Bien se afirma que en política todo puede pasar y que es impredecible cuando se ostenta el poder. Entre los políticos se abrazan entre sí y cuando son del mismo partido se dicen hermanos, prometen su amistad incondicional y se comprometen a apoyarse mutuamente.
Critican fuertemente a los partidos contrarios, porque son sus adversarios dicen y además procuran evidenciar a todos los políticos de sus defectos y carencias. Los exponen públicamente con su pasado y hasta de sus familiares. Es un ataque directo para eliminarlos como sea de la buena fama pública que pudiesen tener.
En la política no se escogen a los amigos y compañeros de partido. Estos llegan atraídos por el poder, no por la amistad de nadie. Necesitan padrinos, necesitan hacerse notar, salir en la foto. Los políticos famosos que se jactan de tener poder por la fama conquistada en sus diversas actividades de carácter público son aquellos cuyo oficio como tales los distingue y que generalmente viven de la política.
Los militantes de los partidos políticos son personas que creen en sus líderes y se conforman con la participación que les den. Algunos necesitan trabajo y aceptan colaborar, aunque la paga sea baja, volanteando y andando en la bola en todos los eventos. Muchos sueñan con llegar algún día a ocupar un puesto público, pues el único requisito es ser fiel al partido y que un político en el poder lo note y anote. No se necesitan estudios profesionales.
Cuando el presidente de México Andrés Manuel López Obrador optó por manifestar que en su gobierno no cabe la corrupción, que está prohibido prohibir y las palabras que todos queremos oír: No robar, no mentir, no traicionar; creímos -al menos un servidor- que así sería. En su gobierno veremos políticos honorables me dije, se acabaron los políticos corruptos famosos a nivel nacional.
En el gobierno de la 4T, creímos que en el partido político que fundó denominado Morena, no tendrían oportunidad los corruptos de otros partidos, porque nació como la esperanza de México y hasta se le criticó porque utilizaba el apodo que le damos a la Guadalupana los católicos. Millones de mexicanos no dudamos en apoyar a nuestro presidente AMLO, su carisma logró conquistarnos.
La mayoría lo hicimos con el afán de que México lograra la estabilización económica, política y social. Enfrentar el problema de la violencia bajo un esquema que funcione contra el narcotráfico y trata de personas principalmente eran los motivos suficientes para creer y apoyar al movimiento de regeneración nacional de nuestro presidente y así fue.
Actualmente nuestro presidente cuenta con la aprobación de la mayoría de los mexicanos y ha cumplido con casi todos los compromisos que hizo ante el pueblo. Logró estabilizar la economía y rescatar a la gente en extrema pobreza, además es el único presidente que no ha endeudado a México como los anteriores. Su slogan “por el bien de México, primero los pobres” es una realidad según mi percepción.
El presidente dejó claro desde un principio que era una revolución pacífica contra el neoliberalismo que afectó a la patria. Su movimiento ha costado enemistades entre amigos, separaciones de familias, expulsiones de miembros en grupos religiosos del cristianismo, despidos de trabajadores y hasta divorcios. Los que están a favor y en contra lo reflejan en las redes sociales y los medios de comunicación divididos.
Con el tiempo que ha transcurrido, nos hemos dado cuenta de que los políticos que lo rodean y que se han infiltrado para ocupar puestos de primer nivel en el gobierno, son los que han dejado de participar en el PRD, en el PAN, en el PRI y en Movimiento Ciudadano. Abandonaron a sus partidos porque vieron que Morena arrasaba con nuestro gran líder presidente. ¿Cómo imaginar que los que fueron sus enemigos durante dieciocho años, ahora son de su movimiento?
Los prianistas que hoy son morenos, están gozando de la revolución a la que le entramos millones de mexicanos y que nos costó perder amistades, familiares y algunos hasta la vida. Es algo que sigo sin entender. Dicen los que saben más que su servidor en política que es porque están posicionados con mucha gente y que por eso el presidente del partido Mario Delgado los “premia” y admite.
Lo ocurrido con Marcelo Ebrard demuestra que la lealtad y la honradez no es suficiente. Lo que sucede a nivel nacional como es el caso de los políticos ampliamente conocidos como corruptos, siguen acomodándose en el poder. Al menos para los partidos que representaron alguna vez, son mentirosos, ladrones y traidores, incluyendo a los “independientes” que ahora son morenos.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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