La lucha por el poder rumbo al 02 de junio del año en curso, particularmente por la presidencia de la República y la composición del congreso de la Unión, se traduce en más espectáculo para el público espectador. No por esto dejan de tener seriedad los factores externos que llegan a influir en el proceso.
Recordemos que el envío del paquete de iniciativas constitucionales por parte del gobierno federal representa en los hechos, además de buenas intenciones, un acto político para fijar en la agenda pública la plataforma política de MORENA, buscando el beneficio electoral de esa opción electoral.
Pues bien, en el último mes se publicaron seis artículos de relevancia en medios extranjeros que de alguna forma tocan al gobierno federal mexicano en lo que pudiera considerarse el talón de Aquiles de la administración 2018-2024: el tema de seguridad.
En tres de ellos, la colaboradora de la agencia estatal de noticias alemana Deutsche Welle, Anabel Hernández, ha publicado en ese espacio tres columnas, dos de ellas (del 30 de enero y 01 de febrero) incriminan a la primer campaña presidencial del hoy presidente mexicano con un supuesto financiamiento o intento de financiamiento oscuro en 2006; en su última columna del 16 de febrero vuelve a tocar el tema y menciona entre otras cosas la suerte que corrió el ex presidente hondureño Juan Orlando Hernández.
De la misma forma, el sitio especializado Insight Crime publicó el mismo 30 de enero pasado un reportaje titulado ‘Operación Polanco’: cómo la DEA investigó la campaña presidencial de AMLO de 2006, bajo la misma tónica que los textos de Anabel Hernández.
Por otra parte, la organización norteamericana ProPublica divulgó el 31 de enero un trabajo periodístico con el encabezado ¿Entregaron los narcotraficantes millones de dólares a la primera campaña del Presidente Mexicano López Obrador?, con la misma temática.
Los textos publicados en Deutsche Welle, Insight Crime y particularmente el de ProPublica fueron desacreditados por el presidente de México al grado de calificarlos como calumnias y exhibir al menos a los últimos dos medios como “apéndices del gobierno estadounidense”.
Más recientemente, el 22 de febrero, el rotativo norteamericano The New York Times difundió el reportaje EE. UU. Indagó acusaciones de vínculos del narco con aliados del presidente de México.
El artículo del New York Times ocasionó una furibunda respuesta del primer mandatario desde sus habituales conferencias mañaneras desde donde condenó la para él doble moral de los grandes medios de comunicación norteamericanos.
El presidente metió en el mismo costal a este periódico junto a Univisión, The Washington Post, Financial Times, Reforma y otros que según él son aliados de grupos de interés opositores a su gobierno.
En definitiva, los reportajes en mención no aportan ninguna prueba que haga concluir que las acusaciones vertidas son ciertas; de hecho se advierte en los mismos que fueron elaborados a partir de entrevistas, dichos difíciles de corroborar de probables delincuentes o delincuentes en busca de beneficios judiciales, información de funcionarios y agentes gubernamentales, sobretodo de fuentes anónimas.
No existe (y de existir es casi imposible que se ventilaran por esos medios) una validación de dichos testimonios incriminatorios, la investigación referente al año 2006 no tuvo elementos para proceder contra algún miembro cercano a López Obrador y fue congelada prematuramente.
Pero la publicación del New York Times habla de una escalada en el tono acusador, que sin presentar tampoco alguna prueba ni validación determinante, hace pensar en un mensaje cifrado para el primer mandatario.
Una investigación de tan alto alcance permanece en la total secrecía, por lo que al difundirse dicha información es probable que los indicios recabados no alcanzaron a sustentar un proceso judicial o tienen una doble intención.
La divulgación del número celular de una de las periodistas autora del artículo del NYT en la mañanera del presidente (un error político del presidente) tuvo eco en la reprobación de la portavoz de la Casa Blanca, algo que aunque no representaría problema para el estilo comunicativo del presidente, ya tuvo consecuencias con la intervención de la plataforma de internet YouTube que eliminó el video de esa conferencia matutina.
No falta razón a quienes denuncian la flagrante violación a los datos personales de la periodista extranjera como tampoco le falta razón al primer mandatario al señalar que la publicación de los mencionados reportajes ocurren en temporada electoral tanto en México como en los Estados Unidos, con intereses políticos y de agencias norteamericanas de por medio.
Las filtraciones ciertas, las no tan ciertas y las no ciertas, difundidas y por difundir en trabajos periodísticos, han desubicado al presidente de México de su narrativa “transformadora” pensada a través de las iniciativas que propuso el pasado 5 de febrero.
La contra narrativa al oficialismo que representa el grave problema de seguridad pública en México y la confluencia del grave problema de sobredosis por drogas en los Estados Unidos de América en tiempos electorales para ambos países, obliga a prever tentaciones intervencionistas que en nada benefician al país. Es tiempo de responsabilidad para todos los actores políticos.
“Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse.”
(Lucas 12:2)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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