Como primer astrofísico mexicano en Marte, el Dr. Argos Vallefranco se ocupa y deleita cumpliendo las funciones que se le han asignado como científico, pero simultáneamente narrando y registrando como cronista oficial algunos de los primeros sucesos y éxitos, las primeras circunstancias y odiseas acaecidas en el planeta rojo desde que SpaceX lograra colocar humanos en su superficie en 2028.
El Consejo de Exploración Marciana le encomendó a Vallefranco, como especialista, el monitorear desde Marte la dinámica precisa de las lunas Fobos y Deimos, pero fundamentalmente los NMOs (Near Mars Objects, Objetos Cercanos a Marte) que pudieran representar un peligro para la especie humana en el vecino planeta.
Dadas su cualidades innatas de historiador, el Consejo también le asignó la labor de cronista al ser elegido en la expedición pionera de SpaceX, la Agencia Espacial Europea y China a Marte.
Así, a lo largo de los once episodios de esta primera etapa del Paralelo Magnífico iniciada en enero de 2019 en Juárez a Diario, Argos Vallefranco ha entrelazado los éxitos científicos de sus narraciones con el elemento humano asociado a la personalidad aventurera, al talento y entrega profesional, al carácter propio y al sentido de descubrimiento de sus colegas de colonia abriendo una nueva brecha de vida en un planeta ajeno y hostil.
Dentro de su pequeñez en el universo, lo mejor de la especie humana parece retratarse en los relatos de Vallefranco, donde la colonia marciana ha demostrado solidaridad, fortaleza psicológica ante un ambiente adverso extremo, creatividad, tenacidad, generosidad, fuertes lazos de compañerismo e incluso lealtad por la especie, refrendada en el acto de celebración del décimo aniversario de la presencia humana en Marte, festividad que contó, entre otras sorpresas, con la primera actuación en Marte del virtuoso violinista y director de orquesta español Eloy Sarasate.
Desde su observatorio marciano, desde la estación Antoniadi o en misión de exploración, Argos ha registrado los primeros hechos que merecen ser parte del libro de la historia marciana.
De esta manera, el astrofísico mexicano no escatima palabras para enfatizar, y con ello tácitamente agradecer, el rol de los colegas científicos y técnicos que hicieron posible la supervivencia misma de los primeros hombres y mujeres en la superficie marciana.
Así, Argos destaca la exitosa instalación de los primeros WAVARs y MOXIEs en Marte como fuentes de oxígeno para respirar y agua para beber, gracias a la tecnología norteamericana y a la creatividad de Oisin Molony, el ingenioso y dedicado ingeniero irlandés, quien desarrollara por sí mismo y en su propia casa un sistema integrado completo de supervivencia, y quien viajara personalmente a Marte para verificar su instalación y correcto mantenimiento. Molony, desafortunadamente, fue el primer humano en desarrollar un cáncer en el planeta rojo, cáncer de piel que luego fue completamente erradicado de vuelta en la Tierra.
Vallefranco describe en detalle también cómo el brillante arquitecto planetario norteamericano, Walexander Bright, proporciona desde el primer momento de su arribo al planeta de óxido de hierro, un refugio temporal a la primera expedición de viajeros a través de estructuras inflables de diseño propio, para eventualmente construir con materiales locales los primeros refugios, laboratorios, estaciones, bases y habitaciones permanentes, en colaboración con su pareja y colega Flore Teshima.
En el marco de una intensa y coordinada colaboración científica, Argos describe asimismo cómo los genetistas Daitana Turín (argentina) y Robercht van der Blad (holandés) logran aplicar técnicas genéticas para ambientes adversos y cosechar, paulatinamente, los primeros vegetales comestibles en Marte, como la histórica “plapa” marciana.
Tales vegetales serían la base de la alimentación en el nuevo planeta. Turín y van der Blad se convertirían también en el primer matrimonio en Marte, padres del primer ser humano nacido en el planeta rojo.
