“Limitar la observación y el análisis es engendrar un conocimiento carente de progreso.”
– Guillermo Chávez
Originalmente publicado el 30 de Enero de 2018
Limitar la observación de los hechos y el análisis de los pensamientos a un lugar y un tiempo determinados, es engendrar un conocimiento empírico carente de progreso, generador de superstición, fanatismo y ambición que tanto lastiman a la humanidad.
Es menester considerar la dinámica de esos hechos y estimar esos pensamientos como consecuencias o efectos de una fuente generadora en el pasado. Fuente, hechos y pensamientos que se deben entender, comprender y ajustar en el preciso y exacto lugar en la historia; de esta manera, se condicionan para impulsar el progreso.
De lo contrario, esos hechos y pensamientos, deslindados de su fuente original, gestarán retroceso y oscurantismo por la carencia de sostén que le dé firmeza y encadenamiento histórico. El progreso demanda el esfuerzo de la continuidad de una línea y no la debilidad formada por el límite de un punto.
Es así como la historia narra, en términos generales, la necesidad de ordenar y orientar a la sociedad por un Gobierno que ha sido gestado e impulsado, únicamente, por el abuso y el desorden del individuo, que colocaba en riesgo de exterminio a la sociedad.
Múltiples intentos y formas de gobierno tapizan la historia, contemplando imperios, repúblicas y monarquías, entre otras muchas más, con una característica común: se han trasformado en la forma, con el supuesto ajuste a los cambios sociales; pero en la sustancia, se impulsó la grave y peligrosa separación entre la sociedad y el gobierno.
Surge entonces una sociedad con individuos irresponsables que culpan de sus tragedias al gobierno y, éste asume simuladamente la culpabilidad con el objeto de conservar el poder público y la protección a los intereses personales o de grupo.
También, la historia comenta que el absolutismo fue eliminado por la sociedad occidental con base en la incapacidad de los monarcas para trabajar en beneficio del progreso de la sociedad al dedicarse, sin rubor, a actividades ajenas a su responsabilidad.
En su lugar, se estructuró el Gobierno Constitucional, que a pesar de su transformación en la forma ha conservado la misma actitud del monarca absolutista; incapaces de trabajar en beneficio de la sociedad y dedicándose a cuestiones alejadas de su compromiso. Es pues pertinente exigirle a la historia que escuche la necesidad de revocar el Gobierno por inútil y contrario a los intereses sociales.
En consecuencia, los iniciales argumentos de este trabajo, fundan la posibilidad de valorar como un crimen el omitir la sanción a la supuesta corrupción de la administración chihuahuense pasada: absolverla o condenarla es inevitable, con el objeto de evitar las murmuraciones que tanto divierten y lastiman a la sociedad.
Sin embargo, el abandono de las funciones constitucionales por el gobernador chihuahuense, tiene consecuencias más allá de las jurídicas: legitima, que sin Gobierno, la sociedad conserva, en lo posible, el orden social.
Esta es una transformación inevitable y necesaria. Hoy, cualquier gobernador de cualquier estado está sumido en luchas instintivas de facciones políticas que le dominan, con el propósito de conservar los privilegios, resistiéndose hasta la ignominia a los inevitables cambios profundos y permanentes que por necesidad y justicia deben ocurrir. Extraviado, el Gobierno, en el objetivo que le dio origen y le sustenta.
Ante un aparato de Gobierno caduco, se encuentra una sociedad desordenada y desorientada. Individuos justificando su irresponsabilidad con la incapacidad oficial.
En resumen, podemos decir que el Gobierno extravió el principio que le dio origen y sustento: ordenar y orientar a la sociedad y se dedicó a conquistar y conservar el poder público hasta la ignominia y protección de los intereses personales o de grupo que les favorecen.
La sociedad ha incubado individuos que consideran un desajuste responsabilizarse de sus acciones, estimando culpable al Gobierno que simuladamente la acepta con el propósito de continuar gozando de sus privilegios.
Es pues, importante resaltar, que en la medida que el individuo es irresponsable, en esa misma medida ha de necesitar la existencia del Gobierno. Únicamente la responsabilidad que cada individuo ejerza en sus propios actos, en esa medida el Gobierno dejará de ser necesario. Lamentablemente, hoy el Gobierno asfixia a la sociedad en respuesta a la profunda irresponsabilidad del individuo.
Es cuánto. ¡Un abrazo fraterno!
Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.