Todos los temas sociales nos involucran para convivir y coordinarnos, con la finalidad de lograr estabilidad, paz social, equilibrio económico, justicia, armonía y sensibilidad humana. Para ello, nos hemos organizado a través de los años creando modos de vida de acuerdo con nuestras costumbres y creencias, que durante siglos se han ido transformando, sin lograr todavía los objetivos para considerarnos como una sociedad unida, sino por el contrario, cada vez nos separamos más.
Tenemos valores y virtudes que podemos practicar si educamos bajo la premisa de que el bienestar común tiene la preferencia. Es decir, la mayoría como tal tiene el derecho de fijar el rumbo que debemos seguir, bajo las bases establecidas por nuestros ancestros, respecto a los valores, que debidamente practicados nos otorgan virtudes. Para ello, es necesario implementar en la educación los valores a que me refiero. Pero ¿cuáles son esos valores que practicados constantemente se convierten en virtudes?
Empiezo mencionando que los valores humanos son los que practicamos conforme a la educación que hemos recibido y en su conjunto nos otorgan virtudes de acuerdo con el hábito que se cultiva, porque fueron sembrados como una semillita en nuestro diario vivir, como saludar, dar las gracias, ayudar al que lo necesita, perdonar y amar a nuestros familiares y amigos. Así surgieron los valores más comunes, como la ética, la moral, la religión, la política, los económicos y sociales. La bondad, la gratitud, el perdón, la humildad, la empatía, la amabilidad, la responsabilidad y la paciencia entre muchos más son valores que aprendimos desde el kínder.
Recordemos el saludo a nuestros maestros y mayores, el amor a la patria a través de entonar con disciplina todos los lunes el Himno Nacional, el saludo a la Bandera, nuestros zapatos boleados, bien peinados, con peine y pañuelo. Incluso con corbata desde la primaria los varones y desde luego el uniforme para ambos sexos: hombre y mujer. Considerábamos a nuestros padres con respeto, obediencia y disciplina. Aprendimos a comunicarnos directamente y sin intermediarios.
La competencia leal de estudiar y obtener el reconocimiento de nuestros padres y maestros, evitando copiar al compañero porque sería denunciado. Las palabras correctas debidamente pronunciadas aprendidas del vocabulario que nos indica el Diccionario de la Lengua Española, la ortografía, la disciplina de comportarnos con respeto y obedientes con nuestros superiores. Teníamos normas de urbanidad, cívicas, jurídicas, religiosas y morales.
Sin embargo la terrible seducción de la corrupción desde los pésimos gobiernos de Luis Echeverría en adelante, o sea desde 1976, los mexicanos fuimos perdiendo el rumbo de la buena educación y nos dejamos influir por los extranjeros, que nos trajeron a los hippies con el amor libre, el falso concepto de la liberación de la mujer, al ateísmo, y las adicciones al alcohol, a la marihuana, a la LSD, a la cocaína, heroína, y demás porquerías que comenzaban a aparecer como sustancias placenteras enganchando a las mentes débiles, bajo la simulación del gobierno en turno que parecía disfrutar la ignorancia del pueblo. Entre menos sepan, mejor.
Lo más grave es que en la actualidad la historia sobre lo que hemos perdido desde la definición de los sexos, dando cabida a la identidad de género, pues se topa con la realidad de la naturaleza que no se puede cambiar y que seguimos desafiando, de tal manera que hasta la corteza terrestre está variando por los experimentos de los científicos que construyen armas y bombas en lugar de reconstruir el paraíso perdido de nuestras selvas, bosques, arrecifes, mares y ríos; nos está destruyendo el sano juicio y confunde principalmente a la niñez. Lo más sagrado de la familia.
Las minorías han sido utilizadas por agrupaciones perversas que lucran con la vida de las personas, desde niños y adolescentes para dar rienda suelta a los más graves delitos contra la dignidad y la vida. Se han apoderado de la voluntad de las mayorías y en poco tiempo ya impusieron una forma distinta en la identidad del ser humano. Se han degradado todos los valores, porque se mezclaron conductas libertinas, inmorales, antiéticas, antiteísmo y corrupción que ya se avalaron como “derechos humanos”. Nos atraparon de repente y hoy en día las nuevas generaciones no distinguen entre el bien del mal.
Es momento de retomar la conciencia y establecer los métodos de educación que proteja a los niños de las adicciones, de los depravados sexuales, de la infame publicidad que los confunde en su identidad y salvarlos del mal que se apodera con rapidez en las plataformas de televisión, incluyendo a Disney y a otras grandes empresas que son controladas desde la ONU.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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