Discutamos primero la segunda parte de esta pregunta tanto interesante como poco frecuente. Nicolai Kardashev fue un astrónomo ruso que propuso en 1964 una escala teórica sencilla para clasificar una civilización en términos de la energía que es capaz de manipular o consumir. Kardashev definió así civilizaciones tipo I, II y III. Por ejemplo, si las necesidades energéticas de una civilización son comparables a las nuestras en este momento, globalmente hablando para mantener nuestras ciudades iluminadas, nuestras industrias trabajando y nuestras telecomunicaciones activas, entonces Kardashev define esta civilización como tipo I.
Si la civilización, por otro lado, es capaz de controlar la energía equivalente a la producida por una estrella como el Sol, entonces estaríamos hablando de una civilización tipo II. Una civilización III sería tan avanzada, que podría manipular la energía producida por una galaxia entera. Esta escala hipotética original fue luego ampliada por Sagan y otros científicos, incorporando civilizaciones tipo IV y V, teóricamente capaces de controlar la energía contenida en el universo entero o en varios universos (la idea de universos paralelos no es extraña a la física teórica contemporánea).
Civilizaciones tipo III y IV serían para nosotros algo no muy distinto de auténticos dioses, seres tan avanzados cuya magnificencia podría resultar difícil o imposible de comprender. La más sencilla manifestación o pieza de tecnología de estos seres capaces de manipular galaxias y el universo mismo sería indistinguible de magia pura (tercera ley de Clarke).
Dicho ésto, desde la década de 1930 que viene observándose sistemáticamente el universo a gran escala y la estructura y evolución de las galaxias, los objetos más grandes en el cosmos, no se ha encontrado ningún tipo de evidencia, por ejemplo, de grandes obras de ingeniería a nivel galáctico, o de galaxias artificialmente seccionadas, alineadas o con formas geométricas que claramente indiquen la intervención de seres inteligentes avanzados o “dioses” (por ejemplo galaxias moldeadas con formas claramente triangulares o rectangulares). No existe ninguna clase de “pirotecnia cósmica” creada por estos seres, sólo accesible a los astrónomos.
Las formas y estructura de las galaxias más extrañas observadas se entienden actualmente en términos de procesos perfectamente naturales, como encuentros cercanos o colisiones entre galaxias, las que incluso pueden reproducirse actualmente en nuestras computadoras por medio de códigos de N-cuerpos. Las impresionantes colas de marea resutado de la colisión de dos o más galaxias donde éstas se deforman dramáticamente, así como lo masivo de sus núcleos tienen su fundamento en el fantástico poder de la fuerza de gravedad. Del mismo modo, las bellísimas galaxias de anillo son el resultado de encuentros galácticos frontales, no de la caprichosa intervención de una avanzada raza cósmica.
Por lo tanto, estos seres superpoderosos, estas civilizaciones III y IV o no existen en el universo o son extremada y deliberadamente discretas para manifestarse, al punto de ser indetectables.
Sobre la primera parte de la pregunta: alguna vez se llegó a sugerir que quizá los astrónomos podríamos tener acceso en el cielo nocturno a ciertas manifestaciones particulares y espectaculares (a gran escala) de un creador, no disponibles al resto de la humanidad. Los astrónomos alrededor del mundo exploran el universo 24 horas al dia, 365 dias al año y curiosamente, la gran mayoría de los fenómenos exóticos y extraordinarios observados en el universo son explicables (o están en proceso de ser explicados) en términos de las complejas relaciones establecidas por leyes naturales con validez universal, o por medio de los últimos paradigmas como la materia y energía oscuras. En este sentido, no hay manifestaciones evidentes de un creador que viole o cambie deliberadamente tales leyes. Tampoco hay manifestaciones pirotécnicas de este Ser reservadas a un grupo selecto de observadores.
A partir del éxito de las leyes de Newton para predecir el comportamiento mecánico del universo en los años 1700s, los filósofos occidentales racionalistas empezaron a concebir a un Dios creador en estos términos: 1) Dios crea el universo 2) Lo hace funcionar a través de leyes naturales 3) No interviene en él.
Desde este punto de vista, las observaciones y sondeos profundos del cielo son entonces consistentes con un Dios extremadamente discreto, no intervencionista, en absoluto pirotécnico a gran escala en el cosmos.
Este universo es único.
Héctor Noriega Mendoza
Ponente. Investigador.
Maestría en Astronomía (UNAM | NMSU) y Doctor en Astronomía por la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Fundador de la Sociedad Astronómica Juarense, Cofundador del Proyecto Abel, Miembro de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, Miembro de la American Astronomical Society y Profesor de tiempo completo de Astronomía en UTEP.