Una gran multitud de hombres geniales tapizan de un gran colorido el firmamento de la historia de la humanidad: son esos individuos extraordinarios los que han logrado con su pensamiento e inventos desviar milimétricamente el pesado camino que la inercia le ha marcado a la historia.
El resto de la humanidad, casi el total, disfruta de una jugosa herencia legada por esa genial estirpe: la tecnología; que en base a la transformación de sus inventos se ha logrado de manera abundante e insospechada. También, esos maravillosos hombres han legado un pensamiento vigoroso y necesario; sumergido constantemente a los dominios de las conquistas políticas y religiosas; la humanidad ha carecido de interés en la donación del pensamiento, olvidándolo en un rincón, solo y aislado.
La brillante actividad de esos hombres sorprendentes ha dejado un cúmulo de resultados tecnológicos que se transforman constantemente a velocidades vertiginosas y conocimientos universales desarrollados a paso lento en el mejor de los caso; en algunas áreas los conocimientos adquiridos hace más de dos mil trescientos años, hoy continúan intactos. Clasifiquemos estas dos magníficas actividades de la humanidad en dos grandes vertientes: una, la del humanismo y la otra de la ciencia.
Definamos la vertiente del humanismo: es el conocimiento concerniente al ser humano considerado individualmente valioso por sí mismo, por la fe con fundamentos, por la ética, por los valores, por las virtudes, por los derechos individuales y demás consideraciones inherentes a su desarrollo y desenvolvimiento hacia la perfección espiritual; todo aquello relativo a su ser en sí, sin considerar cuestiones materiales.
Podemos entender por la vertiente de la ciencia: como todos aquellos conocimientos del hombre que se han sustentado en el método científico relativos a la parte física del individuo y del exterior; la tecnología como extensión de los sentidos y facultades del cuerpo humano.
Esa genialidad que la naturaleza doto a unos cuantos hombres, debe fundamentarse y equilibrarse precisamente en el contenido de estas dos grandes vertientes del conocimiento del humanismo y del conocimiento de la ciencia, fusionadas enérgicamente de manera individual; así esta unión del conocimiento del humanismo y la ciencia será útil para el hombre en su lucha por el progreso.
De lo contrario, si ese hombre genial realiza su actividad magistral careciendo del conocimiento de la ciencia y abundando en el conocimiento del humanismo; a la inversa, si ese hombre genial carece de conocimiento humanista pero excede en conocimiento científico. En ambos casos la consecuencia será no benéfica para la humanidad, por sí solo, funcionando individualmente el humanismo y al ciencia no progresan.
En el conocimiento humanistas tenemos genios elaborando tesis sin ser sometidas al crisol de los hechos y en los científicos tenemos hombres carentes de lo cálido del ser humano actuando con la frialdad y cálculo de una máquina.
La actividad del individuo genial debe contener en equilibrio el área humanista y el espacio de la ciencia para que su consecuencia sea útil y benéfica a la humanidad. De la misma forma la humanidad debe contener en igualdad el desarrollo de la ciencia a través de tecnología con el desenvolvimiento del pensamiento por medio de las ideas, y dar así lugar al progreso.
Si existe un desequilibrio o desigualdad en el genio individual o en la humanidad su producto será la desgracia para el hombre, la historia nos ilustra de ejemplos de manera exhaustiva: tiranos, conquistas, abusos, genocidios y muchos más.
Es menester hacer un señalamiento grave: La desgracias que ahogan a la sociedad de hoy, son generadas por esa enorme desigualdad que existe entre el humanismo y la ciencia; la sociedad tiene el total interés en el desarrollo de las ciencias por los beneficios económicos y materiales que produce la tecnología; abandonando y descuidando el conocimiento del humanismo por considéralo inútil para generar ganancias materiales. El caos y el estancamiento en todas las actividades sociales son y serán permanentes en la vigencia de este desequilibrio: Únicamente la igualdad y equilibrio entre el humanismo y la ciencia conducirá al orden y desarrollo del individuo y de la sociedad. Nuestra sociedad y sus hombres, amigo lector, carecen de ambos de humanismo y de ciencia: los hechos así lo acreditan y así nos asfixian.
Es cuánto ¡un abrazo fraterno!
Originalmente publicado el 10 de Noviembre de 2015

Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.