¡Qué lindo Soy! ¡Qué bonito Soy! ¡Cómo me quiero! Recuerdo escuchar esta canción en la voz de Paco Stanley cuando era niña. En aquel programa de televisión, estas frases se usaban para representar a un personaje egocéntrico, despectivo y sarcástico que fascinaba al público con su aparente exceso de autoestima. Sin embargo, hoy sabemos que la autoestima va más allá de verse o sentirse bonito, ni con que todos te adoren.
A diferencia de lo que se piensa, la autoestima también se aprende; la construimos con las palabras que recibimos del exterior y se reafirma con las acciones de quienes nos rodean. El truco está en que se desarrolla hacia adentro, en la relación que tenemos con nosotros mismos. Las palabras y formas que usamos para hablarnos a nosotros mismos son cruciales.
La autoestima tiene varios componentes que te invito a evaluar mediante estas sencillas preguntas:
- Autoconocimiento: ¿Qué tanto te conoces? ¿Cómo reaccionas ante la frustración o la injusticia? ¿Cuáles son tus miedos y alegrías? ¿Qué es lo que realmente deseas?
- Autoconcepto: ¿Qué tan capaz te consideras para realizar cualquier tarea? ¿Cuáles son tus habilidades? ¿Te ves como inteligente o tonto?
- Autoimagen: ¿Qué tan guapo y atractivo te sientes? ¿Te gustas o te criticas frente al espejo?
- Autoevaluación: ¿Hice lo correcto? ¿Lograré hacerlo? ¿Pueden otros más que yo?
- Autorespeto: ¿Qué tanto confías en los compromisos que haces contigo mismo? ¿Qué palabras usas para referirte a ti? ¿Cómo te tratas?
- Autoaceptación: ¿Reconoces tus fortalezas y debilidades? ¿Entiendes que cuentas con capacidades para hacer distintas cosas?
- Autoestima: ¿Tienes un compromiso contigo mismo para amarte, cuidarte y respetarte, en las buenas y en las malas?
A medida que crecemos, podemos moldear nuestra autoestima. No obstante, no es un camino sencillo, porque a veces descubrimos partes de nosotros que no nos gustan tanto; Carl Jung las llama la “sombra”, esos aspectos de nosotros mismos que rechazamos. Pero, a medida que conoces esa sombra la aceptas y la vas iluminando hasta tener un encuentro contigo que te permita verte a cara descubierta.
La autoestima no se fortalece fácilmente, requiere dedicación para reprogramarte y reconciliarte contigo. Cambiar las palabras con las que te hablas y esforzarte por pensar bien de ti mismo es crucial. No hay peor enemigo que uno mismo cuando va en su contra.
Te invito a reflexionar sobre tu autoestima, a atender esas áreas que necesitas fortalecer y, sobre todo, a buscar ayuda profesional para restaurar o mejorar tu autoestima. Ese es el comienzo de la felicidad mental.
¡Nos vemos en la terapia!
Lucía Barrios
Psicoterapeuta, fundadora de CEFAMPI y autora. Experta en terapia breve, violencia de género y derechos humanos. Conferencista y docente en UACJ, ha liderado proyectos significativos sobre psicología y desarrollo humano.