En las últimas semanas se ha desatado una serie de publicaciones en torno a la senadora por Chihuahua, Andrea Chávez. Todo esto fue detonado por declaraciones que ella misma realizó en televisión nacional sobre la procedencia de varios camiones que ofrecen servicios de salud, pero que también promueven su imagen. En esa misma entrevista, la senadora Chávez menciona que el costo de estos camiones —que se estima en 10 millones de pesos mensuales— es cubierto por un empresario que, dicho sea de paso, ha sido beneficiario de varios contratos durante los gobiernos de la 4T.
Lo que más me sorprende en toda esta historia es el cinismo y la manera en que la senadora miente con tal seguridad que sus palabras casi podrían parecer verdad. Para empezar, ella afirma que estos camiones son parte de un compromiso de campaña con los chihuahuenses; sin embargo, ahí yace la primera mentira: su labor como legisladora no es proveer servicios de salud, sino legislar, fiscalizar y aprobar presupuestos que permitan garantizar esos servicios a través de las instituciones correspondientes. Si de verdad hubiera sentido compasión por la falta de médicos, enfermeras o atención médica, no habría permitido el recorte presupuestal. La reducción en salud aprobada por el Gobierno Federal y respaldada por los legisladores de Morena para el año 2025 asciende a más de 113 mil millones de pesos, lo que representa un 11% menos en comparación con 2024. Así que no debería sorprenderle a la senadora Chávez que persistan tantas carencias en hospitales del IMSS o del ISSSTE.
Otro punto importante es el uso de su imagen en estos servicios que la senadora dice brindar “caritativamente” a la población. Como servidora pública, no puede promocionarse de esa manera: ¡es ilegal! Está expresamente prohibido por la ley. Es inaceptable que normalicemos que quienes están encargados de hacer las leyes sean los primeros en desobedecerlas. Los ciudadanos debemos estar atentos, alzar la voz y exigir que los legisladores sean congruentes y cumplan con la ley. En ese sentido, valdría la pena revisar —o incluso preguntarle directamente— cuántas iniciativas de ley ha presentado durante su tiempo como diputada federal y senadora. Si la respuesta es menor a diez, tal vez Andrea Chávez no entiende bien cuál es su verdadera función legislativa.
Finalmente, otro engaño que tristemente ya parece normalizado entre muchos políticos es el tema de la corrupción. Es algo que como ciudadanos no podemos tolerar ni solapar. La senadora recibe millones de pesos mensualmente por parte de empresarios, no solo para sostener supuestos servicios de salud, sino también para hacer campaña dos años antes del proceso electoral. ¡Eso, aquí y en China, es corrupción! Y, perdóneme, pero eso sinceramente me enfurece. Porque ya sea para rentar o comprar una casa de 30 millones de pesos, o para hacer publicidad personal lucrando con la necesidad de la gente, también es corrupción. Corromperse, sea mucho o poco, pone en riesgo el futuro de nuestro país, el trabajo de millones de mexicanos y las instituciones que hemos construido con esfuerzo.
La labor política debe ser un servicio de honor a la patria. Por eso, ver lo que hemos presenciado en las últimas semanas no solo decepciona, sino que indigna, porque es evidente que muchos de nuestros representantes no comprenden la responsabilidad y el compromiso que implica su cargo. Me entristece aún más pensar que, mientras unos abusan del poder, hay políticos honestos que trabajan con pasión y deben esforzarse el doble para recuperar la confianza ciudadana.
Lo invito a usted, querido lector, a discernir, a cuestionar y, sobre todo, a no dejarse engañar por lo que parece verdad, pero no lo es.

Marisela Terrazas
Ex Diputada por el PAN en Chihuahua. Doctorante en Ciencias de la Educación por la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica. Maestra en Educación por UTEP, ex directora del Instituto Chihuahuense de la Juventud y experta en políticas públicas juveniles.