El proyecto de presupuesto de egresos de la federación para el año 2025 que la presidente de México ha enviado a la Cámara de Diputados mantiene sobre todo el gasto en programas sociales e incrementa de manera particular el dinero que se dispondría para un plan nacional de vivienda y para la construcción de líneas ferroviarias, algo que sigue generando dudas sobre la racionalidad en el manejo de las finanzas públicas.
Los más de nueve billones de pesos presupuestados por el gobierno federal para el gasto público del año 2025 en términos reales indican un intento por contener el déficit fiscal heredado por el anterior gobierno de México.
Sin aumentar impuestos ni crear nuevos, el actual gobierno central enfrenta serias presiones presupuestales que, no obstante, al proyectar su gasto obedece a la línea política del partido en el poder: transferir dinero a segmentos de la población de manera directa y universal.
Algo normal pues todo gobierno tiende a replicar o impregnar su plataforma política y programa de acción en la administración pública, así como de buscar “quedar bien” con la base electoral que los llevó al poder.
Es así que el gasto en programas sociales de la Secretaría del Bienestar se mantiene, no solo eso, se agregan o amplían otros como las becas de educación básica Rita Cetina y pensiones para mujeres de 63 años.
En un momento en el que México tiene el déficit entre ingresos y egresos más alto de los últimos 36 años, mantener las transferencias financieras directas y universales bajo el rubro de programas sociales tiene una explicación francamente más política que técnica.
Es decir, luego de un año 2024 que disparó el gasto público federal bajo la lógica electoral; el gobierno emanado de dicho proceso no puede disminuir, modificar ni muchísimo menos eliminar los o alguno de los programas sociales.
Muy por el contrario, se hace el esfuerzo por ampliarlos hacia otros segmentos de la población en becas y pensiones o en nuevos programas de vivienda.
El aumento al presupuesto de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano tiene el fin de reducir el grave rezago en vivienda que de hecho demanda mucho más dinero.
El “optimista” pronóstico oficial de crecimiento económico de alrededor del 3% para el 2025 para México no concuerda con los de los principales bancos y organismos internacionales que lo ubican en menos del 2%.
Aun concediendo el 3% de crecimiento que prevé el gobierno federal mexicano, seguimos en la senda del crecimiento económico insuficiente, por no decir del crecimiento cero en términos reales.
Esto nos recuerda algo que desde este humilde espacio hemos venido expresando: no es posible el crecimiento y desarrollo económico sin antes crear riqueza.
Y crear riqueza significa producir, transformar, trabajar, comerciar, preparar capital humano, gozar de una educación de calidad, construir infraestructura, generar tecnología y contar con la suficiente inversión productiva. Todo esto nos pondrá en la senda del desarrollo económico y por ende del bienestar.
Ah, sin olvidar que un entorno sin Estado de Derecho mínimamente funcional y sin la garantía de la seguridad ciudadana que proporciona el Estado hará infructuoso cualquier intento de progreso social.
Lo osadamente prescrito en los últimos dos párrafos en su mayor parte queda a deber en el proyecto de presupuesto de egresos de la federación enviado para el próximo ejercicio.
Es cierto, al menos eso pienso desde una perspectiva de ciudadano de a pie, que los programas sociales son enteramente funcionales cuando son adecuadamente ejecutados pues alimentan la economía desde abajo. No podemos siquiera proponer su eliminación.
Lo que sí podemos proponer es un esquema mucho más racional de distribución de esos recursos financieros. Lo que no es funcional, al menos desde el punto de vista administrativo, es regalar dinero para fines políticos, en algún momento esto termina por ser insostenible.
Otro rubro que llama la atención para el gasto público del próximo año es el relativo a la inversión en infraestructura, donde gran parte del dinero se destinará a las redes ferroviarias que tratan de consolidar mega obras del anterior gobierno como tren maya, interoceánico o vías que conectan el aeropuerto Felipe Ángeles con la mancha urbana.
Con más recortes presupuestales en rubros de Salud, Educación o Seguridad difícilmente lograremos el desarrollo que todos anhelamos. Simplemente no hay dinero para todo o falta racionalidad en su ejercicio.
El gasto público que se erogará en programas sociales universales de transferencias directas de dinero que los mexicanos aportamos en impuestos, por ingresos del petróleo o por deuda contraída; vendrá a imposibilitar la inversión productiva del gobierno federal que impulse el crecimiento económico o la inversión social en Salud, Educación y Seguridad que eleve la calidad de vida real de la población.
Los programas sociales deben cumplir su función, deben llegar a todo el que los necesite como acción protectora y subsidiaria del Estado, como política pública definida de redistribución de la riqueza y sustentada en la progresividad de derechos, mas de ninguna manera pueden sujetarse a una lógica política electoral sin que en consecuencia se llegue a distorsionar una economía como la mexicana.
Al final de cuentas nadie ni ningún país puede gastar más de lo que gana, eventualmente viene el cobro de facturas. Ya vemos claros signos de que las finanzas públicas nacionales no están tan bien.
“La bendición de Yahveh es la que enriquece, y nada le añade el trabajo a que obliga.”
(Proverbios 10:22)
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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