Si el feminismo misándrico de género apreciara esta porción del mensaje cristiano, de seguro abrazarían el cristianismo y tendrían paz. Jesús es el primer hombre que, en verdad empodera a la mujer. Pero no lo aprecian y menos lo digieren. Para creer, se requiere primero disposición.
El relato de la unción de Jesús en Betania (Mr.14:1-11) y la posterior aparición del Resucitado a María Magdalena (Jn.20:1-2; 11-18) destacan dos momentos de profunda conexión entre el amor, la revelación y la figura femenina. Ambos episodios enmarcan el inicio de la pasión y el anuncio de la nueva creación, otorgando a las mujeres un papel protagónico en el drama del Evangelio.
En Betania, una mujer rompe un frasco de perfume costoso y unge a Jesús. Este gesto no solo es símbolo de entrega y sacrificio, sino también una declaración profética: ella comprende que la muerte de Jesús es inminente y lo prepara para su sepultura. Su acción es juzgada por los presentes, pero Jesús la defiende y la honra: “Ha hecho una obra bella conmigo”. Aquí, la belleza no es estética, sino la capacidad de captar y responder al amor divino con valentía.
Jesús se encuentra en un contexto de exclusión y peligro: la casa de un exleproso, rodeado de tensiones políticas y religiosas. En ese ambiente, el acto de esta mujer rompe con los moldes sociales y económicos. No da desde la escasez sino desde la abundancia del corazón. Ella anticipa que la verdadera pobreza es espiritual, y la única solución es la transformación del ser, no la simple asistencia social. El gesto de amor desinteresado de esta mujer anticipa el gesto supremo de DIOS al entregar a Su Hijo.
Este evento se conecta con otra figura femenina clave: María Magdalena. Mientras los discípulos varones se esconden, ellas —María Magdalena, María madre de Santiago y otras— están al pie de la cruz, son testigos de la sepultura y van al sepulcro. En Jn.20, María es la primera en encontrarse con el Cristo resucitado. Ella lo confunde con un jardinero, imagen poderosa que conecta con el Edén. Jesús, como el nuevo Adán, inicia la nueva creación en ese jardín, con una nueva Eva: María, la primera proclamadora del Evangelio.
María Magdalena conversa primero con dos ángeles y luego con Jesús. Como la mujer en Betania, ella percibe lo que otros no: el amor de DIOS revelado en el dolor, la muerte y la resurrección. Es enviada por Jesús a anunciar lo que ha visto. Su testimonio inaugura el crecimiento del Evangelio. No es coincidencia que el único encuentro con ángeles en los evangelios ocurra aquí: como los querubines del arca, estos marcan el nuevo lugar de encuentro con DIOS, no ya sobre tablas de piedra, sino con Cristo resucitado.
Estas mujeres encarnan la valentía, la fe y la capacidad de reconocer la presencia y el poder de DIOS cuando otros no lo ven. Ellas comprenden que el Reino, no se toma por títulos ni teología, sino por la entrega radical y el amor comprometido. Jesús no les dice: “Entiendan”, sino “Vayan y anuncien”.
Ambos relatos ponen en primer plano la figura femenina como canal de revelación y transformación. En un mundo que aún hoy subestima la voz de las mujeres, el Evangelio las presenta como protagonistas de la nueva creación. Ellas no solo comprenden, sino que también actúan, aman y anuncian. Este es el corazón de la fe cristiana: la capacidad de ver con el corazón, amar con el alma y proclamar con valor.
Desde Betania hasta el jardín vacío, las mujeres se convierten en testigos fieles de la gloria que el mundo no puede comprender. Ellas son el eco del perfume que lo llena todo y la voz que grita en la mañana del primer día: “¡He visto al Señor!”. Y eso sí que es, El Meollo del Asunto.

Daniel E. Valles
Periodista y comentarista de radio y televisión. "El Meollo del Asunto" y "La Familia es Primero" son sus principales herramientas periodísticas que se publican en medios impresos y digitales en diversas geografías de habla hispana.
Ha sido merecedor de diversos reconocimientos como conferencista y premios de periodismo, entre ellos, la prestigiosa Columna de Plata, que otorga la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez.