En este encontronazo electoral del primero de julio, el partido Acción Nacional quedó más dividido que un rompecabezas de 500 piezas.
“Nos equivocamos con Anaya”. Dicen los santones pitufinos.
Y nadie los va a contradecir.
De hecho todos sabíamos te la construcción de esa amalgama Frankenstein sugerida por Javier Corral en Chihuahua, estaba condenada al fracaso.
Acción Nacional quedó pulverizado como nunca lo había estado con anterioridad.
Hay más tribus azules en pugna, que las tradicionales perredistas de toda la vida.
En busca de los tepalcates rotos del partido Acción Nacional, hay 12 aspirantes a la presidencia del comité ejecutivo nacional.
Manuel Gómez Morín Martínez, nieto de uno de los fundadores del PAN, es la figura a vencer.
Competirá bajo el lema “la sangre llama”. Un slogan mercadotecnico de poca imaginación, pero de impacto doméstico, que acompaña con un discurso con el que quiere regresar a los orígenes del Partido Acción Nacional.
Otros aspirantes al cargo, son: Héctor Larios, Marko Cortés, Ernesto Ruffo, Carlos Medina Plascencia.
Manuel Gómez Morín fue uno de los fundadores del PAN en 1939 junto con Efraín González Luna, Aquiles Elorduy, Luis Calderón Vega, Francisco Fernández Cueto, Alejandro Ruiz Villaloz, Rafael Preciado Hernández, Juan Gutiérrez Lascuráin y Manuel R. Samperio.
Hoy su nieto quiere los pedazos del partido.
Nunca segundas partes fueron mejores, Gustavo Madero es prueba viviente de ello.
En ciudad Juárez igual.
Yo no sé qué atractivo le ven a dirigir un partido sin militancia, sin presupuesto, sin rumbo, sin aliento, sin gobierno.
Pero, hay cuando menos media docena de aspirantes.
Pepe Márquez, Rogelio Loya, Sergio Madero, Gabriel García, Job Quintin y Raúl García Ruiz.
La recomposición del gabinete de Javier Corral en esta etapa de su administración podría darle un poco de aliento a sus simpatizantes, aunque la decepción se haya consumido casi toda su imagen de salvador del pueblo chihuahuense.