¡Que tal, estimados lectores! En esta ocasión les escribo para analizar un tema muy coloquial en nuestra sociedad que es la famosa “cuesta de enero”.
El inicio de año se caracteriza por toparnos con desembolsos económicos extraordinarios debido a deudas por compras de fin de año, inscripciones escolares, aumento de precios en bienes y servicios entre otros.
Definitivamente, se pudiera considerar que el paso del mes de enero al mes de febrero pudieran controlarse las cosas financieramente hablando. Pero, no está por demás seguir haciendo conciencia de los gastos por venir, pues a veces se presentan aún mas eventos que implican el uso de nuestros recursos económicos.
Desde luego que la satisfacción de necesidades primarias en las familias es un aspecto primordial para mantener la estabilidad, por ello se recomienda hacer siempre un balance de ingresos monetarios con respecto de los egresos requeridos.
Los impuestos del nuevo año representan un camino bastante escabroso de andar, pues se nos acumulan algunas situaciones por devengar correspondientes a nuestro patrimonio, el predial por ejemplo y las revalidaciones vehiculares. Por cierto, los ciudadanos esperamos con ansia que el famoso cobro excepcional del “replaqueo” no surta efecto. Esperamos de sobremanera que nuestro gobierno estatal se concientice de la situación que se vive y no aplique ese cobro. Con esto ayudaría bastante, pues aunque no lo parezca, el monto que se estima sería de gran apoyo para cubrir muchas otras necesidades esenciales de los contribuyentes.
Así pues, de todas formas hay que razonar y racionalizar de manera efectiva nuestro dinero para que en verdad la cuesta de enero tenga fin lo más pronto posible, antes de que se extienda a febrero, marzo o inclusive más tiempo.
Profe Luis Raúl Carrasco
Profesor.