En el verano de 1986, Chihuahua no solo soportó las altas temperaturas típicas de la región, sino que también fue testigo y protagonista de un evento que marcaría un cambio significativo en la historia política de México. Esta columna busca explorar cómo un fraude electoral desencadenó una oleada de cambio y democracia en este estado fronterizo, dando paso a una nueva era en la vida política del país.
El 6 de julio de 1986, la ciudad de Chihuahua amaneció con la promesa de una jornada electoral crucial. Francisco Barrio Terrazas, candidato del partido Acción Nacional (PAN), se perfilaba como un favorito con un respaldo notable en la región, simbolizando la esperanza de un cambio significativo frente al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Fernando Baeza. La elección, sin embargo, se vio empañada por un fraude electoral evidente, con irregularidades que desencadenaron la indignación popular.
Este evento no solo capturó la atención nacional, sino también la mirada internacional, poniendo en evidencia la cerrazón del sistema político mexicano de aquel entonces. Las protestas y enfrentamientos que siguieron reflejaron no sólo un rechazo a los resultados electorales, sino también una inconformidad arraigada provocada por décadas de un centralismo autoritario que había marginado a la región norte del país.
La situación económica en Chihuahua, agravada por la nacionalización de la banca en 1982 y medidas económicas restrictivas, fue un catalizador para este descontento. El control cambiario y la devaluación del peso afectaron profundamente a la clase media y a los empresarios locales, exacerbando el sentimiento de desconexión con el poder central.
El fraude electoral de ese verano no solo marcó el inicio de un movimiento democrático en Chihuahua, sino que también fue un detonante para una transformación política en todo México. La lucha por la justicia y la democracia, iniciada en aquellos días calurosos de 1986, continúa resonando en el México de hoy, recordándonos la importancia de la vigilancia ciudadana en los procesos democráticos.
La historia de Chihuahua en 1986 no deja de ser un recordatorio poderoso de cómo la acción colectiva y la participación ciudadana pueden desafiar y eventualmente cambiar estructuras de poder arraigadas. El “Verano Caliente” de Chihuahua no solo es una página importante en la historia mexicana, sino también un ejemplo inspirador de la resistencia y el compromiso de una sociedad en busca de democracia y justicia.
En el contexto de esta parte crucial de la historia, es por lo que resulta difícil comprender la alianza actual entre partidos históricamente antagónicos como el PAN y el PRI. Esta colaboración parece contradecir los principios y las luchas que definieron a cada uno durante el turbulento verano de 1986.
A la luz de estos acontecimientos, es por lo que algunos observadores y ciudadanos interpretan dicha alianza como una búsqueda de perpetuarse en el poder, priorizando la consolidación política por encima de las ideologías y valores que en su momento parecían distinguir a cada partido.
Este fenómeno, donde la aspiración al poder parece sobrepasar las diferencias ideológicas, plantea preguntas significativas sobre la naturaleza y el futuro de la política mexicana, recordándonos que la historia a menudo ofrece lecciones valiosas para el presente y futuro de la democracia.
¿Qué nos depara políticamente para el 2024? Ya es tiempo de reflexionar y formar criterio informado, si bulos ni dogmas partidarios. Ejerzamos nuestro derecho ciudadano.
David Gamboa
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.
