Ante el consumo del opioide sintético que es hasta cincuenta veces más fuerte que la heroína y cien veces más fuerte que la morfina, el fentanilo, se ha convertido en la droga más peligrosa y mortal. En las estadísticas de mortandad por adicciones, el fentanilo toma la ventaja como la droga que produce un efecto inmediato que paraliza el corazón y daña el cerebro, pudiendo ocasionar la muerte o vida vegetal del adicto.
Los Estados Unidos de Norteamérica, ha resentido la distribución en su territorio por los narcotraficantes, que son los operadores controlados por el crimen organizado más poderoso del mundo, que es de origen norteamericano, el aumento de muertes por consumir fentanilo. Soberbios por naturaleza, los norteamericanos al atribuirse que ellos son América, son los que han propiciado la existencia de los cárteles fuertemente armados en nuestro país México, por proveedores de ese país.
Según estadísticas, los Estados Unidos de Norteamérica goza de fama del más alto índice de adictos a las diversas drogas que existen en el mercado ilegal con receta y sin receta. A la cerveza como la reina de las drogas, le sigue la marihuana que ha sido legalizada para su consumo “recreativo”, cocaína, cristal, heroína, crack, entre otras y el fentanilo.
Ante la corrupción generada por el crimen organizado que domina desde el país más poderoso del continente americano, el sistema político de los partidos dominantes, Republicano y Demócrata, culpan a los mexicanos de la desgracia que sufren aumentado día con día el número de adictos al alcohol y a las drogas. “Ven paja en ojo ajeno” y con facilidad ven al vecino como culpable y proveedor ahora del fentanilo.
Sin embargo, cabe la pena destacar que los adictos son personas víctimas del sistema putrefacto de la política internacional y de la decadencia de valores tradicionales en la sociedad, así como el acomodo de políticas públicas que dañan a la niñez con la facilidad de penetrar al infierno. Primeramente, con el ejemplo de los padres es como se debe iniciar el ataque contra las adicciones, la educación escolar y vigilancia permanente en los planteles escolares.
Pero si los padres fuman marihuana, o cigarrillos, beben bebidas alcohólicas en exceso, se inyectan morfina, toman benzodiacepinas, u otras drogas ante la presencia de los niños, solos o con sus parejas, será imposible erradicar este grave problema. Bajo este esquema nos encontramos en la actualidad, pues a través de las generaciones desde los hippies que fumaban marihuana, los narcotraficantes fueron estableciendo territorios para operar ante la complacencia y complicidad de las autoridades.
La DEA en los Estados Unidos y la Policía Federal en México (actualmente la Guardia Nacional), han sido incapaces de evitar la corrupción. Ninguna autoridad en las competencias federales internacionales, han demostrado que la distribución de drogas y estupefacientes está en todas partes. Es decir, es fácil localizar a los vendedores, pues los mismos adictos lo han declarado, están localizables en todo tipo de establecimiento que incluso son franquicias legales derivadas del lavado de dinero.
Los que apoyan la legalización de drogas, son parte del sistema político que tiene la intención de obtener fortuna, ya sea mediante autorizaciones de contratos como ocurrió con el establecimiento de los casinos en México. O bien, porque forman parte del crimen organizado en el lavado de dinero. Lo hacen mediante campañas formales con expertos en el marketing y utilización de las redes sociales que delatan nuestros gustos y somos identificables con facilidad.
Por otra parte, las drogas no solamente pueden causar la muerte, sino que está demostrado que el adicto cambia su personalidad y se transforma en una persona diferente con el transcurso del tiempo y en aumento a su adicción. Pierde en todos los sentidos, porque refleja su vulnerabilidad, aunque aparente seguridad y pierde el control de sus emociones y el equilibrio familiar se desmorona.
Si se sometieran a exámenes de toxicología y/o antidoping, a todas las personas que conforman el gobierno en ambos países (México y los Estados Unidos de Norteamérica), a quienes les hemos confiado nuestra seguridad, nuestras familias, nuestro bienestar común, probablemente obtendríamos un alto índice de enfermos adictos. Desde alcohólicos y mínimo a la marihuana y a la cocaína. Aparte de los fumadores.
Entonces nos daremos cuenta de que no existe sobriedad política y mente sana para distinguir entre el bien y el mal. A través de la ONU se han infiltrado los controladores del sistema político de izquierda y de derecha. Si analizamos la actuación de los dirigentes de los partidos políticos, notaremos la realidad. Estamos ante una comedia bien actuada para hacernos creer que en la oposición están los malos, pero los malos que ya se fueron con los buenos ya son buenos.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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