La colaboración científica y la amistad que a nivel personal Argos establece en Marte se ven reflejados en su relación con el español Canis (Gonzalo Bastión, biólogo, el primer transhumano en Marte) y el geólogo norteamericano Brix Ramsey. Canis descubriría, accidentalmente, el primer flujo subterráneo de agua en el planeta y Ramsey encontraría, en la base de un modesto cráter, el primer yacimiento de diamantes conocido fuera de la Tierra.
El hallazgo de tal yacimiento motivaría uno de los más importantes episodios de lealtad por la Tierra. Ramsey y Argos (codescubridor del yacimiento), a iniciativa del segundo, decidirían hacer uso de sus derechos como pioneros en Marte para dirigir a la niñez mexicana, a través de un fondo nacional, un porcentaje importante de las ganancias biplanetarias generadas por la explotación de los diamantes.
Los niños de México, país natal de Argos, se verían beneficiados a través de un meticuloso y bien administrado proyecto para brindarles tanto alimentación como educación elemental de alta calidad con estándares internacionales. Un proyecto puesto en marcha con grandes expectativas, independiente y paralelo a los programas gubernamentales mexicanos.
Los tres colegas (Argos, Canis y Ramsey) suelen reunirse al final de la jornada diaria marciana en el RECOM, un espacio de la estación Antoniadi donde discuten ciencia y los temas del día, filosofan y demuestran y confirman, con regla y compás (re-com) la construcción de longitudes irracionales, el teorema de Tales y otras exquisiteces de geometría euclideana.
Las acciones heroicas del norteamericano Joseph Barnard, médico principal de la colonia quien disfruta volar papalotes en el viento marciano, son descritas por Vallefranco durante las ocasiones en que el galeno tuvo que evitar tragedias causadas por claustrofobia, accidentes de trabajo, un parto en condiciones precarias o el exceso de radiación solar y por rayos cósmicos, poniendo en riesgo su propia vida en por lo menos una ocasión.
Registrado por Vallefranco como el espisodio más desestabilizante hasta el momento entre los miembros de la colonia, la estancia en Marte del pseudocientífico y psicólogo francés Pierre Montplat representó un período de intrigas, charlatanería, juegos de interés y conflictos personales. Un período afortunadamente corto del cual la colonia extrajo una buena dosis de optimismo y sabiduría.
Pero sin duda, el momento más trágico experimentado por todos en el planeta fue el accidente y la muerte del químico norteamericano Draven Rittenhouse, la primera de su tipo en Marte, justo en el momento de su llegada al planeta al caer de gran altura desde el BFR que lo trajera a él como comandante de la segunda generación de colonos.
Finalmente, Argos no puede ocultar su satisfacción y admiración como científico y compatriota al pormenorizar la hazaña del segundo mexicano en Marte, el geólogo y geodesta Julio Gutiérrez Pedregal, quien fuera el primer humano en escalar la cima del Monte Olimpo, el volcán inactivo más grande del sistema solar.
El mexicano, quien de estudiante de geofísica escalara, muestreara e investigara por su cuenta durante un fin de semana la cima del activo Popocatépetl, llegó a Marte con la intención de sondear geológicamente por vez primera, in situ, los misterios del Olimpo. De pasada, aprovechó para llegar a su cima por primera vez.
Próximamente, la segunda etapa de las historias Desde el Paralelo Magnífico en Juárez a Diario. Los astrónomos del Parallelus Magnificus del Departamento de Física de UTEP trabajan en ello.
Héctor Noriega Mendoza
Ponente. Investigador.
Maestría en Astronomía (UNAM | NMSU) y Doctor en Astronomía por la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Fundador de la Sociedad Astronómica Juarense, Cofundador del Proyecto Abel, Miembro de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, Miembro de la American Astronomical Society y Profesor de tiempo completo de Astronomía en UTEP.