La vieja canción de la inmortal Mercedes Sosa dice, “Cambia, todo cambia”, pero esta indiscutible verdad dialéctica, se topa irremediablemente con la tozudez histórica de la más rancia derecha reaccionaria, a quienes no les asoma el menor signo de rubor para ir a contrapelo de la historia.
Corría 1961, y el entonces Secretario de Educación Pública, el laureado poeta Jaime Torres Bodet, materializaba, por fin, un viejo anhelo de las fuerzas progresistas: el libro de texto gratuito. Con esta acción, se daba un paso muy importante en el sentido de lo que los constituyentes del 17 habían planteado en la Carta Magna, a saber, la gratuidad y universalidad de la educación pública.
La extrema derecha mexicana, en ese entonces aun agazapada o atrincherada en algunos Estados de la República, no dudo en aprovechar la oportunidad para consolidar su fuerza y presionar a un Estado Mexicano, que si bien, todavía estaba integrado por algunos estamentos progresistas de importancia, ya se encontraba en franco proceso de derechización.
Y aquí es importante mencionar varios hechos coyunturales para entender mejor el accionar de ese grupo de mexican@s reaccionarios, en algunos casos abiertamente fascistas.
A principios de los sesentas, la guerra fría estaba plenamente declarada. La guerra de Corea, de principios de la década anterior, había sido el primer round entre ambos sistemas sociales, capitalismo y comunismo que, paradójicamente, habían sido aliados para combatir exitosamente el fascismo, durante la Segunda Guerra mundial.
En paralelo se vivía un proceso de descolonización, producto combinado de la fuerza de movimientos nacionalistas locales y de la debilidad de post guerra de los antiguos países imperiales, como Francia, Inglaterra o la propia Alemania entre otros. Es en ese contexto de descolonización es que la Revolución Cubana se alza con el triunfo en Cuba a finales de la década del cincuenta, prendiendo luces de alarma al neoimperio estadounidense.
En México, se vivió un proceso particular. A pesar de haber tenido una Revolución popular que convirtió en leyes medidas que la oligarquía norteamericana hubieran podido considerar de corte comunista (sin serlo, desde luego), como el reparto agrario, las leyes de defensa laboral, o la universalidad de la educación del articulo tercero, el intervencionismo yanqui no se hizo presente gracias a los sucesos mundiales tales como la crisis del 29, o las dos guerras mundiales, así como la colaboración, especialmente durante la Segunda Guerra mundial de los gobiernos emanados de nuestro movimiento armado.
Vaya, ni la nacionalización del petróleo fue motivo suficiente. En gran parte porque México puso su petróleo recién nacionalizado, al servicio de las fuerzas aliadas. Y también para evitar que nuestro país terminara como aliado de los países del eje, con la posibilidad de traer la guerra directamente a la frontera sur de los Estados Unidos. Eso dio algún margen de maniobra a quienes ocuparían posteriormente la presidencia, siendo el caso de López Mateos.
Sin embargo, ya durante la guerra fria, el anticomunismo fue, inevitablemente permeando la política nacional. El PAN, el Movimiento Familiar Cristiano, la Unión Nacional de Padres de Familia, algunos grupos de poderosos empresarios, particularmente los regiomontanos, así como los remanentes del movimiento cristero, vieron la aparición del libro de texto gratuito la oportunidad para salir a la palestra y ganar presencia.
¿Cuál fue su principal denuncia? Que los libros de texto gratuitos servirían para indoctrinar a l@s hij@s de l@s mexican@s, convirtiéndolos al ateísmo y, por ende, México como nación habría de convertirse, como Cuba, en un país comunista.
Consideraban que la enseñanza de la educación sexual, a niños de sexto año, era algo aberrante, violatorio de los derechos de los padres a ser quienes educaran a sus hijos en ese tema, y lindezas por el estilo. Hoy, más de sesenta años después de la aparición de aquellos libros, difícilmente podemos considerar que alguien haya sido “indoctrinado al comunismo” por haber recibido la enseñanza primaria utilizando dichos materiales.
Por el contrario, quienes recibimos la educación primaria durante los setentas y ochentas, podemos reclamar con justo derecho, que los gobiernos de la época, nos negaron acceder al conocimiento de sucesos clave para la conformación de nuestra nación, como las luchas agraristas de Rubén Jaramillo, la efervescencia social de los cincuentas y sesentas, la masacre del 2 de octubre del 68 y la del 10 de junio de 71 y un largo etcétera.
Así es que, a mis amigos de la derecha les pido encarecidamente, cambien, como todo cambia. ¿No les gustan los libros porque traen errores? Eso se corrige. Mi libro de Geometría Analítica de Larson, que me costo un dineral cuando lleve mi carrera de ingeniería traía errores. Pero por favor, ya no utilicen el fantasma de un comunismo trasnochado que ya desapareció.
Como dijo aquel preclaro ciudadano mexicano que pretendía apaciguar una disputa a golpes en Rusia, ¡Tranquilovskys! La Rusia comunista ya no existe, aunque, eso sí, el camarades, está por consolidarse.
Es cuánto.
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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