Como si estuviéramos viendo una película de sátira sobre el amor, no sé si ese género existe o si este sexenio ya lo creó. Es sorprendente cómo, cada día, el gobierno en turno recibe con amor y abrazos a personajes que, en más de una ocasión, fueron impresentables para el inquilino de Palacio. Lo he dicho una y otra vez: se suman a él y, por más cuestionables que sean, los abraza, los halaga y hasta los purifica; pero esto no es lo más grave.
Desde un principio, el amor llegó a la estrategia de seguridad de “Abrazos, no balazos”, que les prometo que pensé que sería solo un mensaje, unas palabras de esas que los políticos dicen y se las lleva el viento, mas, desgraciadamente, no fue así. Es increíble cómo, a ojos de todos, este gobierno es un narco gobierno. Acusaciones graves, sí, pero no son infundadas; son reales.
Cada día, al ser señalado, el presidente López Obrador, en su “tele-show” mañanero, cuestiona sus “otros datos”, culpa a los neoliberales, asegura que en las redes son bots; sin embargo, vemos cómo se está deteriorando, por no decir terminando, la seguridad en toda la República Mexicana, tal cual ocurriría con un efecto dominó. Primero fue un estado y luego otro, hasta que, a estas alturas, después de más de cinco años en el poder, vemos que ya no hay un solo lugar seguro.
¿Bloqueos en carreteras por los choferes de transporte de carga, para qué serán? ¿Transformers? No son politiquerías, son personas que protestan para proteger su vida; los están matando y nadie hace nada. ¡Miles de personas comentan en las redes lo mal que está el país, y yo, como muchos otros, no somos bots! Somos ciudadanos conscientes que hemos sido sacudidos por la inseguridad que nos aqueja. No acepta críticas de periodistas que le dicen la verdad en su cara.
Primero, desmereció un artículo escrito por uno de los periodistas de investigación más prestigiados de Estados Unidos y ahora, ¿qué irá a decir después de que uno de los exlíderes de los Zetas, Celso Ortega, aseguró que se le dio bastante dinero para la campaña del inquilino de Palacio en 2006 y no solo eso, sino que aseguró que operaron y lo siguen haciendo para el movimiento obradorista? Sí, claro, el presidente tiene “otros datos”.
Añadiendo algo aún más grave, con tal cinismo, AMLO avaló la reunión de los obispos con líderes criminales para tener un acuerdo de paz en Guerrero. ¿Acaso no se supone que el Estado es el que debe dar seguridad? ¿La Iglesia está haciendo el trabajo del gobierno? Entonces, ¿para qué movilizar por todos lados a la Guardia Nacional, llenar de militares Guerrero? El gobierno es el encargado de garantizar la seguridad de los mexicanos, cosa que no ha pasado en más de cinco años de gobierno, y él mismo lo acaba de admitir. Ante la incapacidad, el Clero tiene que sentarse a negociar con el crimen organizado en un México laico.
Ahí está la estrategia llena de amor: “Abrazos, no balazos”. Al inquilino de Palacio le enfurece que lo llamen narco presidente, pero a los mexicanos nos enoja el infierno en el que está convirtiendo al país, con más de 170 mil muertes. Solo las causas que él defiende son legítimas.
Aldonza González Amador
Criminóloga y Empresaria Juarense
Actualmente Presidenta del Organismo Nacional de Mujeres Priistas en el Estado de Chihuahua (ONMPRI) y Estudiante de Administración de Empresas en la Universidad de la Rioja España.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.