Hace unos días ocurrió un hecho verdaderamente aberrante en la política mexicana. No es un caso aislado, pues existen antecedentes de situaciones similares en las que presuntos culpables de delitos graves son encubiertos debido a su fuero. El caso más reciente es el del exjugador, exgobernador y actual diputado federal Cuauhtémoc Blanco, quien fue acusado por su pareja y su media hermana de presunta violencia y abuso sexual. Sin embargo, para que la investigación y el debido proceso de la denuncia puedan seguir su curso, el acusado debe ser despojado de su fuero. Es decir, el Congreso de la Unión debe retirarle esa protección para que la denuncia pueda proceder.
Lo más impactante de este escándalo no fue solo el voto en contra del desafuero de Blanco, sino la defensa enardecida por parte de las diputadas de Morena. Aquellas mismas mujeres que defienden el feminismo de manera ferviente incurrieron en una profunda incongruencia al gritar “¡No estás solo!” en respaldo a su compañero diputado, negando al mismo tiempo la voz de la víctima.
Para mí, esto representa el feminismo más incongruente: un feminismo que, desde Morena, exige el uso de términos como “presidenta” para dignificar la lucha de las mujeres, que proclama que “todas llegamos” con el triunfo de una mujer en la presidencia, pero que, paradójicamente, impide el avance de una denuncia por presunta agresión sexual.
Otro punto que quiero destacar es que la votación en el Congreso no implicaba una acusación ni una sentencia contra el diputado, sino simplemente la posibilidad de continuar con el proceso legal. Por ello, considero que el feminismo de Morena se equivocó. Si estaban tan seguras de la inocencia de su colega, podrían haber permitido que el proceso siguiera su curso, que se realizaran las investigaciones y que se escucharan los testimonios de las víctimas. Esto les habría dado un mínimo de congruencia con la lucha que dicen defender.
En mi columna del 9 de marzo mencioné que no me considero del todo feminista, aunque creo firmemente en el empoderamiento real de las mujeres, en su lucha por la dignidad y en la colaboración entre hombres y mujeres para construir una mejor sociedad. Precisamente, una de las razones por las que dudo en definirme como feminista es por sucesos tan vergonzosos como el ocurrido en el Congreso la semana pasada. No me refiero solo a la votación, sino al descaro con el que mujeres que se proclaman feministas protagonizaron un encubrimiento a favor de un presunto agresor.
La lucha en favor de las mujeres, un feminismo verdaderamente congruente, debe ejercerse todos los días con empatía y escucha activa. Pero, sobre todo, debe ser una causa seria y firme, que no titubee ante intereses políticos o conveniencias personales. Lo sucedido con Cuauhtémoc Blanco, al igual que otros casos en los que el fuero ha protegido a presuntos agresores, es lamentable. Las víctimas son quienes deberían haber recibido protección. Así de incongruente es el feminismo que defiende Morena y así de incongruentes son sus diputados, quienes legislan las leyes, pero son los primeros en incumplirlas.

Marisela Terrazas
Ex Diputada por el PAN en Chihuahua. Doctorante en Ciencias de la Educación por la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica. Maestra en Educación por UTEP, ex directora del Instituto Chihuahuense de la Juventud y experta en políticas públicas juveniles.