Es común encontrar migrantes extranjeros en algunos semáforos de Ciudad Juárez solicitando apoyo económico, algunos se hacen acompañar de niños, lo que de entrada es cuestionable, ¿qué dificulta insertarlos en el empleo formal de Ciudad Juárez cuando se habla de un déficit considerable de trabajadores operativos de la industria maquiladora asentada en esta Ciudad?
Si bien son más los casos de migrantes que no desaprovechan la oportunidad de ocuparse en algo para ganarse la vida; muchos han optado por emprender micronegocios de oficios, talleres, comida, etc.; también es cierto que algunos optan por buscar el sustento en actividades no productivas como la mendicación o de riesgo como la prostitución. Queda latente y además debe prevenirse que parte de esta población flotante pueda ser incorporada al hampa.
Y es que el fenómeno migratorio, en este caso de extranjeros que buscan cruzar o ser admitidos en algún procedimiento de los Estados Unidos, revela varias aristas desde la observación del juarense de a pie. Varios de estos migrantes se notan despreocupados, visten bien, utilizan modernos móviles donde hablan y hablan enjundiosamente, alquilan cuartos para vivir y hace pensar que están siendo financiados por familiares en los Estados Unidos o por alguien más; podría decirse que no representan una carga para la ciudad y como todos, debe garantizarse su estancia segura y humana.
Otra parte del flujo migratorio evidencia la miseria que les hace buscar otros caminos y que ejerce presión a una ciudad con grandes rezagos de infraestructura y de servicios. Aquí se ponen a prueba las capacidades del Estado mexicano para afrontar el tema, capacidades insuficientes a pesar de algunos esfuerzos por albergarlos, pero que necesariamente hacen que la sociedad civil organizada coadyuve; algunas organizaciones cuentan con amplia experiencia en el tema como la Casa del migrante.
Insisto que el tránsito migratorio requiere un tratamiento desde un enfoque de seguridad humana, que empieza, irremediablemente, por el control de las fronteras, sin que de ninguna manera signifique eliminar el derecho de los refugiados y desplazados por cualquier motivo. No se percibe que se este haciendo lo suficiente por lograr un ingreso legal de extranjeros a nuestro país y desde allí se complica regular la estancia de migrantes, en aras de que esta sea mas digna, y desde luego segura. Al ya estar en nuestro país, la incorporación al empleo de los migrantes puede contribuir de manera determinante a su estancia ordenada y segura.
Tal vez la ignorancia de los procedimientos administrativos para poder laborar en la ciudad, la falta de algún requisito o la excesiva burocracia hagan que muchos migrantes extranjeros no puedan ocuparse formalmente en un empleo; en este sentido debiera simplificarse el procedimiento para el acceso al trabajo, es decir, que pueda otorgársele una provisional y legal estancia al extranjero si se acredita una contratación laboral. Es pues, cuestión de reelaborar o socializar los procedimientos de legal estancia y empleabilidad, en conjunto con la iniciativa privada y la sociedad civil.
Por otra parte, es difícil justificar la permanente situación de mendicidad de algunos migrantes, sobre todo si se hacen acompañar de niños y que implica la intervención de las autoridades de los tres niveles de gobierno. Necesaria es la intervención para que en estos casos se les retire a lugares dignos, su canalización para su incorporación al trabajo y la regularización de su estancia en México. Teniendo especial atención con las autoridades que les pidan dinero.
Aunque sean parte de una población flotante, en espera de acceder a los Estados Unidos, no debe ser una limitante para que formen parte de la planta productiva de esta frontera, sino, por el contrario, una oportunidad de incrementar la productividad que debe ser aprovechada.
Los extranjeros gozan de los derechos humanos y garantías que reconoce nuestra constitución, algo que no debe cambiarse, sin embargo, la deportación para extranjeros que entran en conflicto con la ley o insisten en no ser productivos debiera aplicarse como se aplica en todos los países.
Para terminar, podemos decir que la incorporación al empleo formal de los migrantes extranjeros beneficia a todos, pues auxilia a paliar la demanda de mano de obra de la industria aquí asentada, pagan impuestos y la experiencia nos dice que el empleo contribuye a que no se entre en conflicto con la ley. De esta forma, no existe justificación para que sean molestados por alguna autoridad.
Cuando estábamos con ustedes, también les ordenamos esto: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma (2 Tes 3:10).
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.
