En estos últimos días se han multiplicado las buenas noticias sobre la evolución de la economía mexicana. Tan notable ha sido el comportamiento favorable de muchos de los indicadores de su desempeño que, por primera vez los críticos más severos han aceptado que la recuperación de nuestra planta productiva está en Marcha.
Durante la semana tuvimos noticias excepcionales: por ejemplo, la inflación, a pesar de alcanzar un nivel próximo al ocho por ciento, es semejante a la que se vive en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial y ello es un gran dato, porque explica la principal razón por la cual nuestro comercio exterior goza de tan buena salud.
También da cuenta de la razón por la que nuestro peso haya cerrado esta semana con una fortaleza inusitada, con una cotización abajo de veinte pesos (19.57), lo que no se había registrado desde marzo del 2020
Hay innumerables aciertos de política económica que explican este gran logro de la política financiera y comercial, pero aquí solo haré notar el comportamiento de un fenómeno económico que desde hace casi sesenta años favorece la expansión económica de Chihuahua.
Se trata de la inversión extranjera directa que en forma de plantas industriales ha generado más del 40 por ciento de los empleos formales en nuestro estado. Pues ocurre que en el primer trimestre del año alcanzó un nivel de 19 mil 428 millones de dólares rompiendo, por mucho, todos los récords recientes, e impulsando un crecimiento importante del empleo formal en México y desde luego en nuestro estado.
Estamos en franca recuperación, con un crecimiento económico notable, si tenemos en cuenta que, contra el comportamiento esperado, esta expansión se da en una coyuntura internacional enteramente desfavorable en la que la propia economía norteamericana presentó un crecimiento inferior al de la mexicana, algo absolutamente inesperado.
Pero lejos de la mirada pública hay un fenómeno más importante que ha estado ocurriendo desde el primer día del gobierno del licenciado López Obrador.
Hablamos de uno de los conceptos de pobreza que construyó el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (CONEVAL), el organismo autónomo que se encarga de evaluar la efectividad de las intervenciones gubernamentales, en especial aquéllas que tienen un mayor impacto sobre los niveles de pobreza en México; pues ocurre que este organismo acaba de presentar su informe sobre el estado de la pobreza laboral, observando que esta se redujo de 42.0 a
a 38.8 por ciento.
Tal concepto se refiere al porcentaje de la población mexicana, cuyos ingresos derivados de sus actividades laborales no alcanza a cubrir el costo estimado de la canasta básica.
Otra forma de expresarlo es que estamos ante el indicador que representa la proporción de mexicanos que no cuentan con mínimo de dinero necesario para pagar los bienes y servicios que garantizan la subsistencia de una persona en México; y la medición que nos ofrece el CONEVAL nos expresa que, tanto el número como el porcentaje de nuestros compatriotas que no tiene ingresos laborales para sobrevivir, están disminuyendo rápidamente.
Lo que sin ninguna duda confirma que la política laboral y salarial de la 4T, manifiesta en el elevado crecimiento de los salarios, está cumpliendo su objetivo de mejorar las condiciones materiales de los segmentos sociales más vulnerables de nuestro México.
¿Por qué está ocurriendo esto tan pronto, si se supone que apenas estamos saliendo de una recesión que prácticamente duro dos años?
No hay razón para confundirse, ni para dudar de este logro tan sorprendente, pero tan largamente esperado.
Es el resultado de la aplicación, durante tres años consecutivos, de un nuevo modelo de política económica, nunca antes puesto en práctica, con efectos redistributivos a favor de las personas, familias y comunidades más pobres de México.
Por primera vez hemos vivido bajo un modelo económico en el que los pobres van por delante. Pese a que el crecimiento ha sido más lento de lo esperado, debido a los factores lejos de nuestro control, ya mencionados; gracias a una política laboral que, además de una mejora sustancial de los salarios, ha mejorado muchas de las prestaciones asociadas al salario: hoy tenemos ante los ojos una reducción muy significativa de lo que el propio CONEVAL llama “pobreza laboral”.
Se trata de un logro esperanzador que nos llena de optimismo sobre las nuevas posibilidades de crecimiento y desarrollo que ofrece este nuevo modelo,
concebido bajo un nuevo concepto de prosperidad en el que nadie habrá de quedarse atrás y nadie habrá de quedarse afuera.
No cabe duda la gran promesa de la 4T se está cumpliendo cabalmente.
Juan Carlos Loera de la Rosa
Empresario y político defensor de la cuarta transformación.
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