Tenía que suceder. La historia de las columnas periodísticas en México es el claro retrato de la vida pública de cada político que escala altos cargos en las esferas de gobierno. Nada de lo que se dijo o se escribió de José Reyes Baeza Terrazas fue vano y era ‘fake news’, como lo quisieron hacer ver cuando el gobernó y cuando estuvo como director general del Issste.
El decir que el ex gobernador era corrupto y algo más, no fueron inventos reporteriles, era la clara realidad que nadie quiso creer en su momento… o que todo mundo ignoró porque era más redituable el silencio.
El caso José Reyes Baeza Terrazas nos invita a reflexionar sobre su presente y su pasado. Y si nos vamos a los últimos gobernadores del Estado de Chihuahua, incluyendo a Francisco Barrio Terrazas, el panista, llegaremos al mismo punto de partida, al mismo análisis reflexivo de que en México se encubre la corrupción o se disfraza de muchos modelos financieros.
Lo dijo un pensador moderno: conozco políticos corruptos que no agarran un centavo de su gobierno y conozco a políticos incorruptibles que se han enriquecido gracias a lo que administran.
Enrique Peña Nieto, en una disertación sobre la corrupción en México –algo en lo que es experto- la ilustró como un lastre generacional e histórico en un país en el que pocos se salvan de ser llamado ‘corrupto’.
Y si la premisa de que “el poder es para poder” se aplica en estos momentos, lograremos entender que la oposición está y continuará muerta, si nos referimos a la estrategia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que tiene en sus manos la historia negra de los líderes y opositores de México.
En esa lista gubernamental no hay político limpio, ni el persecutor ni los perseguidos. Hay una historia negra, escrita, que dejó huella para cada líder que se levante. Se la aplicó López Obrador a Fernando Baeza Meléndez, el ex gobernador de Chihuahua. Cuando el ex gobernante alzó la voz a favor de los agricultores de la región centro sur del estado, el presidente le refirió el fraude patriótico y hasta estuvo en la condición de haberlo podido explicar con pelos y señales, porque a su lado estaba Manuel Bartlett, el autor de esa trampa gubernamental que llevó al deliciense a gobernar la entidad.
Así de corrompido está todo lo que se constituye en poder: la prensa con sus múltiples emisarios que se volvieron millonarios por callar lo que oían y veían; el sector social en donde pululan infinidad de líderes de organizaciones de la sociedad civil que se vendieron al mejor postor; la corrupta iniciativa privada cuya historia es vergonzosa; el sector salud, los médicos ambiciosos, las farmacéuticas, los administradores que se olvidaron del pueblo al que mataron con sus negligentes saqueos y precios abultados; el deporte y sus administradores que han creado grandes fortunas dentro y fuera del gobierno; las trasnacionales que invierten en México pero antes se ponen al servicio de los emisarios del gobierno para lograr que todos ganen.
La corrupción de José Reyes Baeza Terrazas no es de hoy, es desde que pertenece al PRI, uno de los partidos más corruptos del país y de la historia de México. Me atrevo a decir que la corrupción es la marca distintiva de ese partido político.
Las candidaturas, los puestos públicos, la ubicación de candidatos desde la estructura básica de los regidores de un ayuntamiento hasta las diputaciones uninominales y plurinominales se compran con dinero y con promesas de puestos públicos.
Las prerrogativas de los institutos electorales a partidos políticos son esencialmente dedicadas a la corrupción de sus líderes. De todos. Nadie se salva.
Reyes Baeza tiene otros pecados, inconfesables porque son difíciles de probar, pero son reales. El hecho de que ejerza una simpatía política y tenga seguidores, no lo libra de ninguna de las cargas judiciales que tendrá que enfrentar. Como hombre del sistema corrupto se tendrá que enfrentar a otro sistema corrupto que es el que ahora nos gobierna.
Lo dicho, en este asunto nadie se salva. Por eso el pueblo está poniendo los ojos en el perfil de los que aspiran al gobierno de Chihuahua. Ya no serán los discursos políticos, las promesas de campaña, las firmas al calce de propuestas novedosas, ahora será su pasado. Sí, el dossier de su historia, eso dará las armas al pueblo para poder sacar adelante al próximo inquilino de palacio.
Creer que un político vendrá a salvar Chihuahua es el consuelo de los tontos. Esta es la tierra de ciegos y ese pueblo requiere, urgentemente, a un tuerto para hacerlo rey.
Rafael Navarro Barrón
Periodista y Analista Político.
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