Primeramente, deseo comentar que me complace que varios amigos se han interesado en ser publicados en mi columna, enviándome escritos de muy buena manufactura, espero y los mismos (escritos) sean pulidos para poderlos presentar al juicio y veredicto del selecto público que lee esta sección, les pediría que no fuesen poesías, porque la gente que gusta de ellas es reducido.
El cuento de esta semana lo publiqué hace alrededor de cinco años, me inspiré en una joven de la etnia tarahumara/rarámuri, cuyo nombre me reservo, la misma que vivía (le prestaban indulgentemente un espacio) en la col. Dublán. Mucha gente de esa región (alta tarahumara) viene a estos lugares a trabajar durante las fechas de cosecha. Espero les guste esta historia ficticia, más no imposible
Él Chabochi, Ella Rarámuri
La historia de Pedro y Benita. Deben de saber que en la alta tarahumara de Chihuahua, habitan dos razas étnicas denominadas; Tarahumaras y Rarámuris -rarámuri significa pie ligero- ellos a su vez, nos llaman chabochis a los mestizos -no investigo qué significa chabochi para no toparme con una desagradable sorpresa- ¿Cómo es que Pedro y Benita se encontraron si pertenecían a mundos equidistantes? A continuación lo sabremos…
Antecedentes.- Pedro, era un hombre joven, frisaba los 24 años, de origen México-americano y de cuna humilde. Su familia se dedicaba a los trabajos agrícolas en el sur de Texas, ellos habían puesto todas sus ilusiones y recursos en darle una buena educación. Con muchas vicisitudes, Pedro había cursado la carrera de ingeniero en minas en la prestigiada aunque distante UTEP -University of Texas at El Paso- donde la mineralogía es la especialidad
Benita, era una bella jovencita de 17 años, ágil como los de su raza y por lo tanto esbelta, de finas facciones, dueña además de una clase y vitalidad naturales. Sus estudios eran solamente la educación primaria, debido a que la escuela más próxima requería de utilizar tres horas en llegar. Era una especie de mariposa recién emergida del capullo
Al egresar Pedro de la universidad, envió su currículo a muchas minas en producción y otras tantas en investigación donde quizá requirieran de sus servicios. Había logrado el primer lugar en calificaciones de su generación y obtenido el codiciado reconocimiento llamado “Cum Laude”. Muchas compañías se interesaron en él, pero una en particular le llamó la atención, debido a que se hallaba enclavada en lo más abrupto de la alta tarahumara. Sus padres provenían de Durango el padre y de Zacatecas la madre, por lo que desde niño creció con un acendrado amor por México
Llega a un acuerdo económico con sus contratantes y lo trasladan primeramente a Chihuahua capital, de ahí, en avioneta al poblado más cercano al emporio minero y por último lo llevan en helicóptero hasta su lugar de trabajo por ser empleado de cierta importancia, de no ser así hubiera llegado a lomo de mula. La población en ese enclave minero era mixta, por un lado los rarámuris y tarahumaras originarios de la región -ocupados básicamente en labores de servidumbre-, y la población mestiza atraídos por los altos salarios que pagaba la empresa
Ahí conoce a Benita, quien le ayudaba a su madre Marciala en la cocina instalada para alimentar a los mineros. Benita era limpia y diligente además de hermosa, les lavaba y planchaba la ropa a los trabajadores administrativos. El flechazo amoroso fue instantáneo, arrollador por ambas partes, pese a la evidente diferencia social, eran almas gemelas. La atracción y compatibilidad no se puede explicar, ni se debe intentarlo., sucede, sin mas, como si una fuerza superior se burlara de los tontos convencionalismos sociales
Las agrestes y orgullosas barrancas chihuahuenses testificaron la autenticidad y limpieza de su romance. La flora y la fauna endémica de la región, el aire límpido, el agua helada de la montaña, la hidalguía mexicana y la nobleza indígena se conjugaron para enmarcar los bellos sentimientos que embargaban a la pareja. Mismos que sin ningún obstáculo se unen en matrimonio, sellando su unión ante las leyes religiosas, civiles e incluso indígenas
