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    noviembre 23, 2024 | 22:30

    Defendamos al Vicario: Reflexionando los Constructos Sociales de la Violencia

    Publicado el

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    Sigilosa, la presidenta del Congreso del Estado de Chihuahua, Adriana Terrazas, ha incluido de nuevo en el orden del día, para cerrar su legislatura, la votación del dictamen que propone reformar la Ley Estatal de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para reconocer la “violencia vicaria” como una violencia ejercida exclusivamente por el hombre, a través de una persona interpuesta, hacia las mujeres. Esto ocurre luego de que, semanas atrás, se retirara de las discusiones de la sesión extraordinaria debido al disenso entre los legisladores.

    En la primera entrega de “Defendamos al Vicario”, le expuse, estimado lector, con objetiva claridad, el grave error que estarían por cometer en el Congreso del Estado si esta forma de violencia es sesgada con una carga de género.

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    Aquí es donde apelo a su apertura crítica y le invito a reflexionar desde un pensamiento personal, sincero y profundo, alejándose de los paradigmas impuestos por la moda, por estar en boga, las tendencias actuales que nacen de los pensamientos e intereses de una sola persona y luego son aceptados por la tendencia de incluir todo en la filosofía “woke”. Esta no tiene nada de malo, pero ha sido distorsionada para empatizar con todo y con todos.

    Vamos por partes.

    El concepto de “violencia vicaria” ha generado un debate profundo y necesario en torno a la dinámica de la violencia familiar. Se refiere a una forma de violencia en la que alguno de los progenitores utiliza a los hijos para hacer daño al otro, generalmente en el contexto de una separación o conflicto de pareja. Sin embargo, su interpretación y aplicación han sido motivo de controversia, especialmente cuando se asocia para victimizar exclusivamente a un género.

    Esteban Bastida Martín, un jurista español reconocido por sus trabajos sobre el Síndrome de Alienación Parental (SAP) y otras dinámicas familiares, ha sido una voz crítica en este debate. Su enfoque y argumentaciones sugieren la necesidad de analizar este fenómeno con cautela, asegurando que cualquier concepto que se utilice esté respaldado por evidencia sólida.

    Explica, por ejemplo, cómo el llamado “síndrome de Medea”, inspirado en el mito griego donde Medea asesina a sus hijos como venganza hacia su esposo, ha sido utilizado para describir situaciones en las que un progenitor, impulsado por sentimientos de resentimiento o venganza, causa daño a sus hijos. Visibiliza que la violencia dentro de la familia no es exclusiva de un género, y que las razones detrás de tales actos pueden ser complejas y variadas.

    Actualmente, sin embargo, la violencia vicaria se ha contextualizado en un término especialmente relevante tras casos trágicos en los que un progenitor, usualmente el padre, ha causado un daño irreparable a sus hijos, interpretándose como una manifestación de la violencia de género. Sin embargo, por otro lado, invisibiliza los no pocos casos en los que la agresora ha sido la madre, lo que desafía la idea de que este tipo de violencia es solo perpetrada por hombres.

    Lamentablemente, el debate en torno a la “violencia vicaria” y su relación con la perspectiva de género ha sido llevado a un terreno en el que se ha creado una tensión innecesaria en la forma en que entendemos la violencia familiar.

    Por un lado, hay quienes sostienen que esta violencia es una extensión del control y el poder que algunos hombres ejercen sobre las mujeres. Por otro lado, voces como la de Bastida Martín abogan por un enfoque más amplio, que no se limite a una interpretación de género, sino que considere la violencia familiar en todas sus dimensiones, reconociendo que tanto hombres como mujeres pueden ser perpetradores y víctimas.

    La falta de consenso sobre cómo definir y abordar este tipo de violencia refleja, sin duda alguna, la necesidad de un enfoque equilibrado y basado en evidencia.

    En lugar de polarizar el debate, es fundamental promover una comprensión que abarque todas las formas de violencia dentro del núcleo familiar, sin importar el género del agresor.

    En lo personal, voy más allá, como he manifestado recientemente. En medio de este debate polarizante de género estamos perdiendo de vista lo que realmente importa: nuestros niños, niñas y adolescentes. Con ese enfoque, es crucial que las políticas y leyes que se desarrollen estén orientadas a proteger a los menores y fundamentadas en investigaciones rigurosas, evitando caer en simplificaciones que no reflejan la complejidad de la realidad.

