacio en la misma zozobra de no saber si enojarnos por una cosa o por la otra.
En ese caso, no puedo apoyarte, porque va contra mis principios el hacer mofa de las cosas que tienen un costo social tan grave. Pero no te juzgó y te comprendo, pues tú sigues siendo la víctima.
Víctima del machismo y la “neocacería” de las “feminazis”, de la banalización de la lucha contra la violencia de género, de la industria del internet en donde nuestra importancia se resume a números de likes y seguidores.
Quiero que cierres los ojos y visualices a todas las mujeres que conoces, de ellas, elige a 10 que tengan un trabajo. De ellas, al menos una va a decir que la acosaron sexualmente en el trabajo, que su jefe le negó el aumento porque no aceptó salir con él, que un colega le dice piropos que la dejan de mil colores, o que en más de una ocasión, alguno de los directivos se quiso propasar con ella.
Y lo más triste, una de ellas lo va a decir, pero las otras no, aunque es muy probable que pasen por lo mismo. Además de lo frecuente de esta situación de violencia, el no denunciar y el subestimar la denuncia para “que no digan que soy sangrona” “porque necesito el trabajo” “porque no sirve de nada o no me van a creer” es el verdadero enemigo cultural en contra del problema.
1.4 millones de mujeres que no pueden trabajar ni crecer profesionalmente por culpa de hombres acosadores, ¿te das una idea de cuanta gente es todo eso? , sin contar las que no lo dicen, que son muchas más.
A este punto podrías decir “No es para tanto” “Era una broma” “Así nos llevamos”, pero cualquiera de estas excusas minimiza al grave problema, y lo que verdaderamente estas diciendo es que es gracioso cuando una mujer se enoja porque alguien la manosea o la “piropea” o cree que puede hacer uso de su cuerpo para satisfacer sus antojos sexuales.
Para acabarla de amolar, estas dando ese mensaje en una ciudad famosa mundialmente por sus feminicidios, en donde han intervenido organismos internacionales como la ONU, ¿crees que esa situación es graciosa de algún modo? ¿”Las muertas de Juárez” “El comité de padres y madres de hijas desaparecidas” te causan gracia?
De antemano, deseo que esta situación sirva de algo para ti y para mí y para todas las mujeres, para que no nos dejemos de las cosas que nos hacen sentir incómodas y nos atrevamos a dar un par de puñetazos cuando alguien se quiera pasar de listo, y sobre todo, para dejar de creer que el tocar a una mujer en contra de su voluntad es aceptable, pues ¡Nunca lo es!
De corazón deseo que tu situación se arregle y que no formes parte del problema nunca más.
Karen Cano
Escritora, feminista y periodista de Ciudad Juárez, sobreviviente de la guerra contra el narco, egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua, reportera desde el 2009; ha trabajado para distintos medios de comunicación y su trabajo literario ha sido publicado en Ecuador, en Perú y en distintas partes de México.