Querida Karen:
Hola, mi nombre es Ana y quiero demostrarte que el amor sí existe y es atrevido. Te contaré de mi novio: él es guapo y maneja una importante empresa del país. Lo conocí un día que fui a su despacho para entrevistarlo, y él mostró inmediatamente interés lanzándome indirectas que la verdad me hicieron sentir muy incómoda, pero bueno, no era como que un albañil en la calle me piropeara. Desde entonces se hizo presente en dónde quiera que yo estaba: en mi trabajo, en mi departamento… sin entender que tengo obligaciones, escuela y amigos que atender. ¿A poco no es súper romántico eso de que te sorprendan cuando tienes que estudiar para un examen o cuando estas con el pelo desalineado y en uniforme, en tus horas laborales?
Sabía que detrás de su semblante sombrío, su mirada fría y sus modales toscos, se escondía algo, algo que no podía descifrar a simple vista. Poco a poco me soltó la sopa: en realidad, él no cree en el amor porque alguien lo hizo sufrir mucho; aun así él quiere una relación, pero para sentirse a gusto, necesita tener el control. Sólo así siente que nadie podrá volver a lastimarlo de nuevo. ¿No es un amor? Como un cachorrito adolorido en medio de la calle, con miles de millones de dólares en la cuenta del banco y unos bíceps de revista; así que lo levanté entre mis brazos. No importa que tenga que comer a la hora que él diga y lo que diga, que tenga que usar la ropa que él quiera, que mi tiempo no le interese y que además no pueda contarle a nadie que estoy saliendo con él, porque de lo contrario, él se molestará y me abandonará; el amor lo puede todo y al final él se enamorará de mí y seremos felices y tendremos muchos hijos y perros y viviré en su mansión y me protegerá por siempre.
¡Me mostró su cuarto favorito!, un lugar lleno de látigos y vendas y juguetes sexuales de los que yo no tenía ni idea; debo admitir que soy virgen y jamás en mi vida había explorado mi cuerpo. Eso no es para mí, me da vergüenza. Gracias al cielo, mi novio me pega, me ata, me cierra los ojos y me produce orgasmos. ¿Ves? No soy una reprimida sexual, con esto demuestro que disfruto mucho del sexo, ¡oh sí! Ahora me siento una mujer liberada sexualmente y todo gracias a él, espero que al final él no sea tan frío y me ame, así como yo lo amo a él. Así que, si te das cuenta, es mejor que dejes de criticar las relaciones tradicionales Karen, porque al final, no necesitas andar de puta y de cama en cama; se trata solamente de esperar al hombre correcto que pueda mantenerte y darte hijos, darte orgasmos y hacerte feliz. Espero ansiosa tu respuesta.
Con amor, Ana.
Querida Ana:
He leído tu carta (y tu libro, que me prometió mucho sexo y que sólo me dice lo mucho que deseas que tu novio cambie, además de lo manipulable que eres) y la verdad creo que me debes una explicación. Verás, algunas personas sí nos masturbamos de vez en cuando y la literatura erótica suele ser un medio para ese fin, ¿dónde están mis orgasmos? Puede que por tener vagina se piense que lo que ocupo es una frase romántica, paseos en helicópteros, ropa y regalos caros para ponerme a modo; pero bueno, dejando de lado el documental sobre el apareamiento de las hormigas que terminé viendo después de tu novela, iré directo al grano: Ana, eres una pendeja.
Lo eres por dos razones: la primera, que necesitaste de “un indicado” para explorar tu sexualidad. Eso nos remonta, en materia de estereotipos misóginos, a varios años atrás, cuando las mujeres que se encontraban masturbándose les era cercenado el clítoris, o cuando se pensaba que este órgano no servía para absolutamente nada, dado que el proporcionar placer no se contaba como una función vital del cuerpo femenino. Segundo, vas y firmas un contrato (inválido, por cierto), que se parece mucho al que yo tengo en la empresa en la que trabajo: dice todas las cosas que debemos hacer y no nos asegura ni garantiza nada; nuestros jefes nos pueden explotar y nosotras podemos acatar. Para mí, ese es un mal trabajo y para ti, esa es una relación de ensueño, pero por lo menos a mí me pagan en efectivo.
Respecto a que nunca te has masturbado y te da vergüenza; bueno, cada quien puede hacer con su cuerpo lo que le venga en gana. Pero como dicen en este país durante cada campaña presidencial: si no vota, no se queje. No es justo dejar tus sensaciones en manos de otra persona, ahí está que los hombres se clavan mucho con eso y se dan de topes cuando no logran que la mujer llegue al clímax, aunque no alcanzarlo no significa que algo haya salido mal; es tu responsabilidad descubrir qué es lo que te gusta y lo que te hace alcanzar un orgasmo y reconocerlo como tuyo. De la misma forma que un hombre no tiene la culpa de una mujer frígida, una mujer multiorgásmica no es un trofeo. Diría Zapata: El orgasmo es de quien lo trabaja.
No me asusta que te guste que te amarren y golpeen, se me antoja poquito eso de las esposas y lo de la bañera; lo que hace que me den ganas de huir de tu cabecita, como si fueras la hija de la niña del exorcista, Samara, y Alessa de Silent Hill, es el momento en el que tú aceptas ser de las sumisas de Gray, así nomás. ¿Por qué Ana? ¿Tan necesitada de amor estás? Mira, jovencita, virgen, guapa: hay grupos de bondage, dónde te dejan hacer lo que te da la gana, y cuando sales todavía tienes el control de tu vida; hay personas que no necesitan deshumanizarte para tener una relación contigo (guiño: revisa tu friendzone); hay relaciones, infinidad de relaciones posibles, en donde no vives pensando que el menor de tus errores hará que él te tire a la basura.
Tienes razón, él está muy lastimado, es por eso mismo que te va a joder la vida; tú no lo vas a curar, pues. Cuando uno se encuentra un cachorrito herido en la calle, lo que hace es llevarlo al veterinario; no meterlo en su casa y dejar que te humille y te quite todas las decisiones de tu vida, porque está malito. Carajo, es que tú debiste correr desde que se te insinuó y comenzó a acosarte. ¿Y si hubiera sido un tipo parecido a Rafael Inclán, a Jo-jo-jorge Falcón, igual te hubiera parecido linda y seductora su necesidad de control? Ana, tu relación es como una caquita envuelta en celofán con motivos de San Valentín. Podrá parecer algo romántico, pero en realidad es una mierda.
Mi esperanza sobre esas chicas que están obsesionadas contigo, es que al primer golpe se arrepientan de querer imitarte. En serio, chiquitina, necesitas ayuda.
Con amor, Karen.
Originalmente publicado en MéxicoKafkiano.com el 14 de febrero de 2015
Karen Cano
Escritora, feminista y periodista de Ciudad Juárez, sobreviviente de la guerra contra el narco, egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua, reportera desde el 2009; ha trabajado para distintos medios de comunicación y su trabajo literario ha sido publicado en Ecuador, en Perú y en distintas partes de México.