En los últimos días, un polémico video ha sacudido la campaña presidencial en México. Juan Pablo Sánchez Gálvez, hijo de la candidata Xóchitl Gálvez, fue exhibido en estado de ebriedad insultando y agrediendo a los guardias de seguridad de un bar en la zona de Polanco, Ciudad de México. El incidente ha generado controversia y ha puesto de manifiesto la doble moral que a menudo prevalece en la política.
El video muestra a Juan Pablo en una situación comprometedora. Aunque él emitió una disculpa pública y aclaró que el material era antiguo, aunque ahora sabemos con precisión que data del 17 de noviembre pasado, la circulación del clip provocó que renunciara a su papel como coordinador nacional de “Jóvenes sin Miedo” en la campaña de su madre. La reacción fue inmediata: la doble moral se hizo evidente.
La doble moral es un fenómeno común en la política. Los políticos a menudo exigen un comportamiento ejemplar de los demás mientras justifican sus propias acciones controvertidas. En este caso, los obradoristas han aprovechado la situación para atacar a Xóchitl Gálvez y su familia. Sin embargo, es importante recordar que todos somos humanos y cometemos errores, sobre todo cuando se se es joven. La doble moral solo perpetúa la hipocresía y la desconfianza en la clase política.
Xóchitl Gálvez ha denunciado que esta situación forma parte de la guerra sucia en su contra. Los ataques personales y la exposición de la vida privada de los candidatos son tácticas comunes en las campañas electorales. Sin embargo, ¿debería la familia de un candidato ser arrastrada a la arena política? La respuesta es sencilla: ¡no! Por un lado, los políticos deben rendir cuentas por su comportamiento y decisiones. Por otro lado, la privacidad y la dignidad de sus seres queridos también deben ser respetadas.
La doble moral y la guerra sucia son parte del juego, pero también debemos considerar la humanidad detrás de los candidatos. Como sociedad, debemos exigir transparencia y responsabilidad, pero también recordar que todos somos vulnerables y propensos a cometer errores. La verdadera prueba está en cómo manejamos esas fallas y cómo construimos un sistema político más justo y honesto.
Cuando se trata de los hijos de los políticos, a menudo se aplican estándares diferentes según la afiliación política. En el caso del hijo de Xóchitl Gálvez, su comportamiento fue ampliamente criticado y se convirtió en un tema de debate público. Definitivamente, no se deben politizar los comportamientos de los hijos de los políticos, quienes son seres humanos con errores, aún más siendo menores de edad. Sin embargo, también debemos cuestionar el comportamiento de hijos de políticos con mayoría de edad que estén involucrados en acciones cuestionables.
La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales en cualquier democracia. Los ciudadanos tienen derecho a conocer las acciones y decisiones de los políticos y sus familias. Si un hijo de un político está involucrado en un escándalo de corrupción o tiene contratos cuestionables, es legítimo que se investigue y se exijan respuestas.
En el caso de los hijos mayores de los políticos, su participación en negocios o contratos debe ser examinada con el mismo rigor. Si hay conflictos de interés o irregularidades, deben ser expuestos y evaluados. La doble moral surge cuando se critica a unos y se pasa por alto a otros.
La política es un terreno complicado y la doble moral es un problema persistente. Como sociedad, debemos exigir coherencia y responsabilidad a todos los actores políticos, independientemente de su afiliación. Solo así podremos construir un sistema más justo y transparente.
Aldonza González Amador
Criminóloga y Empresaria Juarense
Actualmente Presidenta del Organismo Nacional de Mujeres Priistas en el Estado de Chihuahua (ONMPRI) y Estudiante de Administración de Empresas en la Universidad de la Rioja España.
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