La seráfica felicidad que los colma, la quietud de la montaña, el canto de las aves, los frutos silvestres y el olor intenso de los pinos complementan su dicha. Pasado un año de tan hermosa unión, nace su hijo Marcial, con la algarabía de los padres y la población entera, quienes se sienten padrinos colectivos de la criatura
El pequeño Marcial podría disfrutar de lo mejor de ambos mundos tan disímbolos, la montaña y la ciudad. Pedro, con el impulso interior que le proporciona su, aunque pequeña, feliz familia, escala vertiginosamente puestos laborales en la compañía minera, cuya sede y oficinas generales se encontraban en el estado de Minnesota EUA
Pedro, es llamado a las oficinas principales, los que satisfechos de la capacidad profesional demostrada, le confían un importante puesto como ejecutivo en el área de investigación y evaluación de proyectos de probables yacimientos en América del sur. Después de meses de estancia en las oficinas de Minnesota, Pedro y su familia empiezan a peregrinar por varios países, Chile, Bolivia, Brasil… Él no se percataba debido a su frenético ritmo de trabajo, que su mujer e hijo eran discriminados, no se adaptaban a los cambios constantes de residencia y poco a poco languidecían
Para Benita, más que para Marcial el cambio fue brutal, se le arrancó -como una planta- de su montaña donde tenía profundas raíces. Las esposas de sus compañeros de trabajo y subordinados, no la aceptaban plenamente, por su origen, por su raza, por sus tontos e improcedentes prejuicios
La aislaban, sin tomar en cuenta que el grupo étnico al que pertenecía, es una raza digna, altiva., como los mayos y yaquis de Sonora, los guarijíos de Durango, los tzotziles de Chiapas o los mixtecos de Oaxaca entre otros. Conoció Benita la maldad de los -para ella- chabochis, el rechazo a su cultura, el desprecio a su raza
Cuando finalmente Pedro se percata cabalmente de la situación, notó tristemente que Benita y Marcial se marchitaban, y toma una importante decisión. Por un lado, su prometedor futuro profesional, económico y científico. Por el otro, la felicidad familiar y… aunque con un puesto de menor importancia, volvió a la montaña chihuahuense, a “su” montaña. Benita, Pedro y Marcial, florecieron nuevamente, como las plantas sedientas que reciben agua de lluvia, sol matinal, y amor, un manantial de amor.
Libro recomendado de la semana
Esta vez corresponde a “Marcial Maciel, historia de un criminal” de la autora mexicana, Carmen Aristegui. He de advertir que su lectura puede provocar vómitos, se trata de la pervertida historia del fundador de la influyente orden religiosa de Los Legionarios de Cristo, un abusador sexual de niños y jóvenes (entre ellos sus propios hijos) que caían en su poder, protegido por altas autoridades eclesiásticas, incluido el mismísimo Vaticano y los propios Papas. Este oscuro personaje (Maciel), supo escalar de forma vertiginosa, lo cual es sorprendente, porque no hay registros que indiquen que haya concluido sus estudios sacerdotales. Lo ayudó su gran facilidad para relacionarse con familias poderosas (básicamente de Monterrey) a las que robó para hacer un emporio económico en beneficio de la curia romana. Quizá esta tenebrosa historia tenga un fondo didáctico, padres de familia, cuiden de sus niños, no los expongan a ese tipo de depredadores sociales en aras de un fanatismo… de cualquier tipo
“El prejuicio es hijo de la ignorancia”.
– William Hazlitt
“Vivir en cualquier parte del mundo hoy, y estar contra la igualdad por motivo de raza o de color es como vivir en Alaska y estar contra la nieve”.
– William Faulkner
“Espero que las personas finalmente se den cuenta de que solo hay una raza – la raza humana- y que todos somos miembros de ella”.
– Margaret Atwood
José Cruz Pérez Rucobo
Lic. en Economía por la UACJ. Me dedico al comercio como medio de subsistencia y al periodismo y crítica política como ejercicio lúdico. Soy un hombre de izquierda por naturaleza, cualquier cosa que ello signifique.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.