Aún y cuando no quería hablar del COVID-19, como economista parece un tanto imposible, aún y cuando dedicará mis líneas a describir los indicadores de actividad industrial, de empleo o de pobreza, los alarmantes datos están directamente relacionados con la contingencia.
Quizá te cuestionarás el título del artículo que hoy escribo, la razón está relacionada más allá de los datos de los que hoy hablaré con nuestras acciones y reacciones como ciudadanos, empresarios, académicos o gobernantes:
- El ciudadano pronuncia frases como: “ya quiero que esto termine”, “quisiera volver a la normalidad”, “¿Cuándo pasara esto?”, sin embargo, no sigue recomendaciones mínimas por contribuir a que la cuarentena se alargue, sale a festejar a las madres, hace reuniones o “carnes asadas” o simplemente hace largas filas, no por super, sino por cerveza.
- Peor aún, es el mismo ciudadano que se queja de la falta de empleos, la caída del ingreso y la ineficiencia del gobierno ante la crisis economía, el mismo que sale a malgastar sus pocos recursos pagando el doble de precio por una lata de cerveza.
- El gobierno que promete ayudar a los más vulnerables y reactivar la economía, el mismo que apenas y destina el 0.4% del PIB para atender la crisis. Un contraste con países como Estados Unidos que destinaran el 15% del PIB o Alemania que destinará un 38%.
- Mientras unos empresarios hacen lo imposible por no cerrar del todo sus operaciones ante la contingencia y cambian sus productos, servicios o métodos de distribución ante la contingencia a fin de garantizar el bienestar de sus empleados, otros tantos aprovechan la crisis para despedir empleados sin ni siquiera una liquidación.
- Así mismo, mientras hay empresarios que se ponen la camiseta aún y cuando no cuentan con el apoyo federal, cierran operaciones por temas sanitarios, pero conservan empleos, miles de maquiladoras siguen obligando a sus trabajadores a laborar y con las mínimas medidas de protección.
¿Hay doble discurso y doble moral? Está más que claro, para estas alturas de la contingencia ya deberíamos de haber entendido que la vida no volverá a ser igual, sin embargo, retomar un poco de normalidad y aminorar los impactos negativos, es tarea de todos, no sólo del gobierno o de las empresas, todos jugamos un rol en la mitigación del impacto COVID-19 en nuestras regiones.
Los escenarios que se avecinan son complicados, los discursos son varios y debemos tomar medidas. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), México será uno de los países latinoamericanas que mayor incremento en la pobreza tendrá después del COVID, se prevé que la caída en el PIB será proporcional al aumento en la pobreza, este aumento podría de ser de entre el 7 y 14% en este año.
Las primeras complicaciones se registran con la pérdida de empleos formales registrada en el último mes (abril). De acuerdo con los datos de empleo publicados por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), durante abril que es el primer mes completo de cuarentena en México para frenar la propagación del Covid-19, se perdieron en el país 555,247 empleos formales, lo equivalente a 18,508 despidos diarios. Las cifras de pérdidas de empleo son históricas, tan sólo en abril y mayo se ha perdido más del 3% del empleo formal del país, con 685,840 despidos.
De aquí en delante, se deben pensar estrategias concretas de mitigación de los efectos y también de recuperación económica, entender que la reactivación se debe dar lo más pronto posible, de lo contrario podría llevarnos años la recuperación, pero también entender, que re abrir la economía se debe dar paulatinamente, por sectores y con las medidas de cuidado optimas, al menos hasta contar con una cura absoluta.
Quédate en casa, consume local… pongamos de nuestra parte para poder salir adelante.
Nancy Carbajal
Lic en Economía de la UACJ y Candidata al Grado de Maestra en Ingeniería Económica por la Universidad la Salle. Columna semanal sobre temas de economía, finanzas, política y sociedad.
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