    En última instancia, la violencia, ya sea cometida por hombres o mujeres, es una tragedia que debe ser enfrentada con determinación. La protección de los menores, que son quienes sufren la violencia, debe ser una prioridad, y cualquier enfoque que ignore la posibilidad de que ambos géneros pueden infligir daño a sus hijos es insuficiente.

    Necesitamos un debate centrado en la protección y bienestar de los menores, acompañado de políticas efectivas que prevengan la violencia en todas sus formas, sin dejarse llevar por simplificaciones o sesgos ideológicos.

    También es importante reconocer que la ideología de género, en su intento de visibilizar y combatir la violencia contra las mujeres, ha caído en este caso en simplificaciones que invisibilizan otras realidades. Por otro lado, negar la existencia de la violencia vicaria cuando es ejercida por mujeres no solo desvirtúa la lucha contra la violencia de género, sino que también minimiza el dolor de todas las víctimas, independientemente de su género.

    Así, es necesario abordar con cautela las fuentes de los conceptos que utilizamos para entender la violencia. Jorge Corsi, quien acuñó originalmente el término, tiene un historial criminal que inevitablemente cuestiona su autoridad moral. Sin embargo, el origen del concepto no invalida por sí mismo la realidad que describe. Este concepto fue más tarde popularizado por Sonia Vaccaro, quien ha argumentado que esta forma de violencia se inserta dentro del marco más amplio de la violencia de género.

    Uno de los principales cuestionamientos al concepto de violencia vicaria, tal como lo plantea Vaccaro, es su falta de sustento empírico claro. Vaccaro misma ha admitido la ausencia de datos concretos en su investigación, lo cual genera dudas sobre la validez y la aplicabilidad de sus afirmaciones. La contradicción de la falta de estudios empíricos resalta la necesidad de un análisis más riguroso y fundamentado en investigaciones verificables.

    Otro punto que genera suspicacias es que el término “Violencia Vicaria” es una marca registrada a favor de la psicóloga argentina radicada en España, como se puede apreciar en su sitio web oficial.

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    La ciencia y la investigación social exigen prudencia y escepticismo cuando se introducen nuevos conceptos o categorías, especialmente en temas tan delicados como la violencia de género y la protección infantil. Si bien es indudable que existen situaciones en las que los hijos son utilizados como instrumentos de venganza o daño en contextos de relaciones abusivas, limitar esta dinámica exclusivamente a los hombres puede simplificar excesivamente la realidad y omitir otras formas de violencia que también deben ser reconocidas y abordadas.

    Además, es importante considerar que la violencia dentro del ámbito familiar no es un fenómeno unidimensional. Los estudios en criminología y psicología han identificado diversas tipologías de agresores, como los que presentan violencia limitada al ámbito familiar, aquellos con características borderline o disfóricas, y los violentos en general con tendencias antisociales. Estas categorías sugieren que no todos los agresores tienen las mismas motivaciones ni representan el mismo nivel de amenaza, lo cual debería reflejarse en las políticas y en los enfoques terapéuticos.

    Finalmente, reconocer la “violencia vicaria” como hipótesis puede ofrecer un punto de partida para el análisis, pero requiere un desarrollo y una validación científica mucho más rigurosos antes de ser aceptada como una verdad incuestionable.

    No me queda más que reiterar el exhorto a las Diputadas y Diputados, muchas y muchos de ellos buenos amigos, que hagan un alto en el camino, lo reflexionen. Y si pueden hacerla a un lado y esperar, ya se va a acabar esta legislatura, no hay prisa, no se trata de un trofeo a su labor, es su granito de arena para hacer lo correcto por los menores vicarios y su entorno.

    Muchos de ustedes van a repetir el próximo período legislativo, no hay prisa, pueden retomarlo en la siguiente y continuar. Pero evalúen pensando con el corazón centrado en los niños.

    ¡DEFENDAMOS AL VICARIO!


    Derecho de Réplica

    1. Derecho de réplica enviado por Grisell Balderas Jonguitud en nombre de Mujeres México
    MG 8924 copy
    David Gamboa

    Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.

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