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    diciembre 1, 2024 | 0:39

    Estabilidad: Una columna del progreso

    Publicado el

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    Originalmente publicado el 18 de Julio de 2017

    “Estabilidad, no es la continuidad en el tiempo; es la capacidad de restablecer el equilibrio”

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    El admirable orden y estabilidad en las estructuras social, económica, política, religiosa y otras del Antiguo Imperio Romano de Occidente, no evitó su derrumbe y hundimiento.

    Generando así, una profunda y generalizada incertidumbre e inestabilidad individual y social en la naciente época de la Edad Media: El individuo, ante las necesidades de orden, estabilidad y certeza que le orientaran en la vida, buscó en la fe religiosa la complacencia de esas exigencias.

    Fundados en esta búsqueda individual, Constantino legaliza la fe y Teodosio el Grande la decreta Religión de Estado. Así, a la Iglesia Católica, que después de sufrir graves persecuciones del Imperio Romano, pasa de la ilegalidad a la legalidad, se le impone una responsabilidad fundamental en la historia: dar sentido a la vida del ser humano.

    Es así, que la Iglesia inicia su tarea histórica pretendiendo gestar y propagar estabilidad, orden y certeza en el sentido de la vida del individuo, fundado principalmente en el ejercicio de la fe. Sin embargo, la inmutabilidad del dogmatismo, que caracterizó la época de la Edad Media, se debilitaba constantemente ante la poderosa e inevitable trasformación de todas las cosas.

    En consecuencia, la Iglesia dominó la política, la economía, lo social, entre otras, gracias a que conservo la misma estructura de poder que su perseguidor, el Imperio Romano. Engendrando un distanciamiento de los principios que le fundaron y del individuo, para aproximarse al poder temporal.

    Ante la confusión y la desorientación de la Iglesia, se genera nuevamente la inestabilidad, el desorden y la incertidumbre en el sentido de la vida del hombre: gestando la voluntad de satisfacer, por sí solo, las necesidades de conocimiento de los fenómenos naturales y lo trascendental. Reprimiendo, la Iglesia católica, ese impulso del individuo con los mecanismos de la Santa Inquisición.

    La inestabilidad, el desorden y la incertidumbre creados por la ambición de la Iglesia, obliga, otra vez, al individuo a busca la estabilidad, el orden y la certidumbre que le garantice el sentido de la vida. Ahora lo busca en el pensamiento de la Antigua Grecia y en la herencia del Antiguo Imperio Romano.

    Nace así, la época del Renacimiento: con el propósito de buscar, de nuevo, el significado certero de la vida alcanzado la estabilidad y el orden. Ante la decepción de la fe religiosa, ahora el hombre indaga en la naturaleza, esencia y origen del ser humano; explorando la concepción del hombre fundada en la razón. Es decir, en el antropocentrismo del pensamiento griego.

    El Renacimiento hace erupción en conocimientos, gestando la época de las Luces: todo saber es sometido al Método Científico que certifica y separa el conocimiento pagano del conocimiento racional. De esta manera, se impulsa el desarrollo incontenible de las ciencias, generando el pensamiento positivista, en otras palabras, la falsa creencia en la capacidad de las ciencias para resolver todo los obstáculos de la humanidad. Engendrando, de nueva cuenta, la inestabilidad, el desorden y la incertidumbre en el ser humano.

    En consecuencia, el positivismo ha creado el utilitarismo existencialista que hoy tiene sumido al hombre en la angustia y aturdimiento por la falta de identidad y de libertad como ser humano. Está sometido a los sistemas materialistas y esclavistas de la sociedad, que únicamente recompensa, materialmente, la utilidad material del individuo para con la sociedad, sin consideraciones como individuo, como hombre, como ser humano.

    La inestabilidad, el desorden y la incertidumbre que tiene cautiva a la sociedad contemporánea, es el reflejo de lo hecho por las sociedades del pasado: las políticas de las nuevas formas de gobiernos constitucionalistas y las acciones de las organizaciones internacionales, recién creadas, han generado únicamente desorden, incertidumbre e inestabilidad por carecer de fundamento en los conceptos inherentes del hombre.

    La responsabilidad del hombre es encontrar los elementos justos para impulsar la estabilidad en la sociedad actual, que tenga como fundamento la estructura natural y esencial del hombre. De lo contrario, la inestabilidad continuara manifestándose en el desenvolvimiento de la humanidad.

    Para concluir: El Imperio Romano, la Edad Media, el Renacimiento, la Época de las luces y la época Contemporánea han surgido por la inestabilidad de la anterior, generando estabilidad temporal para desestabilizarse y engendrar a la siguiente época.

    En todas las épocas, la percepción defectuosa y deficiente de la naturaleza y de la esencia del hombre, es la fuente generadora de la Inestabilidad. Es necesario, el conocimiento certero de la naturaleza del hombre, para que sea cimiento firme y solido de las estructuras sociales que dan orden y estabilidad.

    El trabajo es constante. La inestabilidad y la estabilidad se complementan: La estabilidad consiste en el restablecimiento del equilibrio y no en una continuidad en el tiempo.

    Es cuanto ¡un abrazo fraterno!

    Guillermo Chavez
    Guillermo Chávez

    Abogado. Filósofo. Columnista.
    Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
    Descansa en Paz.
    Hasta pronto querido amigo.

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