Aún recuerdo el debate que se tenía cuando era estudiante de ingeniería en relación con el costo de la calidad de las productos y servicios. Por un lado, se buscaba formar conciencia y cultura en los trabajadores con relación a la importancia de la calidad y motivarlos a hacer las cosas bien, pero los administradores solamente pensaban en lo excesivo de su costo.
Sin embargo, a veces era más fácil hablar del costo de la no calidad o hacer las cosas mal, que hablar del costo de hacer las cosas bien.
Estos recuerdos llegan después de asistir al desfile del 16 de septiembre de Ciudad Juárez, donde he podido observar que el gobierno municipal, estatal y federal, tienen un cuerpo de policía que se encarga de la seguridad y hacer cumplir las leyes que tenemos. Vi como esos contingentes eran muy grandes y tal vez los más representativos en dicho evento. Por un momento pensé y pregunte ¿y si no tuviéramos estos cuerpos de seguridad que pasaría y se usara su presupuesto en otra cosa como salud y educación? La respuesta que me di fue catastrófica y definitivamente, esas fuerzas de seguridad se requieren debido a los altos índices de delincuencia que se tienen y entiendo por delito al incumplimiento de una ley establecida. Haciendo analogía con la calidad descrita anteriormente, entonces ¿Cuál es el costo de la justicia? ¿Cuál es el costo del incumplimiento de las leyes? Estoy seguro de que ese número existe y debe ser muy alto. Es decir, tenemos esos costos por no cumplir la ley.
Entonces ¿Qué deberíamos hacer para evitar tener ese alto costo de aplicación de la justicia? Recuerdo que los contingentes de policías y militares eran los más numerosos en ese desfile, y con ello no estoy diciendo que su trabajo no sea útil o necesario, y vaya que, en estos tiempos, si que es de gran importancia su labor. Después de pensar y reflexionar por algún momento, considero en lo personal y cualquier otra persona tiene el derecho a no estar de acuerdo conmigo, mi conclusión es que no tenemos una cultura del cumplimiento y respeto de nuestras propias leyes, es más, hasta las desconocemos. Si todos cumpliéramos con las leyes que tenemos, no habría necesidad de tanta policía en las calles para hacer que se cumpla. De manera similar, si todos respetáramos las leyes de tránsito vehicular, entonces no se requieren tantos oficiales vigilándonos y haciendo que se cumpla las mismas. Todo es muy sencillo, CUMPLAMOS LA LEY y en ese momento la carga presupuestal por seguridad y justicia será baja, por lo que ese presupuesto se destinará a otras prioridades. Eso mismo se le pide a un operador en una línea de ensamble, que cumpla con las normas de producción y la calidad está garantizada a un costo bajo y sin necesidad de supervisión, ya que el operador es el responsable de la calidad.
Así pues, si esas enseñanzas que han demostrado que dan resultado en la empresa, las llevamos a la sociedad, lo que debemos hacer es cumplir las leyes que hemos establecido y de esa manera tendremos un bajo costo de la justicia, en la que no se requiera de esos supervisores llamados policías o agentes de tránsito, ya que nosotros seremos capaces de hacer las cosas de manera correcta. Sin embargo, es importante mencionar que un operador logra esa cultura de calidad después de mucha capacitación y entrenamiento. Entonces también nosotros en la sociedad debemos empezar por un cambio cultural basado en educación y en eso, siempre México ha ocupado los últimos lugares cuando somos comparados con otros países. En lo personal, la delincuencia es solamente la punta del iceberg, el verdadero problema que tenemos está en la educación y cultura. Es ahí donde debemos trabajar, al igual que en la línea de ensamble.
Jorge Luis García Alcaraz
Ingeniero Industrial y Maestro en Ciencias de la Ingeniería Industrial conDoctorados en Ingeniería Industrial; Ingeniería, Diseño de Producto y Procesos Industriales; Ciencias y Tecnología Industrial; Ingeniería Mecánica por la Universidad de Zaragoza (España) y Postdoctorado en Procesos de Manufactura.
Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en el Nivel III e investiga el modelado de sistemas de producción. Recibió el premio estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación 2015.
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