Había una vez un pueblo muy, muy cercano que se decía, por herencia azteca, noble y transatlántico por virtud. Tenía por costumbre reformas bien intencionadas, aunque de inicio incomprensibles; grandes programas novedosos, pero efímeros; gobiernos extraordinarios llenos de ilusiones, acciones y cambios aventurados.
Los aldeanos ya estábamos acostumbrados al argüende y, en el tema de la justicia, prácticamente a vivir en la oscuridad. Aceptamos casi todos los cambios institucionales y algunas ocurrencias personales, pero a veces la historia va tan deprisa que no nos damos ni cuenta de dónde viene el manazo.
Cierto día ocurrió que, desde la Casa Real, se dijo que habría que renovar el Tribunal Superior de Justicia, el Tribunal de Disciplina Judicial y los Juzgados de Primera Instancia y Menores. Se colocaron los anuncios en las plazas y fue entonces cuando muchos nos dimos cuenta de que tales cosas existían. Si usted quiere, llámenos ignorantes; eso de la justicia es algo complicado. “Dios nos libre de ir a un tribunal”, da lo mismo ser juzgado, juzgador, juez o jugador… uno, la verdad, no sabe.
Quizás esa sea una intención bien intencionada: que conozcamos a quiénes y cómo se imparte la justicia en el reino. Un reino donde, en el tema, casi todos estamos medio ciegos, tuertos o miopes… Y no, no es que nos demerite, es que cada quien jala su propia carreta, y viera usted que a veces es tan pesada que no queda tregua para mirar a otro lado.
Se hicieron los anuncios reales de que tal día iniciarían las campañas… “sí, las campañas”. Debíamos, como dice la Biblia, estar atentos y preparados para pensar bien y hacer lo correcto. Pero, honestamente, ¿cómo se prepara uno para elegir 3 magistradas y 2 magistrados para el Tribunal de Disciplina Judicial, 15 magistradas y 15 magistrados para el Tribunal Superior de Justicia, 135 juezas y 135 jueces para los Juzgados de Primera Instancia y Menores…?
Muy fácil, dirán los expertos del gremio, los que trabajan o son parte del selectivo sistema de impartición de justicia que siempre tuvimos. No por su responsabilidad, pero como dice la canción: así fue… estábamos distantes, más distantes que de los otros poderes.
Todo podría ser un caos, pues no faltaron los hechizos malévolos de la apatía y la indiferencia social, cuando de pronto, entre la bruma, aparecieron hombres y mujeres valientes que, pese a todo, se aventuraron a participar en la Primera Elección Judicial de nuestro estado.
Entre los anuncios en Facebook, llamadas y mensajes de WhatsApp, la oscuridad de la elección se empieza a disipar gracias a las candidatas y los candidatos que nos educan en el proceso, nos muestran el camino poniendo su tiempo, voluntad y conocimiento… Participando, con la posibilidad de ganar una posición, es verdad, pero sin la certeza de obtenerla, y eso es digno de reconocerse.
En este cuento, es probable que no falten las hadas o los instrumentos de conducción democrática “voluntaria”, donde, con algunos polvos mágicos, se incline la balanza de los votos. Sin embargo, la manera en que ocurra también será un camino de luz, una forma en la que se podrán ver las siguientes elecciones.
Así es como, en el pueblo, vamos viendo, aprendiendo sobre la marcha, experimentando y probando, con el valor de nuestros candidatos, cómo se siente México en la piel… una piel que, si fuera la propia, cuidaríamos más.
Los estudiosos del derecho dictarán los aciertos o desaciertos de la Reforma Judicial… los aldeanos hablaremos de nuestra experiencia en una elección de un sistema que estamos conociendo, frente a candidatos que se esfuerzan por ser políticos y ganar simpatías y votos.
Los renegados se quejarán de todo; los visionarios aprenderemos lo que no sabíamos. Trataremos de participar, apoyar y elegir con las luces que se vayan dando, con el optimismo de pensar que nadie se levanta en este país deseando que le vaya mal a México y que, si algo está cambiando, tiene un sentido, como en nuestra vida:
Es bueno, es oportuno y es mejor.

Rocío Saenz
Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace y Vive Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.