Como lo ofrecí en la entrega anterior, dedicaré estas líneas a un pequeño recuento histórico sobre el discurso político.
Uno de los instrumentos para obtener el poder lo significa el discurso político.
No es el uso de la palabra simple.
Es producir una sensación de impacto; de atracción entre los electores.
Conectar con el que escucha, y persuadirlo de que sus ideas representan la solución a la problemática social, o son la verdad tácita.
El discurso político es el compromiso retórico ante un grupo social.
Ahí donde se desarrolla explícitamente el juego del poder, el discurso político envuelve en imágenes una realidad.
Creer en él o no, depende de cada individuo que lo escucha.
Cinco puntos que lo caracterizan.
1. El discurso político reconoce, distingue y confirma a los partidarios de una ideología y atrae a los indecisos a identificarse con ellos.
2. El discurso político es un instrumento de carácter estratégico, es decir, en la medida en que define propósitos, medios y antagonistas.
3. Quien lo sustenta no se limita solamente a informar o transmitir una convicción, sino que también produce un acto, expresa públicamente un compromiso y asume una posición respecto a un determinado tema en cuestión.
4. El discurso político tiene una base esencialmente polémica: la enunciación política parece inseparable de la construcción de una visión.
5. Es un tejido de tesis, argumentos y pruebas destinadas a esquematizar y teatralizar de un modo determinado el ser y el deber ser entre políticos, ante un público determinado.
Desde que se inventó el concepto de partido y comienzan los balbuceos de la “democracia”, nace el discurso político.
Mientras se crea el sistema político mexicano, en los albores de la política, allá por el año de 1929, surge el discurso político, envuelto en frases especiales para cada uno de los sectores.
Las voces resuenan contra el imperio, la oligarquía, el abuso a las clases más desprotegidas. Pero comienza también la simulación; y aparece Acción Nacional con un discurso opositor; contra la corrupción, con un alto sentido de la moral, la honestidad y la ética.
Con el tiempo, cayeron en su propia trampa y al igual que los priistas, fueron perdiendo credibilidad.
Llega Andrés Manuel López Obrador con un discurso esperanzador y convence al pueblo. Hoy tiene casi el 90% de simpatía y credibilidad entre los mexicanos, pero ¿Cuánto podría durar?
El discurso va unido a la acción y es ahí donde se atora la credibilidad.
La cuarta transformación de México que propone el presidente López Obrador, es magnífica, sólo falta que su equipo realmente se comprometa a terminar con ella.
Y en el camino encontrará muchos obstáculos pues las mafias no van a dejar el negocio simplemente por decreto presidencial.
Tendrán que surgir “ayudas” de otros mexicanos que busquen el mismo propósito, pero no necesariamente serán morenos, mucho menos priistas o panistas.
¿Serán los independientes?
El modelo inicial de “independientes” no resultó verdaderamente atractivo al electorado.
Quizás una nueva versión de independiente, con un discurso fresco y convincente logre revitalizar la política nacional. Pero debe traer otros aderezos.
Ya hay proyectos en ciernes. En San Luis Potosí se fragua uno que podría ser atractivo. Es cosa de esperar estos ESCENARIOS.
Raúl Ruiz
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
Suscríbete a XPRESSNEWS.MX y recibe la columna los lunes y miércoles gratis en tu correo además de otro contenido de interés.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.