¡Juárez requiere un buen doctor!

Imaginemos que nuestra ciudad es un cuerpo, un sistema compuesto por muchas variables, algunas áreas sanas y otras en situación de crisis. Funciona, camina y sigue viviendo a pesar de los dolores y malestares. Como a todo ser humano, le duelen algunos órganos en especial, pero también le duele el alma.

Juárez tiene varias opciones médicas para ser atendida. Está siendo evaluada y le han propuesto tratamientos y procedimientos alternativos para salir de las enfermedades que la aquejan. Le han realizado un diagnóstico y cada uno ha expuesto su receta.

Si usted fuera este paciente, sabría que lleva años con una patología excesiva en la infraestructura. Los procedimientos anteriores solo le han servido para minimizar algunos síntomas de la degradada situación de sus órganos fundamentales: sus calles, parques y servicios, cuya apariencia física dista de ser agradable.

Sabe también que se encuentra inseguro, pues es presa de varias células cancerígenas violentas que operan en la distribución de drogas, el tráfico de migrantes y la trata de personas, sumado a la apatía social de algunos de sus miembros, acostumbrados a vivir para morir dentro de ellas sin dimensionar el daño colateral a todo el cuerpo juarense.

Su tejido social presenta distrofias, está herido y fragmentado por pastillas ideológicas que lo han lesionado durante años. Tomó medicamentos tricolores y fallaron, se compró un tratamiento opositor carísimo para contrarrestar los efectos y aunque aplicó la crema y nata color azul en todo el estado, solo le sirvió para sentirse bien pero los malestares persistieron.

Usted y yo somos el paciente llamado Juárez que quiere vivir y vivir mejor. Está cansado de la enfermedad, de las promesas y de la charlatanería.

Necesita un buen médico, le urge un doctor adecuado, un método apropiado y, por supuesto, el seguimiento correcto para no recaer en cada una de sus dolencias.

El Juárez enfermo requiere, para empezar, un doctor dispuesto a enfrentar los rezagos sin repartir culpas, un líder capaz de aplicar una alta dosis de recursos en los órganos que lo han solicitado, sin importar si corresponden o no a su jurisdicción. Debe apoyar a las escuelas, hospitales, cultura, artes y deportes y mostrar testimonios de su eficiencia real.

Un guía que sepa que el sistema de infraestructura y movilidad está colapsado, pero que proponga una operación drástica para asumir la responsabilidad del transporte sin tener que esperar cuatro años para validar los riesgos o beneficios según su conveniencia política.

Un sanador que entienda que las células cancerígenas de la violencia se combaten con inversiones en el cuerpo policiaco, con quimioterapias de infraestructura, equipamiento, capacitación y no con torres ficticias de cuentos de hadas convertidas en hoyos y carritos negros de hotdogs en los supermercados que nadie sabe para qué sirven. Sí, porque si el doctor no me explica el tratamiento, acepto ser un paciente ignorante, pero él es un profesional lejano y soberbio.

Porque ante la enfermedad, uno como paciente no puede creerle a un doctor distante, que teniendo la posibilidad de mitigar el dolor no ha hecho nada y ahora viene a preguntarme si estoy bien y feliz con lo que tengo. Y mi cuerpo completo le contesta que claro que no, que estoy mal pero que a pesar de su abandono he seguido adelante.

El Juárez que habita en cada uno de nosotros grita: desea continuar la receta del líder que nos ve a los ojos y comparte nuestras carencias, que da los resultados a su máximo posible, que a pesar de las descalificaciones lo único que podemos palpar son los días de gobierno de propuestas, programas, intentos, presencia, apoyos, respuestas y cambios, pero sobre todo de ganas de curarnos.

Porque a pesar de nuestro deficiente historial clínico para aliviarnos social, económica y políticamente, este doctor ha hecho que recuperemos algo más dañado que todas nuestras enfermedades físicas; nuestra dignidad humana y social. El tratamiento que elegiremos es aquel que nos ha dado la posibilidad de creer que los juarenses merecemos un mejor trato y esto solo nos lo ha dado el doctor Cruz Pérez Cuellar.

Rocío Saenz

Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.