Ningún partido político merece el calificativo de honestidad y transparencia. Incluyendo a MORENA, cuyos actos en el poder demeritan o se contraponen con lo que pregona el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador. A nivel nacional y estatal, sus representantes en las cámaras de diputados han dejado de lado lo más importante: la gente que les brindó el voto de confianza. En la Cámara de Senadores, Ricardo Monreal se comportó como Vicente Fox cuando impuso a Calderón, imponiendo a Rosario Piedra Ibarra, como Presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Dan pena ajena nuestros legisladores, que siguen sin reformar la Constitución Política en el rubro de los requisitos para llegar a tan importante posición. Pues hasta el más ignorante puede ser diputado o senador. Estamos en manos de partidos políticos, que siguen con el tráfico de influencias derrochando el poder sin rumbo definido. Así no podrá erradicar la corrupción el Presidente López Obrador. Para ello, necesita imponer orden y disciplina entre los militantes del partido de su creación.
Es innegable que se colaron al partido MORENA, panistas, priistas, perredistas, verdes, y de todos colores que brincaron de un partido a otro, porque aprovecharon el gran momento de nuestro Presidente que ganó de calle la elección pasada. Eso es permitido, comprensible y tolerable, pero lo que es imperdonable es la impunidad de los actores políticos que lucran con el poder ampliando la corrupción.
Si la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha reconocido que existen actos de corrupción dentro del Poder Judicial de la Federación que es el Tribunal más importante del país, cuando menos el Poder Legislativo debería hacer lo mismo e impedir actos preferenciales que afectan a la mayoría de la población. Pues los reclamos de sus adversarios no son del todo falsos, como lo es el nepotismo, así como la dudosa reputación de ciertos personajes que han participado activamente en los fraudes electorales y otros enriquecidos ilícitamente.
De ninguna manera pongo en duda la trayectoria de Rosario Piedra Ibarra, quien se ha ganado el respeto de los mexicanos por su trayectoria como maestra y activista nacional, sino por la forma en que se llevó la votación. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, es la principal institución responsable de promover y proteger los derechos humanos que establece nuestra Carta Magna, sobre todo de los abusos de los políticos, funcionarios y gobernantes que los violan y que han sido denunciados internacionalmente. Debe ser una elección democrática y satisfactoria socialmente.
En la elección próxima pasada en la que elegimos a nuestro presidente de la república, la mayoría de los millones de mexicanos que votamos por Andrés Manuel López Obrador, lo hicimos por convicción en cuanto a su trayectoria política y depositamos nuestra confianza en su honestidad y cabalidad política. El partido político MORENA, de ninguna manera influyó para ganar por sus bases, ni principios que entre todos los partidos son semejantes. Se colaron personajes cuya reputación es dudosa o simplemente no simpatizan ni con sus dirigentes estatales y nacionales.
Existe molestia justificada del pueblo mexicano que ya no está para ser sumiso, ni sometido a caprichos, ni imposiciones de ningún aspecto para lograr una vida de calidad humana cálida, relajada y de prosperidad. Los partidos políticos siguen siendo parte del gran negocio del lavado de dinero y consecuentemente son corruptos. Existe el principio jurídico, que señala que el que afirma debe probar lo que dice. Para ello basta con que se proporcionen los nombres de todos los militantes de cada partido, dirigentes, fundaciones y empresarios que participan para su existencia.
Ellos saben quienes son y nosotros también sabemos. Sería una lista interminable de abusos de poder que todos los días seguimos teniendo que soportar. Es indudable también, que el gran error del presidente de México, fue el delegar todo el poder en amigos y gente de su confianza en toda la república, como delegados que hacen todo y nada a la vez, porque sus funciones y atribuciones no están definidas constitucionalmente, y todo lo que está fuera de la legalidad no tiene validez.
Deseo para mi país un cambio verdadero como el slogan de la campaña política del presidente, y estoy de acuerdo completamente que para el bienestar de todos “primero los pobres”. Solo que para lograrlo no bastan sus buenas intenciones. Necesita quitar, despedir, sacar y enjuiciar a todas y todos los que gozan de mala reputación política. Y debe ser desde arriba para abajo. De otra forma los pobres nunca serán los primeros.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.