En un capítulo anterior veíamos cómo es la condición humana, y como desde tiempos inmemoriales el más fuerte domina al débil.
Para lograrlo utiliza múltiples mecanismos de presión y de manipulación.
En esta circunstancia vemos la presión que ejerce el presidente de los Estados Unidos Donald Trump, contra México por el capricho de obligar a nuestra soberanía a detener la marcha de los migrantes centroamericanos que desean cruzar a Estados Unidos, en la búsqueda de mejores condiciones de vida.
La ocurrencia de frenar el flujo de personas y mercancías en la frontera México-Estados Unidos, como mecanismo de presión, es una mala idea según dicen los especialistas.
Esta “ocurrencia” presidencial… ” está creando costos para los circuitos de valor tanto de México como de Estados Unidos”. Expresó el canciller Ebrard.
Todo comenzó hace unos días, usted lo recordará, el presidente de Estados Unidos, reasignó a 541 inspectores fronterizos a otras labores, como procesar migrantes, transportarlos y cuidar a aquellos que necesitan atención médica; lo que incrementó en muchas horas, los tiempos de espera para cruzar o pasar cargamentos hacia la Unión Americana.
Castigar a los ciudadanos con tiempos de espera de hasta tres horas, y al sector comercial con diez o más horas, es criminal.
“No son modos”, diría mi sacrosanta madre que goza ya del descanso eterno.
Su mismo gabinete está en desacuerdo con las medidas que toma Donald Trump en sus arrebatos.
La inconformidad de la ex Secretaría de Seguridad nacional, Kristjen Nielsen, la obligó a renunciar.
Y la advertencia de tal error por parte de sus asesores, lo evidencia sin remedio. Gobernar a caprichos, es una regresión a la época del Neandertal.
Raúl Ruiz
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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