Las malas noticias en nuestro país son cada vez más alarmantes. Sobre todo, las que llevan implícito el sello del crimen organizado. O las que se refieren a violencia familiar, feminicidios, maltrato infantil y abusos sexuales. Pero poco se menciona del origen que ocasiona la conducta de los justiciables, o autores intelectuales y ejecutores de los diversos delitos que suman diariamente la columna roja.
Es cierto que tenemos un alto índice de mortalidad violenta, que para nada tiene que ver la voluntad de Dios, a quien le achacamos asesinatos de alto impacto con la singular frase: así lo quiso Dios. O culpamos al gobierno en turno por no actuar en el momento preciso y en el lugar indicado con otra conocida frase: huyeron por rumbo desconocido.
Acusamos que falta atención adecuada en materia de seguridad y nos sorprendemos cuando los jueces penales absuelven a criminales porque se violaron sus derechos humanos y el debido proceso. También nos sentimos impotentes cuando nos enteramos de: otra más. O decimos ahora: ni una menos. El caso es que siguen cometiéndose inexplicablemente los crímenes de odio, resentimiento y venganza.
La impunidad parece ser una costumbre y la insensibilidad suele aparecer en la sociedad que cada día se preocupa más por la vida de un perro o la jirafa Modesto, que por la vida de un ser humano. Incluyo a los bebés arrebatados sangrientamente del vientre materno. ¡No se puede admitir ninguna justificación ante este acto de barbarie! Ni tampoco la forma de utilizar la violencia contra persona alguna. En estos casos la justicia es injusta.
La educación religiosa establece normas que nos inculcaron desde niños en los templos. Las normas morales los hogares bajo la educación y ejemplo de los padres y las normas jurídicas en la escuela en educación cívica. Sin embargo, adolecemos de educación en materia de adicciones, sobre todo de alcohol, cocaína, marihuana, cristal, agua celeste, fentanilo, crack y heroína entre otras.
Desgraciadamente, en la mayoría de los hogares se acostumbra a festejar todo tipo de eventos bajo la influencia del alcohol. Las bebidas alcohólicas en sus diversas y hermosas presentaciones en diseño de botella y color del líquido apetecen a toda persona que desde la niñez le hicieron creer como un consumo normal. El único requisito es ser mayor de edad. A los dieciocho años en México puedes ser el dueño del mundo.
Los defensores de la marihuana se molestan cuando se afirma que es una droga adictiva y mortal como cualquier otra, de tal manera que ya se logró su despenalización y hasta podrán sembrar en casa su plantita para uso lúdico. El impacto se nota ante la ausencia laboral responsable y en los diversos delitos que llegan a la Fiscalía General del Estado, sin que hasta la fecha se logren minimizar. Y así podremos entrar en estudio de todas las adicciones que causan estragos en la sociedad y la ausencia de justicia para las víctimas.
Cuando el presidente AMLO señala que la violencia debe atenderse desde lo que la origina, es razonablemente cierto. Atacar la violencia con violencia origina sin duda enfrentamientos sanguinarios que no frenarán los delitos. Así como la pena de muerte no logra disminuir a los asesinos seriales y de alto impacto en los Estados Unidos. En nuestro país tenemos el grave problema de las adicciones a las drogas, siendo las preferidas las que contienen alcohol como la cerveza, el tequila, ron, sotol, pulque y demás derivados.
Para enfrentar el problema tendremos que implementar la práctica de las normas religiosas, morales y jurídicas que estimulan la paz en el mundo. Pues todas son de carácter universal y aplican a las personas por igual. Por ello debemos iniciar la práctica normativa y no solamente de los dientes para afuera. Es como entrar a la conciencia y vernos por dentro como somos y lo que hemos hecho por uno mismo y por los demás.
En este panorama la participación debe ser incluyente, es decir, todos para todos. La aplicación de las normas religiosas para practicar los diez mandamientos. Las morales para ser efectivos en generosidad, amor y lealtad con nosotros mismos y con los demás. Las jurídicas para garantizar la seguridad social y la justicia.
El estancamiento a la práctica normativa a que me refiero se debe principalmente al consumo de drogas y alcohol. Tan solo basta acudir un día a la feria que está por iniciar para ver como se violan todas las normas mencionadas. El consumo sin control sanitario de bebidas alcohólicas y antojitos mexicanos. Tal parece que la provocación inspira a las autoridades de comercio, policiacas y vialidad porque será una derrama importante por actos de corrupción: la cacería contra los infractores.
¿Quién tiene la culpa de todo lo que nos pasa? ¿Cómo resolver los delitos de alto impacto? Primero salvemos a los niños del terrible mundo que hemos creado enseñando y practicando las normas más eficaces para crecer espiritual y mentalmente.
Héctor Molinar Apodaca
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
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