La adelantada sucesión presidencial de 2024 tiene que ver, además de la lucha entre los dos grandes bloques políticos por mantener, recuperar o controlar el poder público; con la reconfiguración del sistema político y la pugna por influir en las decisiones que conducirán el destino de la nación mexicana.
El holgado triunfo de la Coalición Juntos Haremos Historia que encabezó el Movimiento Regeneración Nacional en las elecciones de 2018 modificó en menor o mayor medida el esquema político y económico que en México se venía reproduciendo desde hacía 30 años.
Las decisiones del actual gobierno de México en temas estratégicos (energía, impuestos, trabajo, infraestructura) han modificado la orientación de las políticas de los últimos cinco gobiernos de la República, generando reacciones de sectores políticos y sociales que quedaron o se sienten descobijados
Aún y cuando la política económica sigue en gran medida obedeciendo los parámetros del libre mercado, una parte del círculo financiero más encumbrado del país y un sector de la población (parte de la clase media, media alta y alta), han hecho antítesis con el proyecto que desarrolla el gobierno emanado de MORENA.
A la exitosa estrategia de propaganda de MORENA, cuya meta ha sido segmentar al electorado en dos grandes polos, granjeando la simpatía del segmento mayoritario y atendiendo una narrativa de buenos y malos; le sigue la cuasi adopción y adaptación de la operación electoral del PRI corporativo.
Los programas sociales y la orientación popular de las políticas públicas del gobierno de México han hecho de MORENA la primer fuerza política del país, movimiento político articulado en torno a quien hoy despacha en Palacio Nacional.
Lo anterior le ha permitido al partido en el poder y aliados, el hacerse de 22 gubernaturas, a veces perdiendo Estados de manera presumiblemente deliberada y atosigando a la oposición al dedillo.
Es así que MORENA, más allá de continuar en el Ejecutivo Federal en 2024, se presentará ante el desafío de trascender a la presencia activa de su fundador y líder moral. Si como el presidente de México lo asegura, se retira de la Política en 2024, dejará un vacío de poder que de no resolverse llevaría a esta fuerza política a un deterioro anárquico y veloz .
La posibilidad de un Maximato después de 2024 es prácticamente nula:
Las elecciones intermedias de 2021 no se alejaron de la natural pérdida de distritos para diputados federales de la coalición en el poder, si bien la alianza PRI-PAN-PRD pudo contener la mayoría calificada del bloque oficialista en la cámara de diputados, lo que en realidad dolió en el ánimo del proyecto morenista fue el descalabro en la Ciudad de México, donde la oposición quebró la hegemonía del hasta entonces bastión histórico de la izquierda mexicana.
Esto habla de un sistema democrático que cumple con lo mínimamente necesario para ser funcional, pues existe, por la razón que sea, la posibilidad real de activar contrapesos a las fuerzas políticas dominantes. La insurgencia ciudadana de un sector de la población mexicana que tomó las calles en una narrativa de defensa del INE y la antes comentada circunstancia del voto “antimorena” en la CDMX en 2021 advierten que la sociedad mexicana puede hacerse escuchar .
Más probable es que el actual presidente de México asuma un liderazgo moral en su movimiento, emulando a su admirado Lázaro Cárdenas. La continuidad del Movimiento de Regeneración Nacional sin su fundador pasa por lograr la institucionalización de un gran partido político que aglutine a toda la izquierda y centro izquierda de México.
Por el lado de la oposición, los partidos políticos de mayor alcance (PRI y PAN) han formalizado un Frente Amplio Opositor que hace factible la configuración de una fuerte opción de derecha y centro derecha concretada en otro gran partido político luego de las elecciones de 2024.
Una tercera vía electoral pareciera poco factible en razón de la decantación del voto por las dos opciones que el elector estima más fuertes. Ante la inexistencia de una segunda vuelta electoral, las fuerzas minoritarias tienden a desaparecer o a convertirse en partidos comparsas.
Además, un sistema fundamentalmente bipartidista abona a la gobernabilidad, resolviendo la diversidad de opiniones en el debate interno para así concertar, detener o impulsar leyes o políticas públicas de acuerdo al sector poblacional representado. La clave es que el sistema sea abierto.
En conclusión, la conformación de dos grandes bloques políticos en el país y la inconveniente opción de una tercera vía, motiva a la reconfiguración del sistema de político en dos grandes partidos políticos nacionales después del 2024, uno bajo el sello del actual gobierno y otro que necesariamente represente a los sectores inconformes.
“Yo dije al SEÑOR: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti.”
(Salmos 16:2)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.