“Estados Unidos no tiene amigos ni enemigos permanentes,
solo intereses”
Henry Kissinger, ex secretario de Estado
Fiel a la visión filosófica de la extrema derecha norteamericana, la cual dicta que la causa raíz del problema del fentanilo y del fenómeno migratorio esta fuera de los Estados Unidos, y que ellos, pueblo inocente, solamente son víctimas, el señor Trump propone como embajador para nuestro país a Ronald Johnson reconocido halcón militarista.
La biografía del señor Johnson, está ligada desde el inicio de su carrera en el gobierno, a dos de las instituciones mas conservadoras e intervencionistas de la historia de los Estados Unidos, el ejército y la CIA; y en ambas instituciones esta persona ha tenido participación directa en el tipo de actividades que caracterizan a un halcón: la intervención militar sobre la relación política.
Su carrera militar inicio en 1971, cuando se enlista en la Guardia Nacional. Seis años más tarde, en 1977 se gradúa del curso de oficial de las Fuerzas Especiales, y como tal es asignado, en 1984, al 7º grupo de las Fuerzas Especiales en Panamá.
Es bien conocida la simbiosis entre las Fuerzas Especiales norteamericanas, también conocidos como boinas verdes, y las operaciones de inteligencia, por lo que no sorprende que durante esa época obtuviera una beca para cursar el llamado “Army War College” en la Agencia Central de Inteligencia.
En la segunda mitad de los ochenta, tuvo intervención directa, como asesor militar, en la guerra civil salvadoreña, por lo que seguramente participo en las cruentas sesiones de tortura en contra de civiles para investigar supuestos actos de terrorismo por parte de organizaciones de izquierda que por aquel tiempo llevaba a cabo el gobierno de ese país con el apoyo cómplice de los Estados Unidos.
En lo noventa, participa en operaciones que buscaban lavar un poco la cara de la CIA y del gobierno norteamericano, deteniendo criminales de guerra durante y después de la guerra civil en los Balcanes. Se retira del ejercito a finales de esa misma década, con el grado de coronel, pero continua con su carrera en la CIA, siempre asignado al llamado comando sur de los Estados Unidos.
Aquí es importante hacer un paréntesis con respecto a la manera como los vecinos del norte nos consideran, dado el corrimiento hacia la derecha en todos los ámbitos de su gobierno.
Por muchos años, Mexico fue parte de la zona geopolítica denominada Comando Norte, por lo tanto, se le consideraba como aliado en términos militares. Ahora, con la extrema derecha en el poder, es casi un hecho que Mexico será reevaluado como parte de dicha región, y reasignado al llamado Comando Sur, es decir, ya no será un país aliado.
Las implicaciones que esto tiene van muy de la mano con la retórica trumpiana de intervención militar, ya sea a través de operaciones especiales encubiertas, o por medio de ataques militares directos a objetivos que ellos consideren como terroristas o de alto involucramiento con el narcotráfico. En ambos casos el señor Johnson tiene amplia experiencia.
Por si lo anterior no fuera suficiente, como cabeza del Departamento de Estado, el señor Trump ha nominado a quien antes despectivamente llamaba “pequeño Marco”, el senador Marco Rubio. El senador Rubio, como buen cubano de Florida, es extremadamente conservador, y, por tanto, un duro crítico y severo opositor de cualquier régimen con tendencias progresistas …como el nuestro.
El señor Rubio ni siquiera disfraza su posición de halcón, pues al momento que recibió su nominación no tuvo empacho en publicar en su cuenta de X: “Bajo el liderazgo del presidente Trump, lograremos la paz a través de la fuerza y siempre pondremos el interés de los estadounidenses y de Estados Unidos por encima de todo”. Si, efectivamente, “a través de la fuerza”.
Por su parte, otro de los propuestos de Trump a la posición de “zar de la frontera”, Tom Homan, una total conjunción con la política migratoria que habrá de imperar al menos durante los próximos cuatro años, ya ha anunciado que esta trabajando en un plan para utilizar las aproximadamente 570 hectáreas de tierra ofrecidas por el gobierno de Texas, como instalaciones migratorias.
En pocas palabras, ya se están preparando los campos de concentración que habrán de albergar a los miles o millones de inmigrantes ilegales que Trump pretende deportar. Todo lo anterior con el apoyo y entusiasmo de la mitad de la población norteamericana que voto por Trump en noviembre pasado, quienes creen a pie juntillas el discurso de su líder.
Dijo el jefe del culto: “Juntos, vamos a poner fin a los crímenes de los migrantes, detener los flujos ilegales de fentanilo y otras drogas peligrosas a nuestro país, y hacer a Estados Unidos seguro otra vez” …y sus acólitos desde luego que se lo creen.
En primer lugar, es falso que haya una ola de criminalidad derivada de la inmigración, hay migrantes que son criminales, pero no es lo mismo. Tampoco es verdad que el fentanilo venga con los inmigrantes, hay redes bien establecidas que surden la amplia demanda que los norteamericanos tienen de esa y otras sustancias.
En fin, se ven negros nubarrones en la relación bilateral de Mexico con los Estados Unidos, y nuestra presidenta habrá de tejer muy fino para que las tendencias militaristas y abusivas del bully mayor tengan un impacto limitado en nuestro país. No va a ser fácil.
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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